Florencio Rodríguez / Secretario general de ASAJA Ciudad Real

La situación tan excepcional que estamos viviendo bien merece una reflexión. Hace unos meses agricultores y ganaderos estábamos en la calle, con nuestros tractores, para compartir con la sociedad y hacerla conocedora de cuántos problemas están asfixiando al sector y poniendo en serio peligro no solo el futuro de muchas explotaciones, sino del propio sector productor. Esta situación de baja rentabilidad de las explotaciones, derivada de los bajos precios y los elevados costes de producción no ha variado. Lo que sí ha cambiado es la razón por la que nuestra maquinaria sigue en la calle. Los tractores con sus cubas y atomizadores están recorriendo las calles, las plazas, los parques y avenidas de nuestros pueblos, desarrollando tareas de desinfección de los espacios públicos con motivo de la situación provocada por la crisis sanitaria del COVD-19, un virus que no conoce de fronteras y ha quebrado el sosiego del mundo. Desde la localidad de Tomelloso, Malagón, Daimiel, Manzanares, Argamasilla de Alba, Villarrubia de los Ojos, Torralba de Calatrava o Porzuna; los empresarios agrarios han puesto a disposición de los ayuntamientos sus equipos de maquinaria y su trabajo con el fin de ayudar a frenar la propagación del virus.

Agricultores y ganaderos no somos ajenos al momento tan complicado que vive la sociedad y así es como queremos contribuir con nuestro granito de arena, al margen de que sigamos cumpliendo con nuestra principal responsabilidad, que como bien saben, no es otra que proporcionar alimentos y garantizar el abastecimiento de la sociedad en cantidad y calidad. El sector primario es un sector estratégico y lo es no solo por la aportación que hace al Producto Interior Bruto de la economía, sino por la necesaria y vital contribución que hace a la sociedad.  Cuando hablamos de soberanía alimentaria no estoy haciendo alusión a una entelequia, sino a algo tan real, tangible e imprescindible como que las personas nos podamos seguir alimentando.

Los trabajadores del campo, agricultores y ganaderos, a pesar de la falta de previsión y consideración de las singularidades del sector primario en las normativas que se han ido aprobando desde que se decretara el estado de alarma para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19, hemos seguido cumpliendo con nuestro principal deber: garantizar el abastecimiento de alimentos sanos y de calidad a la sociedad española.

He de decir que este menester no ha sido sencillo ni ha estado exento de contratiempos por la falta de coordinación, especialmente en la primera etapa de la pandemia. Movilidad del personal, distribución y suministro de los productores, adquisición de insumos, o movimientos transfronterizos. Muchas veces el legislador no es consciente de que el campo es un sector vivo. A ello ha habido que sumar la incertidumbre generada ante el cierre de mercados, el canal HORECA y de las lonjas.

Pese a los obstáculos, el campo ha dado muestra de una gran responsabilidad. Una vez más hemos sabido estar a la altura de las circunstancias y con empeño y tesón, atentos a nuestro deber, hemos bregado para que se aclaren estos términos y no se ponga en riesgo la producción.

Sin embargo, ya en la desescalada estamos viendo las consecuencias de la pandemia. Ésta ha dejado su huella en el sector vitivinícola o en el ovino y caprino. A estas alturas urge poner en marcha un Plan de Choque económico para el sector agrario, con partidas presupuestarias que vayan en paralelo a los fondos de la PAC. Porque el campo es esencial, ahora más que nunca.