Francisco Javier Morales

Francisco Javier Morales Hervás/ Doctor en Historia

El paraje en el que se encuentra ubicado el Castillo de Peñarroya es un lugar idóneo para buscar el sosiego y reencontrarse con la armonía que sabe conjugar a la perfección los valores universales del patrimonio natural y del patrimonio artístico. Se trata de un enclave extraordinario para visitarlo en la agradable compañía de familiares y amigos.

Murallas y torres almenadas se recortan contra un horizonte de azules infinitos que se tornan dorados, rosáceos y rojizos al atardecer. Suaves colinas ondulantes decoradas con arbustos típicamente mediterráneos y el curso del río Guadiana, ahora retenido en la presa del pantano de Peñarroya, enmarcan a esta bella fortaleza medieval, cuyo origen parece remontarse a la época musulmana, aunque su configuración actual es el resultado de la ocupación cristiana.

Castillo de PeñarroyaEl Castillo de Peñarroya cumple con uno de los axiomas fundamentales a la hora de edificar este tipo de construcciones defensivas: localizarse en un enclave estratégico, junto a un importante curso de agua, que aprovecha y controla, y en un punto de transición entre dos comarcas naturales bien diferenciadas: las llanas tierras manchegas, aptas para la explotación agraria, y los ondulantes terrenos montieleños, apropiados para la obtención de recursos cinegéticos y forestales. La fortaleza se ubica sobre una peña de tonos rojizos que explican el nombre que recibe este paraje que rezuma historia y literatura. En efecto, tenemos evidencias de la presencia humana en este entorno desde hace, al menos, más de 2.600 años y es muy probable que estos paisajes sirviesen de inspiración a Cervantes para desarrollar algunas de las andanzas del Ingenio Hidalgo, Alonso Quijano.

Pañarroya es tierra de caballeros, tanto del de la Triste Figura salido de la imaginación cervantina, como los de la orden militar de San Juan, que fue la encargada de administrar el castillo y el territorio adyacente. Según algunas fuentes, la fortaleza fue tomada a los musulmanes en 1198 y pocos años después, una vez que el avance cristiano se consolidó más allá de Sierra Morena tras la batalla de las Navas de Tolosa (1212), se asentó en ella la Orden de San Juan, que desde este enclave desarrolló una eficaz administración económica hasta el punto de convertir esta encomienda en la más próspera de la Orden en el siglo XIV. El castillo está realizado con mampostería y sillares, empleando las rocas y tierras del entorno, por lo que la fortaleza adquiere también característicos tonos rojizos que la hacen mimetizarse con la base pétrea sobre la que se asienta esta construcción en la que podemos recorrer su foso, patio de armas, aljibe, torre albarrana, torre del homenaje…

La tradición señala quCastillo de Peñarroya 3e poco después de la conquista cristiana de este castillo se produjo la aparición de la imagen de Nuestra Señora de Peñarroya, que es muy venerada por toda la comarca, especialmente por los habitantes de Argamasilla de Alba y de La Solana, que la comparten como patrona. En un primer momento hubo una imagen original que fue venerada en una pequeña iglesia que formaba parte del castillo, pero la imagen que actualmente se venera es una extraordinaria talla del siglo XVII, que se encuentra dentro del recinto de la fortaleza, en una ermita barroca en la que destacan su retablo churrigueresco y unas pinturas situadas a ambos lados del altar mayor y en el camarín.

Y tras la contemplación de tanta belleza natural y patrimonial sólo nos queda dar gusto también a nuestro paladar con la rica oferta gastronómica que nos aguarda en Argamasilla de Alba, para disfrutar como auténticos bachilleres.

*Las fotos de este reportaje se han obenido de Wikipedia y Wikimedia