Teodoro Sánchez-Migallón Jiménez, es licenciado en Arquitectura desde el año 1991, recientemente ha terminado su doctorado, lleva 25 años trabajando en Manzanares y el 19 de mayo tomaba posesión como presidente de la demarcación de Ciudad Real del Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla-La Mancha. Apenas ha estado vinculado al Colegio de Arquitectos aunque sí lo estuvo durante cuatro años formando parte de la Comisión de Deontología, que funcionaba a nivel regional.
Pregunta.- ¿Por qué decide presentarse para presidir el colegio de Arquitectos de Ciudad Real?
Respuesta.- Siempre me ha interesado el funcionamiento del colegio, los problemas de la profesión y las relaciones entre el colectivo. La idea de presentarme surgió de las conversaciones mantenidas con un grupo de jóvenes compañeros, quienes me animaron a encabezar una candidatura. Participé de la energía e ilusión de quienes me apoyaban y decidí dar el paso adelante. En poco más de una semana organizamos
el equipo candidato. En ese momento ignorábamos si se presentaría alguien más, ya que tradicionalmente sólo se presentaba una opción. Al final apareció otra candidatura más, que parecía una prolongación de la existente.
Precisamente el motivo de que nos presentásemos es para renovar todos los cargos, que hubiese un cambio en el Colegio y mejorar la trayectoria de los últimos años.
P.- ¿Qué es lo principal que considera que debe cambiar en el colegio?
R.- En primer lugar cambiar, dentro de lo posible, las formas de comunicación entre colegiados. Creemos que las actuaciones de los últimos años no se han transmitido suficientemente, consiguiendo un distanciamiento con el colectivo. Lo que pretendemos es ser, a partir de ahora, más cercanos a los 224 arquitectos de la provincia. Habíamos constatado que el Colegio había pasado de ser un espacio de unión, a una carga onerosa para la mayoría de los colegiados. Nuestra idea es revertir esta dinámica y conseguir que el Colegio vuelva a ser una herramienta útil y cercana.
Estamos al servicio de la sociedad, no del promotor especulador”
P.- ¿Qué servicios presta el colegio y cómo puede darlos para que los arquitectos lo sientan más cercano?
R.- En estos momentos no podemos dar los servicios que se daban en años anteriores, cuando estábamos en el “boom” de la construcción, por motivos económicos. Desde ese punto de vista ahora estamos muy limitados. Pero el Colegio sí puede ser un espacio de convivencia, de taller de trabajo y lugar de formación, para compartir inquietudes, nuevas ideas. Porque el arquitecto necesita una formación continua, y para ello buscamos la colaboración de todos, de forma que se puedan desarrollar actividades
sin necesidad de tener que sobrecargar económicamente a quienes reciban dicha formación. Ahora debemos buscar alternativas para poder seguir dando servicios y formación contando con muy escasos recursos. Los talleres de trabajo en los que participe un grupo de profesionales, compartiendo sus conocimientos y problemas, pueden ser una de las posibles vías para lograrlo.
P.- ¿Cuál es la situación de los arquitectos en nuestra provincia?
R.- El Colegio como tal ha tenido problemas que se han ido solucionando. Como una empresa más en tiempo de crisis. Se montó, sobre todo, un gran edificio, en un momento de máxima expansión de la construcción, y después de la burbuja inmobiliaria se quedó vacío, sin contenido. En cuanto a la realidad de los profesionales todo el mundo lo sabe: una gran oferta de profesionales y muy poca demanda de obra. La demanda del clásico trabajo del arquitecto –el proyecto de viviendas y edificaciones en general- ha bajado muchísimo. Sin embargo hay nuevos nichos de trabajo que podemos explotar. Y para ello tenemos que cambiar el chip, la forma de trabajar, debemos reconvertir nuestros despachos y trabajar formando equipos de expertos.
P.- ¿Puede explicar cuál serían esos nuevos campos de trabajo?
R.- Por nuestra formación, que es muy amplia y profunda en muchos campos, podemos desarrollar muy bien trabajos docentes, caso de la formación profesional, o implicarnos en el campo del diseño, ya que conocemos las últimas técnicas de representación y los programas (por ejemplo el BIM), y ello puede ir enfocado a la fabricación de manufacturas, al diseño industrial, de mobiliario, imagen comercial…
P.- Esta idea de buscar otros campos de actuación, ¿la comparten la mayoría de los arquitectos?
R.- La gente joven sobre todo, porque es la que tiene la formación más avanzada en informática y nuevas tecnologías. A los demás edad, que venían con una formación diferente les está costando más aceptarlo,
pero de una forma u otra, si quieren trabajar, tendrán que adaptarse a las exigencias del mercado y recibir formación al respecto. Ahora el arquitecto no puede esperar a que el cliente se acerque a él. El mercado ha cambiado y es el arquitecto quien debe salir en busca del cliente. Esto puede hacerse, por ejemplo, utilizando las redes sociales y otros medios de comunicación, caso de las páginas web. Ya no podemos esperar en nuestro despacho. Y esto es lo que queremos facilitar desde el Colegio, formando en esa dinámica de trabajo.
P.- ¿Cómo se interpreta desde el colegio el libre mercado, o sea, quien encuentra trabajo trabaja y quién se queda sin él…? ¿Cómo actúa con sus colegiados?
R.- No debemos hablar de corporativismo o intervencionismo, ya que el mercado ha de ser libre. La Ley de Libre Competencia así lo establece. Pero sí debemos poner un cierto control en los honorarios. No se puede menospreciar nuestro trabajo, dando presupuestos por debajo del coste. Por eso debemos tener informado al arquitecto sobre los costes mínimos que debe cobrar. Es una forma de defender no sólo los ingresos sino la dignidad de un profesional altamente cualificado. Incluso si es necesario recurriendo al Tribunal de la Competencia. En la actualidad hay desajustes que producen precios indignos.
P.- ¿Cuáles son los proyectos más inmediatos de la nueva junta directiva?
R.- La primera medida será visitar a los arquitectos, empezando por los estudios para conocer de primera mano sus demandas. También nos reuniremos pronto con los funcionarios, con los arquitectos municipales, y ver a los alcaldes porque queremos que se hagan concursos bien ajustados a la Ley y con jurados “en condiciones”. Que la obra oficial, aunque sea escasa, se haga bien.
Otro punto importante es que deseamos tener más visibilidad ante la sociedad, utilizando los medios de comunicación, para explicar bien en qué consiste nuestra profesión y los beneficios que aporta a la ciudad. Queremos hacer especial campaña en los colegios, para que los niños, desde muy pronto, entiendan cuál es nuestra labor.
Y por supuesto seguir con la formación continua de nuestros colegiados, algo que es muy importante para mantenerse profesionalmente al día, en la vanguardia. Y luego otras muchas cosas más cotidianas, como por ejemplo negociar con las compañías de seguros para mejorar nuestras condiciones. Hacer una página web más atractiva, con más movimiento…, en fin. Queda mucho trabajo por delante.
P.- ¿Cómo ve nuestra sociedad al arquitecto?
R.- Estamos convencidos de que tenemos una imagen que no se corresponde con la realidad. Nos ven como gente adinerada, por encima de la mayoría de las personas, partícipes de la burbuja inmobiliaria.
Ahora puedo asegurar que no es así. Y esa idea queremos cambiarla. Nosotros estamos al servicio de la sociedad, no del promotor especulador. Hacemos que los edificios se adapten al planeamiento vigente, intentamos dignificar la vivienda.
P.- ¿Algo más que añadir?
R.- Simplemente que los que formamos la nueva junta directiva tenemos mucha ilusión y ganas de dar una vuelta al Colegio y, si nos dejan, a la profesión. Otra cosa es que luego las estructuras, los estatutos,
nos permitan hacer todo lo que soñamos. Con dedicación, buen oído, interlocución, negociación, realismo,
austeridad, iniciativa, se puede mejorar y posicionarse mejor ante un futuro incierto, cuanto más pequeño eres mejor capacidad de adaptación tienes, más flexible ante los cambios.