Francisco Javier Morales Hervás / Doctor en Historia

La Guerra Civil Española (1936-1939) tuvo causas diversas, pero entre ellas destacó la radicalización en el enfrentamiento ideológico entre derecha e izquierda. Tenían concepciones irreconciliables sobre el Estado, el papel de la Iglesia, las reformas sociales…y a todo ello se unió la coyuntura exterior con el avance del fascismo y el miedo a la expansión del comunismo soviético.

La conspiración militar.

Tras la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, los conspiradores, dirigidos por Mola, empezaron a preparar el golpe militar que debería  liderar Sanjurjo, pero falleció al inicio de la sublevación en un accidente aéreo.

El 19 de julio, Franco voló a Marruecos desde Canarias para unirse a la rebelión que triunfó en Sevilla, Cádiz, Córdoba, Granada, Navarra, la mayor parte de Castilla y León, las tres capitales de Aragón, Galicia, Oviedo y Baleares (excepto Menorca), pero fracasó en la mayoría de grandes ciudades y núcleos industriales. España quedaba dividida y se iniciaba una guerra civil en la que los sublevados llevarían la iniciativa

La dimensión internacional del conflicto

Las potencias mundiales formaron un Comité de No Intervención, pero, en realidad, cada país tomó posiciones individuales. El balance de los apoyos favoreció a los sublevados, lo cual determinó el desenlace del conflicto.

Apoyos a los sublevados.

Para Italia y Alemania la victoria de Franco representaba el triunfo del fascismo y posibilitaba contar con un nuevo aliado para el futuro, por ello enviaron abundante material bélico y unidades militares como la italiana Corpo di Truppe Volontarie o la alemana Legión Cóndor y dieron cobertura naval y aérea durante todo el conflicto, especialmente en el paso del Estrecho de Gibraltar de las tropas de Marruecos.

Franco también recibió apoyo del gobierno portugués (división de los Viriatos), del fascismo irlandés (Legión de San Patricio) y, sobre todo, del Vaticano, que apoyó lo que la Iglesia española calificó como “cruzada”.

Apoyos al Gobierno republicano.

Gran Bretaña no apoyó a la república española al temer una posible revolución social en España. En Francia hubo actos de apoyo al Gobierno republicano español, aunque no hubo ningún pronunciamiento oficial. Estados Unidos se mantuvo neutral para “no alentar el comunismo europeo”.

La República española solo fue apoyada por México, que proporcionó municiones, y por la URSS, que entregó abundante armamento y organizó, a través de la Internacional Comunista, el reclutamiento de voluntarios (Brigadas Internacionales).

Desarrollo de la Guerra Civil.

Primera fase: La “Guerra de columnas”.

El objetivo primordial de los sublevados era tomar Madrid. Mola avanzaba desde el norte, mientras que Franco y Yagüe, tras cruzar el Estrecho, se unen a Queipo de Llano en Sevilla y avanzan por Extremadura, desviándose hacia Toledo para libe­rar a los sublevados refugiados en el Alcázar. En septiembre, las tropas de Mola y Franco enlazan en la sierra de Gredos y unifican el territorio rebelde en un solo bloque. El 1 de octubre Franco es designado Jefe del Gobierno de la zona sublevada. En el frente norte, Mola tomó Irún para cortar el acceso del ejército repu­blicano a la frontera con Francia.

Segunda fase: La batalla de Madrid

Desde noviembre de 1936, el conflicto se con­virtió en una guerra de desgaste por la inesperada resistencia de Madrid. El Gobierno republicano se trasladó a Valencia, al temer que Madrid caería pronto. La resistencia fue dirigida por una Junta de Defensa, presidida por el general Miaja. Franco inició una operación para rodear Madrid, sucediéndose entre enero y marzo de 1937 tres batallas: la de la carretera de La Coruña, la del río Jarama y la de Guadalajara, que terminó con una estrepitosa derrota del ejército rebelde.

Tercera fase: La campaña del norte y las ofensivas republicanas

Desde marzo de 1937, Franco cambió de estrategia y atacó el territorio republicano del norte, rico en industria y minería. El bombardeo de Guernica (abril de 1937) facilitó la toma de Bilbao. Las industrias pasaron prácticamente intactas a los rebeldes. Vicente Rojo diseñó ofensi­vas “de distracción” para frenar el avance franquista (Brunete, julio 1937; Belchite, septiembre 1937), pero ambas fracasaron.

Cuarta fase: La batalla del Ebro y la toma de Cataluña

En marzo de 1938, Franco desplegó un ataque en el frente de Aragón para alcanzar el Mediterráneo y dividir la zona republicana. En abril de 1938 logró este objetivo en Vinaroz (Castellón). La guerra parecía decidida a favor de los sublevados, pero en julio de 1938 el ejército republicano lanzó una gran ofensiva (batalla del Ebro). Esta operación pretendía alargar el conflicto todo lo que fuera posible, pues Negrín estaba convencido de la proxi­midad de un enfrentamiento entre Hitler y las democracias.

Los republicanos recuperaron poco terreno. Durante cuatro meses se produjo el enfrentamiento más sangriento de toda la Guerra, que quebró definitivamente el bando republicano. El 26 de enero de 1939 los sublevados toman Barcelona casi sin lucha. El Gobierno republicano cruzó la frontera, junto al gobierno catalán.

Quinta fase: El fin de la guerra

Negrín regresa en febrero de Francia y, junto con el PCE, propondrá una política de resistencia a ultranza, pero chocó con militares (coronel Casado) y políticos republicanos (Besteiro), que buscaban una salida negociada al conflicto y organizaron un golpe de Estado (marzo de 1939), que facilitó la entrega a Franco de toda la zona que aún no controlaba. El 28 de marzo cae Madrid y se desmorona todo el sudeste. El 1 de abril de 1939, Franco firmó el comunicado que daba la guerra por terminada.

 

Imagen superior: Partiendo de arriba a la izquierda, en el sentido de las agujas del reloj: batalla del Ebro, asedio del Alcázar de Toledo, bombardeo de Guernica, batalla de Belchite y batalla de Madrid. Wikipedia.