Aunque resulte paradójico, para escribir sobre el patrimonio de la provincia de Jaén, utilizaremos el Mediterráneo como cotexto geográfico en virtud a una reflexión del historiador Fernand Braudel: “El Mediterráneo comienza donde aparece el primer olivo que uno encuentra cuando viene del norte”. Haciendo acopio de estas palabras imaginen ahora un viaje desde la meseta hasta el sur de España; llanuras manchegas que dan paso a la frontera natural de la Sierra de Despeñaperros donde ya se vislumbra un aperitivo de ese mar de olivos que poco a poco va modelando un paisaje de campiña verde y plata que sorprende al neófito, abruma al advenedizo y abre las puertas del paraíso al emigrado.
Jaén y su inconfundible paisaje de olivar son historia, mito, leyenda y patrimonio; en definitiva, cultura. Modelar un paisaje con setenta y seis millones de olivos no es flor de un día, se necesita de un lado la complicidad de un entorno geográfico con la mayor extensión en parques naturales de España; un territorio fronterizo protegido cual tesoro por el mayor número de fortalezas y castillos de Europa; y por qué no decirlo, el lugar escogido por el río Guadalquivir para nacer, cuyas aguas, cual oasis en el desierto, se erigen en milenario aliado de los campos de olivares.
Semejante paraíso no pasó desapercibido por las principales culturas que con el Mediterráneo como cómplice supieron sembrar en Jaén un caldo de cultivo cuyo fruto hoy brota en forma manifestaciones artísticas rupestres o yacimientos íbero-romanos que ya vivieron en entorno de olivares; generosos campesinos andalusíes que cultivaron la tierra testigo de capítulos trascendentales para la historia de nuestro país como las Navas de Tolosa o el nacimiento de la dinastía nazarí; agradecidos herederos de una molturación gestada durante siglos que hoy tiene como cosecha Premium Úbeda y Baeza, ciudades Patrimonio de la Humanidad.
En esa dicotomía hombre y naturaleza, condenada a entenderse, es donde surge el cultivo del olivar, sustento milenario de aquellos antiguos colonos que vieron en él un modo de producción eficiente que pasó del autoconsumo al comercio y de una necesidad a una filosofía de vida que hoy representa como pocos a la provincia de Jaén.
Así se gesta Jaén y sus olivares, tándem cuyo valor patrimonial es innegable para un zumo de aceituna de una calidad y excepcionalidad que es indivisible y equiparable a la espectacular estampa que presentada a lo largo de sus más de 500.000 hectáreas de cultivo y que en su conjunto ofrece un paisaje único en el mundo, con una perspectiva geográfica tan homogénea como diversa, tan insólita como simple y tan extensa que baste un golpe de vista para asimilarla.
El paisaje del olivar en la provincia de Jaén y en Andalucía es algo tan único y tan importante para esta región que es capaz de poner de acuerdo planteamientos antagonistas; al jornalero y al empresario y a modelos ecológicos y explotaciones intensivas. Todo ello, amén de su especial impronta visual y sus beneficios para el medio ambiente, supone un aval suficientemente necesario para que la candidatura que presenta a ser Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad consiga su propósito con méritos justificados, y claro, no solo por la belleza de su paisaje sino por todo lo que representa.
Este patrimonio natural, el del olivar y su paisaje, ofrece unas infinitas posibilidades de recursos que lo hacen ser motor de un tejido empresarial que va más allá del producto agroalimentario, desarrollándose en la última década entorno a él un infinito catálogo de productos y servicios turísticos que han contribuido a la desestacionalización del sector en la provincia de Jaén con una oferta que bajo la denominación OleoturJaén engloba experiencia turística de una variedad tan extensa que abarca desde: catas especializadas, visitas a almazaras, oleotecas, restaurantes y tiendas de artesanía; museos temáticos y empresas que ofrecen paseos a caballo por el olivar; se han creado vías de senderismo, alojamientos y spas con tratamientos de salud y belleza, además de eventos de especial interés turístico como la Fiesta del Primer de Aceite o Expoliva. Todo este abanico de posibilidades presenta un sector que de forma especial en Jaén, pero extensible a otras provincias de Andalucía, ve en la designación del “Paisaje del Olivar” como Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad una oportunidad única para atraer a potenciales turistas cuya presencia suponga una oportunidad para apuntalar ciertas carencias que se vienen arrastrando desde décadas para un sector que aspira a convertirse en un referente turístico en España como lo es desde hace años el enoturismo en distintas regiones de España.