Esta noche he soñado con mis vacaciones perfectas… Seguro que muchos pensarán en una isla paradisiaca, en medio del Caribe, con playas y bonitos hoteles alrededor; otros pensarán en viajes a lugares lejanos, o en escalar una montaña, visitar Nueva York, o perderse en una Selva o desierto…
Pero mi sueño ha sido bien distinto a ello… Comenzaban mis vacaciones, con la llegada a un aeropuerto donde en las máquinas expendedoras había multitud de opciones sin gluten con marcas seguras, incluso en la cafetería te servían tus desayunos y comidas sin gluten, con mucha variedad y sin dudar en nada. Algo también de ensueño, eran los precios de las opciones sin gluten, que eran incluso más bajos que el resto.
Al montar en el avión, las bandejas del menú que pasaban la comida, eran exquisitas y similares a las del resto de pasajeros. No había duda en cuanto a la manipulación y emplatado de las bandejas.
Al bajar del aeropuerto y dirigirme al hotel, a lo largo de las calles visualizaba panaderías y hornos sin gluten exclusivos, todos con precios muy asequibles y con total normalidad.
Había heladerías con cucuruchos de galleta sin gluten, multitud de bares, terrazas, chiringuitos, donde todo tipo de bebidas, cócktels y carta de aperitivos eran aptos para celiacos.
En el hotel tenían para mí, un amplio espacio de desayunos y comida, y todo el personal que trabajaba, conocía perfectamente la celiaquía y la dieta sin gluten.
Por curiosidad, entré a un supermercado y en las estanterías había multitud de productos sin gluten con la Marca de Garantía, en la zona de panadería y repostería, en la zona de congelados, de pastas…
Todo estaba controlado, bien marcado, y ¡al mismo precio que el resto! Para colmo, había miles de ofertas de 3×2 y ¡descuentos directos en caja!…
Suena el despertador. Me dirijo corriendo al trabajo, y en una cafetería de paso, sólo tienen para mí, café y zumo. Tal vez en mis próximas vacaciones, tenga más suerte.