Fidel Torres / Periodista

Querido Maestro iluminador de mentes confusas, tú que velas para que no se pongan celemines sobre las velas, alúmbrame en esta oscuridad que ennegrece y enturbia mi criterio y me lleva, de duda en duda, al más angustioso de los despistes, ya que me encuentro más perdido que Adán en el día de la madre.

– Sí que debes estar perdido, amigo Lorencito, porque me has soltado un párrafo de agárrate y no te menees. Pareces Alejo Carpentier ¿Puedes hacer la pregunta de forma que pueda enterarme, aproximadamente, de lo que te ocurre?

– Es muy sencillo, oh guía de descarriados. Que no entiendo a los medios de comunicación, me confunden o me indignan y no sé exactamente por qué. ¿Debo creerlos? ¿A quién? ¿Por qué? Con lo que he oído, leído y visto a cuento de las últimas elecciones he llegado a la conclusión de que, en lugar de informar, lo que se pretenden es todo lo contrario, desinformar, mantener al ciudadano en la más pura de las ignorancias, en la inopia. ¿Es verdad o son figuraciones mías?

– No son figuraciones tuyas, alma cándida. La dura y lamentable realidad es esa. Salvo honradas excepciones los medios de comunicación, prácticamente en todo el mundo, se han convertido en herramientas de propaganda. Y en España no sólo no somos excepción, sino que nos colocamos en cabeza en cuanto a manipulación y desvergüenza. Pero para entenderlo mejor debemos distinguir entre unos y otros.

– ¿Entre cuáles? Porque yo meto a todos en el mismo saco.

– Para ahorrar tiempo yo haría tres grupos: profesionales, semiprofesionales y aficionados.

– Como los deportistas, ¿no?

-Algo así. Los profesionales serían los diarios, revistas, televisiones y radios que están ahí desde siempre, con una larga trayectoria en la que se han dado cambios. Como semiprofesionales podemos definir a aquellos que, aprovechando las últimas tecnologías, han puesto en marcha nuevos medios de comunicación, principalmente diarios digitales.

-¿Y los aficionados?

-A ello voy. Serían todos aquellos que utilizan Internet para lanzar todo tipo de informaciones, bien en páginas web, bien a través de las redes sociales.

-¿Las redes son medios de comunicación?

-¿Acaso no comunican?

– Sí, pero…

-Analicemos cada grupo y lo entenderás mejor. Nos ceñiremos a España. El grupo profesional está ahí desde hace, como mínimo, 100 años. Primero como prensa escrita, después se añadió la radio y, finalmente, en el segundo tercio del siglo XX, las diversas cadenas de televisión. La prensa y la radio, en su inicio, fueron claramente ideológicas, sin ocultárselo a nadie. Nunca pretendieron ser objetivas y cada uno sabía lo que iba a encontrar cada mañana en el quiosco. Más o menos ocurrió con las cadenas de televisión.

Esta tendencia sufrió un cambio muy importante, y muy positivo informativamente, con la llegada de la democracia: se empezó a practicar un periodismo que se llamó “independiente”, mediante el cual se separaba, de forma muy clara para el lector, lo que era información de la que era opinión e, incluso, de lo que era publicidad. Podemos considerar esta etapa como la época dorada del periodismo y lo practicaron tanto los medios de comunicación de derechas, como de izquierdas o liberales. Se hizo un buen periodismo, muy fiable y profesional.

– ¿Y ya no es así?

-No. El cambio, desde mi punto de vista, tuvo lugar con la llegada de internet y el nacimiento de páginas web que terminaron convirtiéndose en diarios digitales los cuales obligaron, además, a los medios “profesionales” a digitalizarse. Así sufrimos una avalancha de “digitales” la mayoría de ellos mantenidos por una sola persona que, en muchos casos, ni era periodista ni tenía la mínima formación ética. Pero bastaba con soltar cualquier barbaridad para que esta “corriera por la red como la pólvora” causando más mortandad a la verdad que el covid. Pero aún faltaba lo peor.

– La llegada de los aficionados…

– Exacto. Y para ello les pusieron en bandeja las redes sociales. Ya no se necesita mantener la propia página web. Basta con apuntarte a cualquier red social y soltar lo primero que se te ocurra. Además puedes hacerlo con nombre falso. Se puede insultar, denigrar, mentir, manipular, tergiversar, ocultar, despellejar, falsificar, deformar, trapacear…, y todo ello con la mayor impunidad. Así que hasta los propios Estados, los Gobiernos, montaron sus propios departamentos para utilizar estas redes sociales e intoxicar al mundo entero. No te voy a dar nombres. Están en la mente de todos. Sólo dos ejemplos. Putin y Trump.

– Pero insisto, ¿son medios de comunicación?

– ¿Comunican o no comunican? ¡Pues entonces!

– ¿Y de los profesionales podemos fiarnos?

– Mucho menos que en los años 80. Se han dejado arrastrar por esta nueva tendencia. Se ha abandonado toda ética. Han vuelto a ser “ideológicos” pero presentándose, sin ningún rubor, como “independientes”. Salvo raras excepciones, claro está. Pero sólo las justas para que se cumpla la regla.