Carlos Caballero / Arqueólogo
Colegio de Profesionales de la Arqueología

Dos edificios sin terminar son, aparentemente, objetos extraños para visitar en nuestra excursión mensual de la sección “Nuestro Patrimonio”. Pero los dos tienen vidas paralelas, pues nacen en el mismo momento y su construcción se detiene por las mismas vicisitudes históricas: hoy, unos muros sin rematar, unas bóvedas sin construir, nos servirán de hilo de Ariadna para guiarnos por el laberinto de la construcción de dos iglesias góticas, las de Soto del Real y Guadalix de la Sierra, distanciadas por apenas 8 kilómetros, un paseo agradable en una suave tarde de primavera.

La primera de ellas, la de Soto, está consagrada a la Inmaculada Concepción, y se nos presenta como un edificio con una torre contundente, separada del templo, en el que llama la atención la diferencia de altura entre las naves y la cabecera. En el encuentro entre ellas se ven los arranques de unos muros que nunca llegaron a terminarse, dando lugar a un cambio de proyecto que diseñó una iglesia más humilde.

Izq.: Cabecera de San Juan Bautista, de Guadalix de la Sierra (Foto: Carlos Caballero). Dcha.: Cabecera de la iglesia de Soto del Real.

Por su parte, Guadalix de la Sierra nos ofrece una iglesia, la de San Juan Bautista, en la que encontramos muchas características que ya hemos visto en Soto del Real: la interrupción de modo brusco de la construcción del edifico original (revelada, como en Soto, por el corte en los muros de fachada y por los arranques de bóvedas finalmente no construidas) y la presencia, en uno de los ángulos de la cabecera, de una construcción embutida entre los contrafuertes, una edificación que encontramos también en Soto y que aloja a la sacristía.

¿Qué pasó, nos preguntamos, en el siglo XVI para que hoy estas dos iglesias se nos presenten así? La historia viene a ofrecernos una explicación: Guadalix y Soto (por entonces, conocido como Chozas) iniciaron la construcción de sus iglesias en el siglo XV, cuando pertenecían al Real de Manzanares, y engrandecieron así templos más pequeños, de los que únicamente nos quedarían sus torres. Pero en el último tercio del siglo XVI Soto y Guadalix se independizaron del Real de Manzanares y es muy probable que al dejar de pertenecer al señorío se vieran incapaces de rematar sus templos. El de la Inmaculada Concepción se terminaría poco después, durante el siglo XVII y la primera mitad del XVIII, pero dentro de un proyecto más modesto que el original. En la iglesia de San Juan Bautista, en cambio, aunque se completó también el templo en el siglo XVII, los daños causados por la guerra civil, cuando fue cuartel y garaje antes de sufrir un incendio, hicieron que quedara en un estado cercano a la ruina, al menos en la zona de las naves, puesto que los daños fueron más respetuosos con la cabecera. Hoy nos llama la atención el contraste entre lo viejo, construido en el siglo XVI, y lo nuevo, de finales del siglo XX, cuando la Comunidad de Madrid decidió rematar la iglesia de Guadalix de la Sierra recurriendo a unos rompedores cánones contemporáneos. La contraposición de los materiales históricos con los usados hace solo cuarenta años da a la iglesia de San Juan Bautista un aspecto distinto a todo lo que habitualmente vemos en los templos góticos que no dejará indiferente a visitante alguno. Se trata, en fin, de una huella más de la atribulada historia que ha acompañado a estas dos iglesias, de las más singulares que ofrece el enorme patrimonio cultural de nuestra Comunidad.

Izq.: Encuentro entre las dos fases de la iglesia de Soto del Real. Centro: Torre de Guadalix de la Sierra. Dcha.: Encuentro entre las dos fases de la iglesia de Guadalix.