Carlos Caballero /
Arqueólogo
Colegio de Profesionales
de la Arqueología

Pocos elementos de nuestro patrimonio cultural llaman tanto la atención, a cualquier tipo de público, de cualquier edad, como un castillo. Más si, como en el caso del Castillo de la Coracera, en San Martín de Valdeiglesias, el edificio responde tan fielmente a la imagen que el imaginario colectivo tiene de cómo era un castillo medieval.

La Coracera es el edificio más sobresaliente de un casco urbano, el de San Martín de Valdeiglesias, cargado de historia, en el que habría que destacar, además, su peculiar iglesia de San Martín. Los datos apuntan a que el castillo fue construido en los siglos XIV y XV, sobre los restos de otro anterior del que existen algunas referencias. El Castillo se construyó para formar parte de una línea de defensa en la que se integraban también los cercanos de Maqueda y Escalona (ambos en Toledo), y el de Cadalso de los Vidrios, ya en Madrid. Es muy probable que en algún momento de su dilatada historia perteneciera a Don Álvaro de Luna, el gran señor de toda esta zona, y al que también se relaciona con el Palacio del Marqués de Villena de Cadalso, reseñado hace unos meses en esta serie de la revista “Ayer y Hoy”.

Hay que indicar, eso sí, que el aspecto que presenta el castillo en la actualidad no se ajusta al original, porque su dueño, hacia 1930, le añadió algunos elementos inventados, como los remates almenados de las torres o la puerta exterior. Aún así, se tiene a la Coracera por un ejemplar característico del típico castillo medieval señorial, con dos cinturones defensivos que protegían la parte principal del castillo, la torre del homenaje. El recinto principal es cuadrado, con torreones en tres de sus esquinas y una torre pentagonal (la del Homenaje) en la cuarta.

Este recinto contaba con una galería acorazada que enlazaba las tres torres circulares con la del Homenaje y permitían la defensa del castillo desde casi cualquier punto. La barrera exterior, que envolvía un espacio aún más amplio, estaba protegida, además, por un foso que se salvaba por un único punto mediante un puente levadizo.
La torre del Homenaje, la zona en la que, como era habitual, se concentraban la actividad del castillo y sus espacios residenciales, tenía un almacén propio y un pozo al que solo se accedía desde la torre: lo necesario para poder resistir un largo asedio en el punto más inexpugnable de la fortaleza.

Izq.: Una de las torres del castillo. Centro: Escalera en el interior de la Torre del Homenaje. Dcha.: Torre del Homenaje (Foto de Carlos Caballero).

Entre la historia y la anécdota, el terreno en el que se mueve la crónica de sus visitantes ilustres, hay que recoger aquí que en el castillo de la Coracera se alojó en varias ocasiones Juan II de Castilla (primera mitad del siglo XV) y también Isabel la Católica cuando, en 1468, fue proclamada heredera de la Corona en Guisando, a escasa distancia de San Martín de Valdeiglesias.

En la actualidad, el castillo, que puede recorrerse en una interesante visita turística, acoge, además de a la oficina de turismo de la localidad, a una vinoteca que promociona los vinos de la Denominación de Origen “Vinos de Madrid”, que tiene en San Martín de Valdeiglesias una de sus zonas de producción. Estos famosos vinos ya habían sido elogiados por Santa Teresa de Jesús, que pasaba con frecuencia por San Martín de Valdeiglesias y se alojaba en la conocida como “Casa de las Dos Puertas” (o Casa de la Santa), aún conservada en la calle Marqués de Valdeiglesias: “San Martín de Valdeiglesias, lugar de mil vecinos, está en llano, entre sierras y pinares, tiene infinitas viñas y es lugar de muy buen vino”, dice un texto atribuido a la santa de Ávila.

En condiciones normales, el castillo de la Coracera es visitable de viernes a domingo; no obstante, la información sobre horarios y regímenes de visita puede obtenerse en esta web: https://www.castillodelacoracera.com/.

Vista desde la torre. (Fotos de Carlos Caballero)