Este 19 de noviembre cumple 28 años y su carrera va en progresivo ascenso sin dejar de tener los pies en la tierra. En 2023 fue elegida Mejor Joven Diseñadora de España por la Asociación Ande, ha tenido un stand en Momad 2024, premio ‘Aguja Cerámica’ en Talavera de la Reina, galardón ‘Rosa del Azafrán de Oro’ de la Semana de la Zarzuela, sus modelos son cada vez más reconocidos en redes sociales… Marta VillaRuiz (Marta Ruiz Villaverde, Argamasilla de Calatrava, 1996) se define como muy familiar, trabajadora y gran profesional a la busca del diseño perfecto para disfrutar y hacer disfrutar plenamente de su tiempo entre costuras.
“Un taller mayor e ir a Cibeles son dos de mis retos; ahora lo veo factible, antes era imposible”
Pregunta.- ¿Quién es Marta VillaRuiz?
Respuesta.- Marta VillaRuiz es la marca de Marta Ruiz Villaverde. Soy una joven nacida en Argamasilla de Calatrava rodeada de confección y costura desde la niñez, mi abuela materna era modista y sus hermanas sastres. Ella y mi otra abuela son para mí un modelo a seguir como mujeres rurales empoderadas que han sacado adelante a sus familias. Han servido de fuente de inspiración en mi colección ‘Oro Rojo’ con la que fui nombrada Mejor Joven Diseñadora de España 2023. Pero hasta ese galardón, me he formado y he trabajado duro para ser diseñadora de moda. Cursé un grado superior en modelismo de indumentaria y tengo el título de especialista en diseño y patronaje de moda flamenca que me permitió concursar en pasarelas como SIMOF, Flamenca Granada, Flamenca Jaén o Málaga Flamenca.
En febrero de 2020 presenté mi colección de flamenca y en marzo nos confinaron. Aquello me derrumbó, pero ese verano el Ayuntamiento de mi localidad me contrató para dar clases de corte y confección en la Universidad Popular, que continúo. En 2021 quedé primera finalista en Marbella Flamenca. No quería encasillarme en moda flamenca porque comenzaba a tener encargos de vestidos de invitada y madrina de bodas. A finales de 2022 presenté un dossier al certamen de Ande, donde fui seleccionada como representante de Castilla-La Mancha con ‘Oro Rojo’ basada en el cultivo del azafrán manchego. Y lo gané, mi primer premio nacional.
P.- ¿Y cómo resultó aquella experiencia?
R.- El certamen fue el 29 de septiembre de 2023 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Fue el mejor día de mi vida hasta el momento, muchísimas emociones y una felicidad desbordante, por fin llegaba el reconocimiento a mi trabajo de tantos años. No contemplaba cuantía en metálico, pero sí estaba valorado en 10.000 euros para la instalación de un stand en Momad 2024; una licencia de patronaje por ordenador, y un máster en la Escuela Crea Diseño de Zaragoza, que estoy acabando.
P.- ¿Qué sensaciones has tenido en el Momad?
R.- Esperaba una mayor afluencia de gente, pues han estado presentes firmas de confección a gran escala y de alta calidad. Pero internet está engullendo a este tipo de ferias, al igual que industrias textiles provenientes de fuera de nuestro país que abaratan muchísimo los costes.
P.- ¿Qué caracteriza a tus diseños?
R.- Tejidos difíciles de confeccionar como plisados, volúmenes y colores vivos y cálidos, pero sobre todo, la perfección en los acabados. Además de mi propia experiencia vital. Mi familia se ha dedicado toda la vida a la agricultura y eso lo plasmo en mis diseños. Mi primer traje premiado de flamenca lo llamé ‘Desmayo rosa’ inspirado en la flor del almendro. En el caso de la colección ‘Oro Rojo’ busqué tejidos que asemejaran los colores del azafrán e incorporé hasta 1.500 flores cosidas a mano y cortadas a láser (proceso que realizaron en Sevilla); fueron nueve metros de tejido en flores, que iba doblando y cosiendo una por una.
P.- ¿Presentarás nueva colección próximamente?
R.- Este año no me lo he planteado, he tenido muchísimo jaleo en esta temporada, afortunadamente. También he asistido a algunos eventos: en mayo se celebró la primera edición de ‘Castilla-La Mancha es Moda’ donde desfilaron diez de mis modelos como diseñadora invitada; el 8 de junio fui premiada con la Aguja Cerámica de Talavera, donde desfilaron nuevamente los diseños; y el 18 de octubre, la Semana de la Zarzuela de La Solana me entregó el premio ‘Rosa del Azafrán de Oro’.
P.- ¿Ha sido difícil llegar a la alta costura?
R.- Sí, son muchas horas de trabajo y sacrificio. El verano para mí, la época profesional más intensa, transcurre en el taller que tengo montado en casa. De momento trabajo sola, con ayuda de mi madre, no da para más. El día que monte algo más grande lo haría en Argamasilla, en mi pueblo. Quiero recordar lo que me aconsejó Alejandro de Miguel, uno de mis referentes en la moda, y fue que me rodeara de buena gente y que aprendiera todo el proceso del oficio de la confección, y eso es lo que hago, desde el figurín hasta el planchado del vestido.
P.- Si tuvieras que definirte como diseñadora, ¿qué destacarías?
R.- Mi marca, Marta VillaRuiz, vende exclusividad, no hago dos vestidos iguales. Es algo que siempre destaco para diferenciarme del resto de competidores. Puedo utilizar el mismo tejido para varios diseños, ahora que es tendencia la tela monocolor, pero el look será totalmente distinto. Sólo me dedico a mujer, el boca a boca funciona muy bien y la gente me busca, sobre todo de la provincia.
P.- Tu lema profesional es ‘Hilvanando Historias, Diseñando Sueños’, ¿cada diseño es como una historia concreta y diferente para ti?
R.- Exacto, cada diseño es como un hijo. Cuando comencé a confeccionar para la calle me costaba mucho desprenderme de los vestidos, ahora no, quiero que se lo lleven cuanto antes para empezar otro proyecto. También es cierto que algunos diseños te inspiran más que otros. En cada trabajo intento transmitir lo que la clienta desea y lo adecúo al evento al que va destinado. Puede ser la boda de sus hijos, de sus hermanos… es algo muy importante, porque estás contando su historia personal en el vestido, para mí al menos es así.
P.- ¿Qué sueños querrías que se cumpliesen?
R.- Muchos se han cumplido ya. Actualmente lo que quiero es que se reconozca mi trabajo y mi marca, y eso está pasando afortunadamente, cada vez me conocen más en redes sociales.
Entre los retos pendientes están el montaje de un taller mayor y poder desfilar en Cibeles. Todo se puede conseguir, cuesta mucho dinero, pero ahora lo veo más factible, hace años era imposible.
P.- ¿La formación es fundamental para ti?
R.- Sí, sin formación no vas a ningún lado. A mis alumnas de Argamasilla les digo que la confección debe quedar perfecta, pero que para ello tienen que haber estudiado y puesto en práctica el patronaje; un patronaje perfecto da un buen resultado de prenda. Yo consigo que quede perfecto un vestido a medida desde cero y con sólo dos pruebas, pero es complicado.
P.- ¿Qué diseño y qué tejido elegirías para que sea una apuesta segura e ideal?
R.- Hoy en día hay mucha tendencia a un vestido de corte entubado realizado en crepe satenes con un pequeño porcentaje de elastano para la comodidad de la clienta. También satenes o crepes. Se suele poner tul bordado solo o en pedrería. Asimismo se ha llevado mucho la capa en tules o gasas.
P.- ¿Qué opinas de los diseños respetuosos con el medio ambiente, o de materiales reciclados?
R.- Lo veo positivo, si bien algunos diseños sólo valen para pasarela o alfombra roja. Respecto a la corriente actual de prendas con fibras sostenibles, habría que analizarlo detenidamente, porque por ejemplo a lo que llamamos algodón sostenible no es 100%, ya que las fibras son tratadas y pasan por un proceso de blanqueamiento que las puede deteriorar. En mi taller conservo telas de hace 70 años, de cuando mi abuela empezó, y están mejor que algunas que he comprado hace dos. Antes había muchísima mejor calidad, pero ahora con las fibras sintéticas como el elastano hemos ganado en comodidad y mejores acabados.
Ya en Jerez diseñé un vestido con plumas de pavo real de mi abuela e hice otro para la fundadora de las tortas ‘Inés Rosales’ con el sobrante del papel que envuelve el producto.
P.- ¿Haces algo de complementos?
R.- Sí, confecciono bolsitos tipo limosnera en pedrería y algún tocado y diadema, pero no me da tiempo para mucho más.
Texto: Oliva Carretero Ruiz Fotos: O.C.R. y cedida por la entrevistada