Cien años de educación y progreso en Alcázar de San Juan.

Colegio El Santo, Alcázar de San Juan. Escolares de 1942 con su maestro Julio Maroto

Colegio El Santo, Alcázar de San Juan. Escolares de 1942 con su maestro Julio Maroto

En la mochila de Abel Moreno Romero, alumno hoy de tercero de Infantil del colegio El Santo, se guarda
el paso de cinco generaciones de su familia que, en una u otra medida, han formado parte de la historia de este centro centenario. Años atrás, su padre era el que estaba en las aulas y antes su abuela, gracias a que su trastatarabuelo Eulogio Sánchez Mateos, alcalde por entonces, firmó la cesión de los terrenos y a otros muchos más que posibilitaron la creación y continuidad del primer colegio público de Alcázar de San Juan.

Diferentes métodos de enseñanza y aprendizaje, juegos, aventuras, historias y algún primer amor inocente han formado y siguen formando parte de este colegio, que comenzó a ser una realidad en 1910 cuando el concejal y también maestro, Jesús Barrilero, hizo una encendida lucha de la necesidad de escuelas en el municipio. Aunque se desconoce la fecha concreta de la inauguración, por la documentación
existente se sabe que ya en el curso 1914-1915 El Santo, ubicado junto a la ermita de San Sebastián, ya funcionaba.

Clase antigua de niñas del Colegio El Santo

Clase antigua de niñas del Colegio El Santo

Ese primer colegio, recordado como “un edificio enorme, de grandes puertas y ventanales, con techos elevados y suelos de madera” estaba dividido, los chicos estaban separados de las chicas. Cada género tenía su director, los primeros fueron don Francisco Martínez Hernández y doña Micaela Pérez García. En testimonios recopilados por el centro, es significativa la libertad y posibilidad que se abrían a multitud de niños, “nuestra escuela se elevaba por encima de las demás casas. Era como una elevación sobre años de imposibilidades y negaciones, que mostraba sueños que podían hacerse realidad, superando trabas como el analfabetismo y formando personas enriquecidas en el respeto, la igualdad, la libertad y la cultura” (Teresa Farrera, curso 1956).

Clases hasta los sábados

En las clases, también en sábado hasta finales de los años 60, la chiquillería uniformada se colocaba rauda para atender al maestro, para el rezo de una oración y, en algún aula, como la de don Guillermo, se escribía una consigna y una “lección moral”. Cándido Mínguez (curso 1956) rememora los años con don Melecio en cuya clase se rezaba el rosario y se cantaba ‘Prietas las filas’; y con don Rufino quien le dejó encerrado por los verbos. Pero, como hoy, era tal la entrega de los maestros que, añade Cándido, su padre le quitó del colegio para ir a trabajar al mercado y don Rufino habló con su padre para que regresara a la escuela. De maestras de El Santo se recuerda, entre otras, a Doña Jesusa, muy querida en Alcázar, que enseñaba cada tarde, incluso en vacaciones, a las niñas a coser, a bordar y otras labores domésticas.

De izda. a dcha., una clase de El Santo en su origen; niños en el patio de colegio; El Santo en 1926 junto a la ermita de San Sebastián; y el centro, hoy.

De izda. a dcha., una clase de El Santo en su origen; niños en el patio de colegio; El Santo en 1926 junto a la ermita de San Sebastián; y el centro, hoy.

En aquellos pupitres dobles inclinados se colocaban los cuadernos unidos con dos grapas donde se escribía con plumilla y tinta, siguiendo la lección de los ríos y montañas de la enciclopedia escolar. En el recreo las niñas jugaban al corro, la rayuela o la comba mientras que los niños eran más de entretenerse con la pídola, la taba y, sobre todo, el fútbol. No había comedor ni aula matinal pero sí casa de maestros y casa de conserje, ésta última se ha recuperado actualmente.

La religión era parte también de la convivencia escolar, con la celebración de comuniones en el centro o la visita del obispo y los sacerdotes del pueblo.

En la posguerra con el Plan Marshall, el colegio recibía la famosa leche en polvo de los americanos por la desnutrición. Así lo cuenta Olegario Mínguez: “Cada semana nos encargábamos dos chicos de prepararla. Teníamos que mezclar la leche en polvo con agua y batirla hasta dejarla sin grumos, cosa que no siempre era posible, qué asco, pero teníamos que tomarla y hacer de tripas corazón”.

Claustro de 1981. Colegio El Santo

Claustro de 1981.

Encima de un cementerio y un búnker

A la salida de la escuela había que ponerse en formación de dos, filas que no se rompían hasta la llegada a casa. Los viernes había revista de uñas, “si el maestro las veía de una semana, te enviaba a casa para que tu madre te las cortase” (Manuel Ropero, 1963).

El Santo ha recibido muchas denominaciones a lo largo de su historia (las actas de claustros, ciclos y consejos escolares datan de 1966), como Escuelas Graduadas El Santo número 1 o Colegio Nacional Mixto en 1973. Popularmente se conocen los edificios como el de la Ermita, el Santo Viejo, el Santo Nuevo o las cerilleras en clara alusión a los edificios que se han derribado por otros nuevos. En este sentido, curiosa es la historia de los terrenos donde se asienta el colegio. Está documentado que en el siglo XVIII Alcázar
sufrió una peste como otros lugares del país y se decidió construir un cementerio junto a la ermita de San Sebastián, en el extrarradio del pueblo. Más tarde, esos antiguos muros se utilizaron para la construcción del colegio, de ahí que algunos antiguos alumnos, cuando el patio no estaba asfaltado y excavaban en la tierra, encontraran algún hueso. También existen referencias sobre un búnker de la guerra civil en la parte vieja; algún antiguo alumno testimonia cómo en el patio había una forma abovedada a la que cuando llegaba el balón éste salía disparado y desaparecía. La imaginación de los niños hizo el resto sobre historias fantásticas que les hacían pasar los ratos libres. Hoy los niños de Infantil repasan esas aventuras mágicas, sus historias, las de sus antepasados.

Actual equipo docente, con el director, Luis Zarco, a la derecha.

Actual equipo docente, con el director, Luis Zarco, a la derecha.

El actual director del centro, Luis Zarco (acompañado en el equipo directivo por Pablo Serrano, jefe de estudios, y Pilar Torrijos, secretaria) destaca otros datos curiosos como que en 1966 se cobraba la matrícula, 40 pesetas (hay que tener en cuenta que la gratuidad de la enseñanza se recoge a partir de la Constitución Española de 1978). Otro hecho importante era el control de asistencia a clase en época de vendimia, debido a la ausencia generalizada de alumnos dedicados a esa faena agrícola desde temprana edad. También se acudían a convocatorias nacionales para recibir un ropero escolar o conseguir un gimnasio (ahora por ley los colegios reciben dotaciones deportivas, antes no).

En materia educativa, muchas cosas han cambiado, reconoce Luis Zarco, “antes era normal que las niñas se formasen en labores domésticas, ahora eso es impensable; nosotros queremos promover la igualdad de género y oportunidades y que todos tengan acceso al aprendizaje de las tecnologías e idiomas”. Actualmente, El Santo, centro bilingüe y adscrito a proyectos internacionales como eTwinning y Erasmus+, cuenta con 400 alumnos y 29 profesores en el Claustro.

El colegio ha programado numerosos actos para celebrar el centenario; para junio y organizada por la AMPA, va a realizar una carrera del centenario y un encuentro de antiguos alumnos. Con la información
recopilada, El Santo publicará un libro que será editado por el Ayuntamiento alcazareño.

Desde estas líneas sirva nuestro homenaje para todos aquellos que enseñaron o aprendieron en sus aulas y construyeron esta hermosa historia, a todos los que la han recopilado, a los actuales alumnos que siguen
formándose y a los futuros para que en sus mochilas siga existiendo igualdad y libertad.

Texto: Oliva Carretero Ruiz Fotos: CEIP El Santo