Carlos Caballero / Arqueólogo Colegio de Profesionales de la Arqueología

Volver no es perder el tiempo: aunque Colmenar de Oreja ya tuvo un hueco en esta misma serie, con un hermoso artículo en el que se nos invitó a visitar una de las mejores plazas mayores de nuestra Comunidad, volvemos hoy allí para que, pasada para quien no la conozca la sorpresa que causa esa plaza soportalada, comprobemos que la ciudad nos ofrece un apreciable patrimonio histórico que merece la pena recorrer con pausa. A escasa distancia de Aranjuez, Colmenar de Oreja ha pasado a la historia por sus dos industrias principales: la fabricación de grandes tinajas y la explotación de las canteras de “piedra de Colmenar”, la famosa piedra blanca que vemos en tantos edificios públicos y civiles de nuestra Comunidad, pero ofrece al visitante muchos más atractivos.

Bajo esa plaza que ya visitamos en su día, hoy sigue corriendo el barranco de Zacatín, encauzado gracias al túnel del mismo nombre que cruza la plaza mayor y desemboca en unos jardines que se descuelgan por la ladera hasta alcanzar una fuente monumental de finales del siglo XVIII, también de Zacatín, protegida por una elegante arcada bajo la que nace una sucesión de pilones de piedra.

Fuente de Zacatín

Izq.: Fuente de Zacatín. Dcha.: Puente de Zacatín.

Si volvemos, protegidos de la lluvia o del sol por la bóveda del túnel de Zacatín (conocido como “puente” en Colmenar), llegaremos a la escalinata que antecede al Monasterio de la Encarnación, una obra barroca del siglo XVII que parece combinar detalles de su homónimo de Madrid con monasterios de su mismo tiempo, como las Bernardas de Alcalá de Henares. Enfrente, en fin, en la misma plaza, casi al nivel del suelo que pisamos, podremos ver el dintel de una casa blasonada, bien fechada, para reposo de los arqueólogos, en el año 1669.

Siempre presidiendo las vistas de la ciudad, título que Colmenar de Oreja ostenta desde 1922, se distingue la iglesia de Santa María la Mayor, una imponente construcción del gótico final que ofrece a la plaza, tras el Ayuntamiento, el muro ciego de su cabecera, construida en la blanca piedra caliza local y flanqueada por torrecillas circulares que le dan cierto aire de fortaleza medieval. En su interior, en el presbiterio, a los lados del altar, grandes paneles pintados por Ulpiano Checa recogen escenas de la Biblia.

Sobre estas líneas, la Fuente de Zacatín y una casa blasonada (Fotos: Carlos Caballero).

Por ello, no podemos acabar la visita a este lugar sin acudir al Museo Ulpiano Checa, que recoge la mayor parte de la obra de este destacado artista nacido en Colmenar de Oreja y que desempeñó un notable papel en la pintura y escultura españolas del paso del siglo XIX al XX, como expone este Museo, en el que se ve la influencia de las artes decorativas y el historicismo en este pintor cuya figura se reivindica cotidianamente desde aquí. Somos conscientes de que nos dejamos, aún, algunos hitos monumentales sin conocer, como la Ermita del Humilladero, del siglo XVI, las ruinas del castillo medieval de Aurelia (que, sobre montes de yeso, domina el Tajo y el camino hacia Aranjuez), el Museo de la Piedra o el Azud de Aldehuela, una de los primeras obras construidas para domesticar al Tajo en esta vega fértil jalonada antiguamente de molinos y batanes. Pero lo hacemos porque entendemos que Colmenar de Oreja da de largo para más de un día, que el viajero tendrá que detenerse a comer o pernoctar y, sobre todo, como ya ha hecho esta serie de “Nuestro Patrimonio”, revisitando uno de los cascos históricos más entretenidos de nuestra Comunidad, tendrá alguna vez que volver por aquí, si es que quiere de veras conocer todo lo que esta ciudad ofrece.

Una sala del Museo Ulpiano Checa y convento de Agustinas Recoletas.

(El artículo sobre la Plaza Mayor de Colmenar de Oreja, publicado por nuestro compañero Luis Andrés Domingo Puertas, puede verse aquí: https://noroeste.ayeryhoyrevista.com/plaza-mayor-de-colmenar-de-oreja/)