Crisis Bajomedieval

Francisco Javier Morales Hervás / Doctor en Historia

En la primera mitad del siglo XIV se sucedieron en la Península Ibérica una serie de malas cosechas, que provocaron un notable descenso demográfico, que se incrementó por la proliferación de luchas y, sobre todo, de epidemias, especialmente de peste negra a partir de 1348. Este ambiente de crisis favoreció el incremento de las tensiones sociales, especialmente por el deseo de la nobleza de consolidar su poder, aumentando su presión sobre el campesinado, que se sublevará en revueltas antiseñoriales como la de los payeses de remensa en Cataluña. Por otro lado, esta crisis también exacerbó el antijudaísmo, produciéndose algunas matanzas, destacando las desarrolladas en 1391 en algunas zonas de Andalucía.

A principios del siglo XV empezó la recuperación económica, especialmente en Castilla, pero la mejoría tardaría más tiempo en percibirse en Aragón.

 

Corona de Castilla

Durante los siglos XIV y XV la Corona de Castilla logró ser una de las potencias más importantes de Europa. Aunque fueron frecuentes las luchas entre la monarquía y la nobleza, finalmente la monarquía castellana acabaría imponiéndose. El poder real organizó un sistema jurídico con normas como el Ordenamiento de Alcalá (1348) que reconocía al monarca como fuente de ley. Las iniciativas de la corona se financiaron con nuevos impuestos como la alcabala, que gravaba las transacciones comerciales. La corona también ejerció un mayor control sobre la Cortes y un mayor intervencionismo en las ciudades al nombrar a los regidores y los corregidores.

Cuando Alfonso XI accedió al trono en 1311 intentó reforzar el poder real, objetivo que quiso consolidar su hijo Pedro I, pero buena parte de la nobleza apoyó a Enrique de Trastámara, iniciándose  en 1366 una guerra civil, que finalizó con la muerte de Pedro en Montiel (1369) y el acceso al trono de la dinastía Trastámara, con Enrique II. Juan I aspiró al trono portugués por su matrimonio con Beatriz de Portugal, pero desistió tras la derrota de Aljubarrota (1385).

Enrique III (1390-1406) promovió las campañas que facilitarían la presencia castellana en las Canarias. Juan II (1426-1454) fortaleció el poder real frente a la nobleza, pero su hijo Enrique IV fue destronado “simbólicamente” por la alta nobleza en la farsa de Ávila. Por el Pacto de los Toros de Guisando (1468) la sucesora de Enrique sería su hermana Isabel, pero al casarse con Fernando (heredero de la Corona de Aragón), sin consultarle previamente, nombró sucesora a su hija Juana. Al morir Enrique IV se iniciaría una guerra civil entre los partidarios de Isabel y los de Juana “la Beltraneja”.

 

Corona de Aragón

Si la monarquía castellana fue consolidando su autoritarismo, la aragonesa se basó en el pactismo. El poder del rey estaba limitado por las normas de cada territorio (Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca), que contaban con unas Cortes propias, que tenían gran peso, pues aprobaban los impuestos y ejercían ciertas facultades legislativas. Al frente de los municipios estaba la figura del bayle, elegido por asambleas populares, pero que en la Baja Edad Media pasó a estar controlado por los señores.

La Corona de Aragón orientó su expansión hacia el mediterráneo. Pedro III conquistó Sicilia (1282), Jaime II, Cerdeña (1324) y Alfonso V, Nápoles (1442), pero las luchas con Francia, el papado, Génova, Pisa y Venecia debilitaron a la corona aragonesa, que tuvo numerosos conflictos con la nobleza, sobre todo la aragonesa, que no aceptaba el deseo de la monarquía de aumentar su poder ni veía con buenos ojos la política expansiva mediterránea. Los catalanes, especialmente la burguesía, sí apoyaron la política de la corona y, a cambio, el rey aceptó la creación de la Generalidad (1359), como delegación de las Cortes.

La crisis política se incrementó al morir Martín el Humano sin descendencia (1410), situación que se resolvió con el Compromiso de Caspe (1412) al elegir como rey a Fernando I de Antequera, de la familia Trastámara, que ya gobernaba en Castilla. Esta nueva dinastía quiso reforzar el poder real, lo que provocó tensiones, siendo la más destacada la guerra civil catalana (1460-1472), conflicto que derivó hacia un problema social al apoyar la monarquía a los payeses de remensa frente a los nobles. Finalmente Juan II logró rendir Barcelona tras la firma de las Capitulaciones de Pedralbes (1472). Esta guerra hundió la economía catalana, de lo que se benefició el reino de Valencia.

 

Reino de Navarra

A partir de mediados del siglo XIII se inició una política de acercamiento del Reino de Navarra a Francia. En esta etapa destaca el reinado de Carlos III (1387-1425) que convocó frecuentemente las Cortes y promovió el mecenazgo, gracias al cual se construyeron los palacios de Tafalla y Olite. El matrimonio entre su hija Blanca y Juan de Trastámara (futuro Juan II de Aragón) sumió a Navarra en una larga fase de conflictos, sobre todo cuando al fallecer Blanca (1441) Juan no aceptó que el hijo de ambos, Carlos, príncipe de Viana, heredase el trono, lo que dio lugar a una guerra civil que terminó en 1461 tras la muerte en extrañas circunstancias de Carlos. Estos conflictos internos debilitaron al reino, que sería conquistado en 1512 por Fernando el Católico.

 

Imagen superior: Alfonso XI y sus nobles. Libro de la Coronación de los Reyes de Castilla. Wikipedia