Luis Fernando León / Socio-director de
León&León Abogados

Y es que el mundo tecnológico avanza a velocidad de vértigo. Hemos pasado, en cuestión de apenas 20 años, de ver nacer y crecer internet a nivel de usuario, a interactuar con personas y empresas de todo el planeta a través de las redes sociales, y ver el amanecer de otra forma de entender la web: el «metaverso».

Lo primero que tenemos que saber es: ¿Qué es eso del metaverso? Su propio nombre lo indica, pues es la fusión de dos palabras: meta (más allá) y universo, esto es: más allá del universo actual conocido, pero no como habitualmente lo entendemos…

En una definición menos técnica, podríamos entenderlo como un mundo virtual paralelo en la red, donde podríamos “ser quien queramos ser”. A través de la realidad virtual y realidad aumentada, podremos trasladarnos a ese «metaverso» (pagando, obviamente), simulando, incluso nuestra propia personalidad y realizando actividades o acciones que en la vida “real” no queramos hacer.

¿Os imagináis poder ir al banco a través de un muñeco (avatar) que simula ser nosotros, para hacer transacciones económicas en una «criptomoneda» (moneda virtual) o asistir a un evento deportivo en 3D?

Pues idos acostumbrando, porque el «metaverso» ya está aquí y ha venido para quedarse. Lo que persigue es tener otra experiencia de internet, que hasta ahora solo había sido visual y sonora. Se habla de tener verdadera “presencia” en internet; es decir: sería como una extensión de nuestra propia vida, pero en la red, sintiéndonos como “más dentro de la red”, física y mentalmente.
Hay quien habla ya de «una matrix dentro de otra matrix». Una vez más, la ficción puede que supere a la realidad.

Quien va más avanzado en este terreno ha sido el gigante de las redes sociales: Facebook, que incluso ha cambiado el nombre de su empresa a «Meta» y, claro está, este cambio no ha estado exento de polémica.

El gigante tecnológico ha querido anticiparse y coger posiciones ante lo que puede suponer “la revolución de las redes sociales”, donde la gente podría relacionarse socialmente o jugar como actualmente ya lo hacen videojuegos como «Fortnite» o «Minecraft» de una forma mucho más “real”.

¿Os podréis imaginar lo que puede ser ese «metaverso» con todas las múltiples ofertas de entretenimiento y opciones de socialización que presumiblemente va a tener, sin una normativa que lo regule?

Los que leéis esta columna con asiduidad, ya sabréis a lo que, casi necesariamente, me voy a referir: sí amigos, la protección de datos y la privacidad de las personas.

Sin un medio normativo que lo regule, el «metaverso» se puede convertir en un mercado sin control para las empresas que lo subvencionen, donde los datos personales se puedan convertir en moneda de cambio o patente de corso para circular por la red de redes. Porque, no nos engañemos: lo que va a mover esta realidad paralela es la posibilidad de hacer negocio.

Esto acaba de empezar y todo está en el aire (o en la red…).