Se cuenta que durante una cacería, el rey Alfonso XIII decidió permanecer un rato sentado a la sombra de un árbol para así poder descansar un poco, mientras sus compañeros de la partida de caza continuaron con la actividad.

Poco después se paró frente a él un campesino que estaba de paso, quien le preguntó al monarca si era verdad que por allí andaba el rey y de ser afirmativo le podía indicar quién era, pues le gustaría conocerlo personalmente. Alfonso XIII se incorporó y pidió a aquel hombre que lo acompañara hasta donde se encontraba el resto de cazadores de la montería y podría averiguar quién era el rey porque todos los presentes estarían con sus cabezas descubiertas menos él. Al alcanzar al resto de la partida, todos se descubrieron ante el rey a excepción del campesino. “Ahora ya sabe usted quién es el rey”, comentó Alfonso XIII. A lo que el hombre contestó: “Una de dos. O es usted o soy yo, porque somos los únicos que seguimos con el sombrero puesto”.