Cuando la inflación inicia una lenta caída y en los países desarrollados se promueve una recuperación de la actividad industrial, resulta imprescindible contemplar el panorama energético en el mundo y valorar las políticas de reducción de los vertidos de carbono en la atmosfera, compromiso renovado en las citas internacionales de valoración del cambio climático.
La primera consideración se relaciona con la voluntad de cumplimiento de los compromisos adquiridos, una cuestión fundamental que afecta a la reducción de la industria en Europa, por debajo del 15% del PIB de la Unión, mientras en sólo tres países de Asia y Estados Unidos, grandes consumidores de carbón, continua la defensa de su economía por encima de todo; no olvidemos que tres países son responsables de más de la mitad de los gases de efecto invernadero vertidos a la atmosfera: China, India y Rusia.
Europa, con vertidos que suponen el 8% de las emisiones mundiales, se mueve en la ejemplaridad promoviendo el fin de cualquier contaminación en la década del 2040, aunque ello ponga en peligro su actividad industrial y el bienestar de sus ciudadanos. El dogma asumido en el Parlamento Europeo permitirá un sacrificio sin contrapartidas solidarias de los países mencionados, mucho más si no se concretan pactos de estabilidad en función de la agresión rusa a Ucrania y la oportunidad de China para emerger frente a Estados Unidos sin compromisos de moderar la paz influyendo en Rusia.
Con este panorama político conviene mirar a las fuentes energéticas y valorar el poder tecnológico de cada bloque de actores:
Estados Unidos ha logrado la autosuficiencia en materia petrolífera. Cada restricción productiva en Oriente Medio influye en el precio y la extracción del subsuelo rocoso alcanza una buena rentabilidad; por otra parte, al relajar las condiciones con Venezuela se asegura un suministro extra en caso de necesidad suplementaria. El crecimiento de su planta de renovables – eólica principalmente – es todavía simbólico y la transición a la generación limpia conservará más de un 20% de la oferta con nucleares; un equilibrio que garantiza consumos a precios competitivos y una progresión de sus compromisos medioambientales.
China e India han recuperado poder económico tras la pandemia y su apelación al carbón sigue siendo intensiva para generar electricidad y complementar la producción nuclear. Su ventaja coyuntural se deriva de las limitaciones impuestas en la Unión Europea a la compra de hidrocarburos rusos; se ha producido un gigantesco mercado de transacciones clandestinas en las que los clientes chinos e indios adquieren petróleo ruso con precios en el entorno de los 55€/barril, frente a la cotización internacional en el entorno de los 83$/barril. Ello supone efectos importantes en un mercado mundial de 100M de barriles/día que se moverá a la baja, con dos repercusiones:
– La OPEP perderá clientes chinos e indios, suministrados ahora desde Rusia en un régimen de precios privilegiados. Reducir la producción para conseguir alzas o vender a precios rusos son medidas que la escasa solidaridad entre los países miembros podría alumbrar. Sobre todo, si China deja de comprar su cuota en el mercado de precios transparentes.
– El incremento de los suministros de gases combustibles licuados es una pequeña contribución al embargo europeo a Rusia. España ha doblado sus compras, sin duda aprovechando mejores precios que los ofertados por Argelia, y sigue necesitada de ofrecer suministros de electricidad y gas a Marruecos que padece sanción permanente de Argelia.
La construcción de parques eólicos en España avanza y en algún sentido supone una amenaza de reciclaje gigantesco ya que el volumen de palas en aerogeneradores instalados se acerca a 300.000 TM. Crece nuestra dependencia de fuentes de generación no regulares cuyo impacto en la oferta de electricidad si se elimina el parque nuclear es inexplicable.
El resto de Europa se enfrenta a una situación delicada con algunos países muy importantes en el limbo de la planificación energética. Sólo Francia y el Reino Unido han apostado por la racionalidad nuclear activa, proyectando nuevos reactores que tendrán un mercado seguro en Bélgica, Holanda, Suiza y los países del Este, con Italia a la expectativa. España, probablemente recuperará a medio plazo los valores de esta fuente de generación por su capacidad tecnológica y la caída del dogmatismo irracional que busca proteger los resultados electorales, engañando a los votantes.
En todo caso, los países desarrollados habrán de recapacitar sobre el dogma medioambiental, valorar los efectos de una solidaridad suicida y modificar los ritmos del cambio con agendas más realistas. ¿Quién será el responsable, dentro de diez años, de nuestro declive industrial ya planeado?
(Para más información, Bajalica Green Planet SL. Defensa del Medio Ambiente Tel.: 91 856 01 77, bajalica@bajalica.es, www.bajalica.es)