Cerremos los ojos, abramos mentes y corazones y pongamos alerta nuestros oídos para sumergirnos en una experiencia única, que nos hará gozar a través de unos melódicos tonos que componen una excelsa música que nos rescata de nuestros problemas cotidianos, aportándonos paz y sosiego para emprender un imaginario viaje a mediados del siglo XVIII.
Cuando nos acercamos a Torre de Juan Abad contemplamos la orgullosa torre de su iglesia, que como faro para el caminante del Campo de Montiel nos orienta hacia la Iglesia de Nuestra Señora de los Olmos, cuyo austero aspecto exterior nos recuerda un modelo de templo-fortaleza, pero que encierra en su interior una bella construcción del siglo XVI, de estilo renacentista y con una sola nave de dimensiones destacadas y armoniosas proporciones.
Entre los elementos patrimoniales que podemos contemplar en esta iglesia merece ser citado el retablo realizado en 1598 por Francisco Cano, cuya visión seguramente pudo disfrutar en diversas ocasiones Francisco de Quevedo, sobre todo entre 1620 y 1645, cuando esta localidad fue señorío de este insigne escritor, que produjo algunas de sus más destacadas creaciones literarias en esta villa.
Pero, sin duda, el elemento más destacado de este templo es su espectacular órgano barroco construido en 1763 por el maestro organero Gaspar de la Redonda, que logró crear una auténtica joya musical al saber dotar a todos sus componentes (teclas, tubos, pedales, fuelles…) de una armonía que permite lograr una musicalidad única, una calidad sonora extraordinaria. A pesar de sus dimensiones, parece una auténtica obra de orfebrería, en la que se miman todos los detalles, como la llamativa caja que alberga el órgano, realizada en madera de ébano policromada, con tonalidades azuladas, rosáceas, verdosas y doradas qua consiguen dar la apariencia de mármoles decorados con rocallas y guirnaldas.
Muchas generaciones de fieles de Torre de Juan Abad disfrutaron de las melodías que las manos de distintos organistas hacían brotar de este instrumento para acompañar diversos ritos y sacramentos, pero ciertos cambios en las costumbres y en la liturgia hicieron que el órgano fuese perdiendo protagonismo hasta que a mediados del siglo XX este órgano perdió su voz. Durante unos sesenta años quedó en el olvido, aunque su corazón seguía palpitando, con un pulso muy tenue, que sólo un alma sensible podría reconocer y recuperar. Y ese alma llegó en la persona de Urbano Patón, un sacerdote dotado de unos valores excepcionales, que le llevaron a luchar con tesón para que este órgano recobrara su vigor.
El 30 de junio de 2001 se recuperaba para la humanidad el órgano de Torre de Juan Abad, que es de los pocos de toda la región que conserva su material sonoro original, lo cual contribuye a crear una musicalidad única que ha sido muy valorada y apreciada por los principales maestros organistas de nuestros días en todo el mundo, que se sienten unos privilegiados por poder acariciar su teclado para lograr extraer deliciosas melodías. Philippe Lefebvre, Francis Chapelet, Joris Verdin, Uriel Valadeau o Montserrat Torrent son algunos de los privilegiados que han podido recrearse y hacernos disfrutar con grandes interpretaciones que han sacado el máximo rendimiento a este histórico órgano, que, según algunos reconocidos estudios, se encuentra entre los ocho de mejor sonido de Europa.
Sonidos de esperanza, gloria e ilusión nos aguardan en Torre de Juan Abad. Estamos todos invitados a gozar y enriquecer nuestra alma con un tesoro musical que cuenta con más de 250 años de historia y que desde 2001 nos vuelve a emocionar en sus ciclos internacionales de conciertos que no nos podemos perder.