Manuel López Muñoz, uno de los fundadores del club Guzzi Real y ex encargado del parque móvil de Unión Fenosa en Ciudad Real, atesora en un local cientos de relojes y motos hechos por él mismo donde plasma los recuerdos de toda su vida 

Algunos escriben sus memorias, otros presentan una docuserie en cualquier plataforma televisiva, pero Manuel López Muñoz, un jubilado de la Unión Fenosa en Ciudad Real y aficionado de las motocicletas desde que tenía uso de razón, ha plasmado su vida en las paredes de su local. Y de una forma originalísima que bien podría valer la categoría de un récord Guinness: platos y piñones de motos desechados por los talleres los ha reconvertido en relojes con fotografías de sus recuerdos familiares, profesionales o del club Guzzi Real, del que fue fundador hace 27 años.

Adentrarse en este particular ‘museo’, me atrevería a decir único en el mundo, es adentrarse de puntillas en la historia de Manuel, donde están presentes fotografías de su mujer Teresa, sus cuatro hijos y sus seis nietos, pero también hay recuerdos de su paso por la entonces Unión Eléctrica Madrileña, primero como conductor y luego como encargado del parque móvil, y muchas obras hechas por él mismo que denotan su pasión por la moto, sobre todo la moto antigua y las Guzzis, de cuya restauración se ha ocupado durante 35 años.

Confiesa que ha llegado a tener más de ochenta motocicletas, aunque en la actualidad conserva 16 y no tiene coche. A sus 75 años, sigue montando, posee entre otras una Honda Chopper, muy lejos le queda aquella primera Guzzi 65 “la de la palanquilla”, añora Manuel.

Desconoce los relojes que habrá hecho desde su  jubilación hará 15 años, cuando quitaron el parque móvil de Unión Fenosa de Ciudad Real. Talleres amigos le dan las piezas que desechan, platos, piñones…, “me dicen cariñosamente que ya viene el chatarrero”, y entonces se produce la magia: los pinta, les hace un soporte si no van colgados a modo de trofeo, les coloca una foto, de sus motos, de su familia, de las concentraciones de Guzzi Real…, y le incorpora el mecanismo del reloj que le mandan desde Amazon.

Pero además de relojes, Manuel entretiene sus días fabricando motos originales o formando parte de algún adorno, en servilleteros, ¡¡¡¡¡en una lámpara!!!!, sidecares o carromatos como el que utilizó desde los 14 hasta los 19 años repartiendo el butano por Ciudad Real. También en vitrinas cuenta con un importante legado de motos en miniatura o su colección de llaveros que inició cuando era novio de Teresa, más de 6.000 unidades, algunos con más de 60 años de antigüedad, que cuelgan enhiestos en la última pared de este rincón hecho a imagen y semejanza de Manuel. “Aquí tengo toda mi historia, es un resumen de toda mi vida”, subraya.  

Manuel López reconoce a ayeryhoynews que es un trabajo minucioso, “es más laborioso de lo que parece, tengo que pintar, soldar poco a poco, cada cosa lleva su tiempo y ya no tengo la vista como antes, pero todos los días vengo un rato y me entretengo”, afirma.

«He conducido motocarros por Ciudad Real sin carné»

Recuerda que aprendió a conducir solo, “con 12 años ya conducía camiones, he conducido motocarros por Ciudad Real sin carné antes de los 18, cuando llegué a la mayoría de edad, di solo una clase práctica de coche en Calahorra, con un 600 por la calle Alarcos cuando era en sentido contrario, aprobé a la primera, tenía rodaje de sobra”.

Manuel López recoge también en su museo particular muchas fotografías de las concentraciones de Guzzi Real por distintos puntos de España, o participaciones del club en carnavales y otras fiestas de Ciudad Real. Un lugar entrañable que si se tiene la suerte de conocer, se conoce el alma de este gran manchego de pro.