No todo está en las guías de turismo: en esta sección de “Nuestro Patrimonio” visitamos hoy uno de esos monumentos que, pese a sus singularidades, no es habitual en los recorridos por nuestra Comunidad. La iglesia de San Pedro Apóstol, parroquia de Camarma de Esteruelas, es uno de los mejores ejemplos del infrecuente arte mudéjar de Madrid, pero reserva para quien se anime a visitarla muchos más alicientes.
En el sobrio exterior lo primero que llama la atención es el ábside y los muros que cierran la capilla mayor, recorridos por tres galerías de arquillos que ennoblecen los discretos y eficaces paramentos de ladrillo. Estamos ante una muestra del más puro arte mudéjar, designado por algunos –no se sabe si con ánimo de ensalzar o de denostar- como “románico de ladrillo”, que encuentra paralelos en Carabanchel, en Valdilecha, en Talamanca de Jarama o, fuera de nuestro territorio, en Arévalo o en Cuéllar. Quienes se han ocupado de estudiar esta iglesia sitúan este ábside en el siglo XII, dato que lo convierte, por tanto, en uno de los templos más antiguos de nuestra Comunidad. Si observamos con atención (“con mirada de arqueólogo”), veremos que en el extremo oriental de este ábside una enorme grieta vertical recorre el paramento de arriba abajo. Fosilizada por las restauraciones, nos mira como para advertirnos de la fragilidad de nuestro patrimonio cultural.
La iglesia de Camarma vivió dos ampliaciones o reformas, una en el siglo XVI, que habría sustituido o completado al templo mudéjar original, a la que se debería la nave de la iglesia y sus fachadas exteriores, construidas en fábrica mixta de ladrillo y mampostería. Esta tipología constructiva es fiel a los parámetros del llamado “aparejo toledano” que, tan extendido en toda la Diócesis de Alcalá, recuerda la antigua dependencia de todas estas tierras del Arzobispado de Toledo. También a este momento debe corresponder la torre, que remite a otras similares de nuestra Comunidad, como San Agustín de Guadalix o Cobeña, o incluso a la de la cercana Catedral Magistral de la cabeza de la Diócesis, Alcalá de Henares. Constan también, en la documentación y en la historia del templo que desvelan silenciosamente sus muros, algunas intervenciones del siglo XVIII que acabarían por darle a la iglesia su aspecto actual.
Si entramos al luminoso interior del templo, descubriremos cómo los arcos mudéjares de ladrillo que habíamos visto en el ábside se entrelazan para formar un cesto sobre el que crece una excepcional pintura mural que, datada en el siglo XIV, muestra un peculiar Pantocrator flanqueado por el tetramorfos. Bajo esta representación, arcaica en su concepción a pesar de su tardía fecha, otras pinturas, más modernas, pero notables, representan el martirio de San Sebastián y a Adán expulsado del Paraíso.
En el resto de la iglesia, sencillas columnas de piedra caliza sustentan una imponente techumbre de madera, uno de los principales valores de esta singular iglesia camarmeña, en la que los pares y los nudillos se entrecruzan desvelando el buen oficio del carpintero que armó la estructura.
Camarma de Esteruelas es un ejemplo práctico de cómo piezas excepcionales de patrimonio escapan a menudo del conocimiento general simplemente por no estar situados al lado de los ejes principales de comunicación. Pero, como antiguamente decía el prontuario turístico por antonomasia, la vieja guía Michelín, San Pedro Apóstol de Camarma “vaut le voyage”.
(Para preparar la visita se recomienda consultar el blog de Vicente Camarasa “El Señor del Biombo”, con una entrada dedicada a esta iglesia: https://seordelbiombo.blogspot.com/2022/03/la-iglesia-de-san-pedro-camarma-de.html)