Aurelio Maroto

Festival cata vino y quesoImaginen un Fórmula 1, la máxima expresión creativa en materia automovilística. Ahora imaginen un piloto a su altura, y no demos nombres. El resultado es un compendio perfecto de mecánica y talento, capaz de colmar al hincha más exigente. Más o menos, es lo que ocurrió durante la cata maridaje de cinco vinos singulares con cinco quesos de renombre internacional. Una materia prima de excepción guiada por el conductor adecuado, Jesús Velacoracho, solanero afincado en Barcelona con una gran reputación como experto en tales gastronomías.

La Casota Gourmet albergó esta exclusiva cata, incluida en el programa del X Festival de Cine y Vino “Ciudad de La Solana”. Su propietario, José Araque, invitó al ponente sabedor de su capacidad. “He aprovechado la amistad con Jesús para esta cata, que continúa la línea que hemos emprendido en La Casota Gourmet”. Jesús Velacoracho dijo estar muy agradecido a su anfitrión por la invitación, y especialmente contento por estar en su pueblo natal, “doy las gracias a José Araque por dejarme participar en cosas de mi tierra; sigo siendo un manchego irredento”.

Acostumbrado a comentar catas en el Círculo del Liceo o el Ateneo Barcelonés, donde este tipo de eventos son comunes, buscó un maridaje de alto nivel. “No quise elegir vinos de aquí porque son más conocidos y busqué algo más atrevido”. La treintena de catadores asistentes recibieron en su mesa una tabla con cinco quesos, que fueron probando con cuatro vinos blancos y un tinto. El primero era un queso Camembert Fermier, francés, que maridó con un vino Pinot Noir, conocido rosado borgoñón. El segundo queso fue un Roquefort Papillón Rojo, maridado con un champagne auténtico. A continuación se probó un queso Blau del Nèt, vasco, junto a un vino italiano Incrocio Manzoni. El cuarto maridaje fue el queso Marantona Viejo, de La Casota, con un tinto reserva de Ribera del Duero, de bodegas Carmelo Rodero. La última cata mezcló un queso azul Stilton, inglés, con un vino dulce Botrytis Cinérea.

Según el ponente, se trata de quesos sorprendentes “que representan la mejor esencia quesera de Europa”, maridados con vinos “largos y únicos”. Su objetivo era traer a La Solana lo mejor, de ahí su singularidad, pero sin ánimo de que fuera una cata técnica, “no quería una cata organoléptica, sino hedonista, por el puro placer de disfrutar de estos manjares”.