Por casualidad ¿no necesitará usted un motor completo Land Rover Freelander (LN) E. Targa 2.0? ¿Y unas llantas en perfecto estado de un Citroën C-15 E 1.4? ¿Tiene usted en su almacén, o finca, un residuo peligroso que no sabe cómo quitarse de encima? ¿O unos cientos de kilos de papel o madera de los que quiera desprenderse? Todo esto se lo soluciona Recuperaciones Colomer, una empresa que si no existiese habría que inventarla.
Sin embrago, por suerte para Ciudad Real, Colomer lleva ya 75 años existiendo y colaborando en la limpieza y conservación del medio ambiente. Porque fue en el año 1939 cuando Alejandro Colomer Monpó, junto con su cuñado José Vila Segrelles, originarios de la provincia de Valencia, se instalaron con sus familias en Ciudad Real. Años antes habían recorrido parte de Castilla-La Mancha, especialmente por la zona de Alcaraz, vendiendo todo tipo de utensilios metálicos de cocina, a la vez que recogían trapos y, sobre todo, toda clase de pieles, que llevaban de vuelta a Valencia.
Circunstancias de la guerra civil les acerca a Mora, en Toledo, y desde allí terminan recalando en Ciudad Real, justo al terminar la contienda, en 1939. Ese año se instalan en la calle Pozo Dulce, desde donde inician su negocio de recogida y almacenamiento de infinidad de productos, entre los que destacan los trapos, el papel, las pieles y, como curiosidad para nosotros, las suelas de crepé de caucho, un producto que en aquellos años tenía más valor que el cobre en la actualidad, posiblemente por su utilización para fines militares, pues la II Guerra mundial estaba en pleno apogeo. Pocos años después, sobre 1946, y dado el crecimiento de la empresa, ésta se instala en la calle Portillo Barragán, frente a la Puerta de Santa María, ocupando lo que hoy es una manzana entera de viviendas, circundada por la calle Reyes, Abén Canes y la Ronda de Santa María. El negocio se amplía con la incorporación de nuevos productos, entre ellos los neumáticos de coches y camiones –que se reutilizaban para numerosos usos, entre ellos el calzado-, metales, huesos, sebo y, así, hasta 99 productos, ya que curiosamente es esa cantidad, y no 100, la que figura en los archivos de Colomer. Durante estos años Alejandro va teniendo a sus hijos Pepita, Milagros, Mª Carmen, Alejandro y José Enrique, los cuales realizan estudios que, o bien les terminan apartando de la empresa familiar, o les sirven para mejor integrarse en ella. De ello Pepita, la mayor, regresa a tierras valencianas donde gestiona las propiedades que la familia ha ido adquiriendo a lo largo de los últimos años. Luego, con los años, Colomer queda en manos de Alejandro y José Enrique, que cambian el nombre de la empresa para dejarlo en “Hijos de Alejandro Colomer”.
Nos encontramos ya a principios de la década de los 80 y ha llegado el momento de hacer una nueva mudanza, dando el salto a la Ronda e instalándose en la parcela que, años después, ocuparía el Banco de España.
Sin embargo el negocio crece y, buscando salir de la ciudad que ya empieza a sentir ciertas convulsiones urbanísticas, asientan sus naves en lo que en estos momentos es el edificio de la biblioteca de la Universidad. Como decimos Ciudad Real despertaba de su letargo y se preparaban cambios importantes que, un año y dos meses después, se llevan por delante estas nuevas instalaciones. Los terrenos les son expropiados para construir el actual Campus de la Universidad Regional.
Vuelve Colomer de nuevo a instalarse en Camino de Sancho Rey, pero ahora en la parte final de la calle. Son los años 90 y Alejandro decide emprender una nueva línea de negocio cediendo su parte de la empresa a su hermano, y actual dueño, José Enrique Colomer, que se queda con todo el negocio. Eso sí, ayudado por su mujer Inés (que siempre ha estado a su lado) y sus hijos José Enrique e Inés, que desde entonces se han integrado de una forma total en este negocio familiar.
Pero, una vez más, esta nueva ubicación nada tiene de definitiva porque se está preparando la burbuja inmobiliaria. Aun así, aguanta hasta el año 1999.
Los nuevos tiempos exigen que este tipo de almacenes salgan de la ciudad, por lo que Colomer se ve obligado, por ley, a buscar un nuevo emplazamiento para una empresa que, por otra parte, no ha dejado de crecer. De momento se traslada a una pequeña nave en la carretera de La Atalaya mientras se montan unas extensas y modernas instalaciones en el “Camino del Gato”, en la carretera Nacional 420 (carretera de Carrión) km. 311,800. De su diseño y construcción se encargará José Enrique, y no se abrirán hasta cinco años después.
Son las que ahora se encuentran en pleno rendimiento y pueden considerarse como uno de los gigantes del reciclaje de nuestra provincia y, posiblemente, de la región. Sobre una superficie de 70.000 metros cuadrados se han construido 8.000, que a su vez se encuentran distribuidos en cinco naves (metales, talleres, desguaces, cartón y papel, y descontaminación) más dos edificios anejos en los que se distribuyen los diversos departamentos administrativos, instalaciones en las que se realiza una gestión integral de toda clase de residuos industriales, se recuperan metales en general, se tratan y reciclan vehículos fuera de uso (de los que se aprovechan muchas de sus piezas) y, en general, se realiza una defensa constante del medio ambiente.
Para ello cuenta con una plantilla de 62 trabajadores que manejan, además de una gran variedad de maquinaria especializada para este trabajo, una flota de 21 vehículos que copan toda la gama, desde pequeñas furgonetas a camiones de 40 toneladas.
Pero lo que hoy día distingue a Recuperaciones Colomer no es el volumen de su negocio, sino la filosofía de empresa, que no es otra que “el compromiso con el medio ambiente”. Para ello se participa activamente en el ciclo de la vida de productos como el papel, el plástico, el vidrio, la madera o un gran número de metales. Se recoge, se selecciona y se recicla, reenviando los productos a centros especializados que los devuelven, convertidos en objetos nuevos, al mercado.
Además, muchos de los productos que recogen y reciclan están considerados como peligrosos (filtros de aceite, baterías de plomo, líquidos de frenos y anticongelantes, toda clase de aceites y productos industriales…), por lo que Colomer contribuye de una forma importantísima a la conservación del medio ambiente, implantando, además, las normas internacionales de estandarización en el área de Calidad y Medioambiente ISO 9001 y 14001.
Por todo ello Recuperaciones Colomer se ha convertido en una empresa que, como ya se tituló en un reportaje que sobre la misma se publicó hace años en un diario de nuestra provincia, “de no haber existido habría que haberla inventado”.
Fotos: Colomer