Herederos en Alcázar de una estirpe de barquilleros cántabros
Para contar esta historia hay que trasladarse a más de 500 kilómetros de Alcázar de San Juan, a Bárcena de Toranzo, en pleno Valle de Pas al sureste de Cantabria. Allí vivían gentes humildes que trabajaban el campo y la ganadería y durante el invierno, para ayudar al sustento familiar, recorrían los pueblos de España y de la vecina Francia vendiendo castañas y barquillos. Una tradición de siglos atrás que da renombre a esta comarca cántabra, famosa no solo por sus sobaos, sino también por elaborar los mejores barquillos y helados artesanos de España.
La protagonista de nuestra historia es una de estas familias, la de Eloy López, tatarabuelo del actual propietario de la Heladería El Rincón de Eloy, de Alcázar de San Juan. Corría el año 1875 y Eloy pasaba los inviernos en Alcázar donde vendía sus castañas asadas en la plaza de España y en el Cristo de la calle Castelar y sus barquillos en las fiestas de los barrios para en verano regresar a su tierra, tradición que siguió después su hijo Antonio López. Fue la tercera generación, la de Eloy López López casado con Luisa López López, la que se establece definitivamente en Alcázar sobre el año 1928 cansados del largo viaje a sus raíces cántabras, con algún embarazo de por medio y pensando que era un buen lugar para fijar residencia.
Además de la venta ambulante de castañas y barquillos en invierno, comienzan a fabricar el helado artesano que repartían en carritos por las principales calles del pueblo en verano. Eran helados fabricados de forma rudimentaria, se compraban barras de hielo de la antigua fábrica de gaseosas La Prosperidad, se rascaba y prensaba añadiendo un palo y el hielo se tintaba con líquidos de sabor a fresa, limón… Ya a finales de los años 40 se elaboraban helados de sabores clásicos (nata, fresa, chocolate, turrón y vainilla) acompañados de un cucurucho de barquillo que también hacían ellos como buenos mantenedores de la tradición familiar. Durante algunos años también hacían las hostias de muchas iglesias de Alcázar.
Los barquillos de Eloy eran conocidos en localidades cercanas como Campo de Criptana, Villafranca de los Caballeros, Herencia…, su abuelo Eloy hacía a pie el recorrido desde Alcázar, con la barquillera cargada al hombro, en compañía muchas veces de Emilio Arias, amigo y vendedor de frutos secos y pipas. En 1938 fallece Luisa y Eloy se queda solo con cuatro hijos, la mayor con 12 años. Termina la guerra civil y el panorama empeora aún más, Eloy es detenido y encarcelado durante tres años (los únicos años en que se ha fallado en la venta de castañas el día de Todos los Santos y los barquillos por San Antón y San Sebastián). Sale de prisión y recibe la ayuda de su amigo Quintiliano Espinosa (fabricaba tortas de Alcázar) que le presta un saco de harina y azúcar para los barquillos. Sus hijos ya ayudan en el negocio.
En 1953 o 54 se retiran los carritos de helado y se instalan en un kiosco de la plaza de España durante el verano; el resto del año continúan con la venta de castañas y barquillos. Un año después, Eloy abre otra heladería en un local del paseo de la Estación y poco a poco la familia va saliendo adelante. Se incorpora la horchata y el limón granizado.
En 1972 es el turno de la cuarta generación, tras el fallecimiento de Eloy. Son su hija, Julia López López, su marido Irineo Escudero y un hermano de aquella, Eloy. El negocio va tomando otro cariz, aumentan la producción y variedad de helados y otros productos. Es llamativo el hecho de que a Irineo la gente le conoce en Alcázar como Eloy, como a su suegro, desde que llegó (venía de Cantabria, era cantero y ganadero).
Los tres hijos de Irineo y Julia ayudaban desde pequeños en el negocio; recuerda Eloy cómo embolsaban los polos, rajaban castañas durante toda la tarde cuando volvían del colegio… y ayudaban en verano en las heladerías. Dos de ellos decidieron embarcarse de lleno y continúan en la actualidad: Eloy y María Luisa Escudero López, el primero junto a su esposa Marisol Menéndez, con el negocio de la plaza de España –del kiosco se trasladaron a otra heladería muy cercana en 1989– y María Luisa junto a su marido Fructuoso Monreal con la heladería del paseo de la Estación.
El apogeo de una tradición.- Eloy Escudero López (la quinta generación) sigue elaborando el barquillo artesano, el único que se hace en Alcázar de San Juan, y helados artesanos con aquella primera receta de su tatarabuelo, ayudado por su mujer y sus hijas Ariadna, Patricia e Irina. Helados que han probado generaciones de alcazareños y alrededores, turistas o gente famosa de todos los tiempos, como el ex preparador físico de la selección española, Delgado Meco, el torero Manuel Benítez ‘El Cordobés’ o la cantante y actriz Rocío Dúrcal. Sobre estos dos últimos personajes, Eloy Escudero nos cuenta dos bonitas anécdotas: “Manuel Benítez ‘El Cordobés’ era un maletilla entonces y paró en Alcázar pidiendo dinero para ir a una plaza, mi padre le regaló un helado y el gasolinero de al lado le dio algo de dinero; cuando Manuel se hizo torero le envió al gasolinero una carta de agradecimiento y el dinero prestado multiplicado por no sabemos cuánto; también Rocío Dúrcal recaló en Alcázar donde grabó Rocío de la Mancha en 1963, el hotel estaba junto a la heladería, mi abuelo le cogió mucho cariño, no se perdía ni una de sus películas”.
Para este heladero, el mayor reconocimiento “es que la gente siga viniendo y continúe apreciando lo que hacemos”. Por lo que ya saben, si están o van por Alcázar, no olviden comprar castañas, tomar un helado o disfrutar del barquillo de Eloy como se viene haciendo desde hace más de cien años.
Texto: Oliva Carretero Ruiz
Fotos: Heladería Eloy/Ayer&hoy