Elegida a finales de 2017 en los World Travel Awards -los premios más prestigiosos del sector turístico- como el mejor destino insular del mundo, Madeira es un paraíso en medio del Atlántico que no se ajusta al estereotipo de destino de playa, pues no es sino una hermosa isla volcánica de pequeñas calas de piedra con numerosas razones para ser visitada. La primera de ellas es su clima agradable, de humedad moderada y temperaturas suaves, que oscilan entre los 25º del verano y los 17º en invierno, que, junto a la influencia de la corriente caliente del golfo de México, hace que sus aguas sean templadas (de entre 22º y 18º), lo que la convierte en todo un lujo para vivir en ella.

Este pequeño archipiélago está formado por dos islas habitadas -Madeira y Porto Santo- y dos grupos de islotes en los que no vive nadie. Su origen es volcánico y su paisaje cuenta con abundantes extensiones montañosas y una flora de riqueza inigualable. Entre sus montañas debemos mencionar el Pico Ruivo, que con 1.861 metros, es el tercero más alto del país. Por otra parte cuenta con acantilados de auténtico vértigo, como el Cabo Girão, o mesetas como la de Paúl da Serra, con espectaculares vistas a valles y montañas, o bosques como el de Laurissilva, declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco. Esta orografía permite practicar un  turismo activo, con actividades como trekking, senderismo, hípica o bicicleta, escalada, barranquismo, ala delta o parapente. Respecto a las poblaciones, la capital, Funchal, situada en la isla de Madeira, es una hermosa ciudad de casas blancas en la que perderse entre plazas y callejones. Su puerto, el mercado de Lavradores, situado en pleno casco antiguo, o el Monte Palace Tropical Garden, un espectacular jardín de flores, plantas y árboles exóticos, son visitas indispensables.

Una gran característica de este pequeño archipiélago es que aunque en él encontraremos todo tipo de establecimientos, como grandes resorts, hoteles de lujo, apartamentos turísticos, posadas o casas de turismo rural, debemos contar también las quintas. Son casas señoriales características de la región, rodeadas de hermosos jardines con un gran valor patrimonial, que durante los siglos XVIII y XIX fueron propiedad de aristócratas.

 

Su gastronomía

Como es por todos conocido en Portugal se come muy bien y en Madeira no podría ser de otra manera. Para aquellos que disfrutan en la mesa, Madeira es también un gran destino, pudiendo elegir entre numerosos platos típicos y regarlos con sus también mundialmente famosos vinos. Entre los platos más populares debemos mencionar la Espetada, una brocheta de carne de vaca asada en una rama de laurel y acompañada con maíz frito; o el bocadillo de carne de vinha-d’alhos, una célebre especialidad elaborada con carne marinada de cerdo. La proximidad con el mar ofrece también excelentes platos cuya base es el pescado y el marisco, destacando los filetes de pez sable, atún o caballa, las lapas o el pulpo. Pero además Madeira es un verdadero paraíso de la fruta, donde podremos encontrar aguacates, plátanos, cerezas, chirimoyas o papayas, usadas con frecuencia para enriquecer comidas o en zumos.