El de 2 de diciembre de 1562 nacía, en la localidad de Alcaraz, Luisa Oliva Sabuco. Su madre se llamaba Francisca de Cózar y su padre, Miguel Sabuco, pertenecía a una familia acomodada e influyente y era una persona culta, que había recibido una formación bastante amplia, hasta el punto de ser reconocido como bachiller. En el siglo XVI el municipio de Alcaraz era un núcleo bastante dinámico, donde el padre de Oliva ejerció como boticario y en el que llegaría a desempeñar destacadas funciones en el gobierno municipal. Estas circunstancias favorecieron que Oliva recibiese una esmerada educación, a la que contribuyeron destacados personajes como Pedro Simón Abril, profesor de Gramática y Retórica, que llegaría a impartir docencia en la Universidad de Zaragoza. Oliva, además, se beneficiaría de los conocimientos que su padrino, el doctor Alonso de Heredia, pudo compartir con ella y también es probable que Oliva asistiese a algunas reuniones de intelectuales promovidas por la inquietud científica de su padre, en las que podría satisfacer su innata curiosidad y conocer algunos de los principales debates científicos y filosóficos de la época.
En diciembre de 1580 contrajo matrimonio con Acacio de Buedo, que también era miembro de una de las familias más relevantes de Alcaraz y que durante buena parte de su vida se dedicó a la política municipal. Fruto de este matrimonio Oliva tuvo cuatro hijos, pero sus responsabilidades como madre no le hicieron abandonar sus intereses culturales y científicos y buena muestra de ello fue la publicación en 1587 de su libro “Nueva filosofía de la naturaleza del hombre, no conocida ni alcanzada de los grandes filósofos antiguos, la cual mejora la vida y la salud humana”, que iba precedido de una dedicatoria al rey Felipe II en la que incluyó una significativa solicitud al monarca: “favorezca a las mujeres en sus aventuras”.
Este interesante ensayo, de carácter casi enciclopédico, en su mayor parte está redactado en castellano, excepto dos opúsculos que están escritos en latín, y en él su autora trata con una sorprendente modernidad y profundidad cuestiones diversas relacionadas con la medicina, la psicología, la filosofía y la política. La obra se estructura en siete tratados: cinco diálogos y dos opúsculos. Probablemente para facilitar su lectura y la comprensión de los complejos temas que se abordan, Oliva decidió adoptar el estilo del diálogo, en el que dos pastores van formulando diversas preguntas a un tercero, que es el que expresa la opinión de la autora. De este modo va presentando sus ideas, sin temor a replantear creencias consolidadas desde siglos atrás, como cuando realiza una crítica a la medicina tradicional, basada en los principios de Aristóteles, Galeno e Hipócrates, señalando que sus fundamentos no son los adecuados para evitar una muerte temprana. También expresa ideas que reflejan una visión muy moderna de la medicina al señalar la importancia que puede llegar a tener la mente para llegar a curar males físicos, de hecho, para Oliva el órgano principal del cuerpo humano no era el corazón sino el cerebro y por ello afirma que disfrutar de la música, pasear por la naturaleza, mantener una buena conversación o la cromoterapia también puede contribuir a tener una buena salud.
Otra de las cuestiones más relevantes de esta obra es su aportación para mejorar la prevención contra las enfermedades contagiosas, como la peste, indicando que para frenar su trasmisión por el aire era conveniente usar mascarillas. También realiza una importante contribución en relación al conocimiento de la circulación sanguínea al realizar una brillante descripción de la circulación menor. En otro de los diálogos se centrará en cuestiones sociopolíticas, analizando la construcción del Estado y manifestando opiniones muy modernas sobre la libertad y la dignidad humana.
La Nueva Filosofía de Oliva Sabuco tuvo un gran éxito y una notable repercusión desde su publicación, lo cual explica que en 1588, al año siguiente de la primera edición, se publicara una segunda edición, que sería censurada por el Tribunal de la Inquisición, probablemente por la heterodoxia de muchos de los principios recogidos en el libro y por tratarse de una obra escrita por una mujer. En 1622 se publicó otra edición, esta vez en lengua portuguesa y hubo nuevas reediciones a lo largo de los siglos XVIII y XIX.
Esta obra llegó a recibir grandes elogios en su época, pero este reconocimiento, lejos de beneficiar a su autora, fue utilizado por otros investigadores que no dudaron en copiar descaradamente, sin citarla, algunas de las ideas más novedosas expresadas por Oliva.
Se desconoce el año exacto de su muerte, aunque se sabe que hizo testamento en 1646. El legado intelectual de Oliva Sabuco ya fue resaltado por destacados eruditos como el padre Feijoo y Menéndez Pelayo, incluso Lope de Vega llegó a denominarla como la “Musa Décima”. Hoy día su figura sigue mereciendo todo reconocimiento, sobre todo ante el empeño de algunos autores, que, desde inicios del siglo XX, han insistido en manifestar sus dudas sobre la atribución a una mujer de la autoría de una obra tan notable como la Nueva Filosofía.