Más de medio siglo, que se dice pronto, lleva la familia Verdasco al frente del restaurante La Cañada y por lo que he podido comprobar, siguen con la misma ilusión con la que empezó su abuelo, Agustín Verdasco.

La tradición hostelera le viene a Agustín Verdasco de familia ya que sus padres regentaban varios restaurantes en Madrid muy conocidos como La Bola o el Café de Chinitas, por lo que se ha criado siempre entre fogones como así lo han hecho sus cuatros hijos, José, Agustín, Fernando y Maite. Una familia muy unida que ha sabido siempre valorar el trabajo y sacrificio de sus mayores y que ahora los nietos del fundador del restaurante La Cañada le rinden homenaje haciendo lo mismo. Pero, ¿cómo llega a Boadilla del Monte el fundador de La Cañada? Su nieta, Laura Verdasco que trabaja en el restaurante, nos cuenta que a su abuelo le gustaba mucho el campo y que en una de sus salidas vio la finca, le gustó y la adquirió, “hemos vivido aquí, pero no en el restaurante, ya que dentro de la misma finca había varias viviendas en las que vivían mis tíos con mis primos y nosotros. Nos hemos criado aquí todos juntos, pero con el paso de los años ha cambiado mucho: había un lago, una pista de tenis porque a mi abuelo le encantaba el tenis, otra de fútbol, piscina…. Además del restaurante teníamos una granja y se vendían huevos. A mi abuelo, al que yo no conocí porque falleció en 1989, un año antes de nacer yo, le encantaban los animales. Muchos de nuestros clientes que le conocían me cuentan que había caballos, gansos, ocas, perros, pero todo ha ido cambiando con el tiempo, se ha ido reduciendo”, cuenta la nieta del fundador.

Izq.: Agustín Verdasco (centro) junto a los actores Lina Morgan y José Luis López Vázquez. Centro: Cocido madrileño hecho en ollas de barro, especialidad de La Cañada. Dcha.: Agustín Verdasco junto a un cliente oriundo de Francia.

Lo principal del restaurante La Cañada es la esencia que Agustín Verdasco dejó impregnada en cada rincón de esta gran casa, una esencia que tanto su hijo Fernando Verdasco que actualmente es el responsable del negocio como sus nietos no quieren borrar. De ahí que la decoración del local sea respetada como tributo a su padre y abuelo, respectivamente. “A nivel decorativo no hemos cambiado casi nada, es algo que hizo mi abuelo y como homenaje a él no queremos renovarlo, queremos que se quede todo lo que hizo él, que para eso se lo trabajó. Lo que sí hemos cambiado es la zona exterior, hemos añadido la terraza y dos carpas en distintas zonas del jardín en la que se celebran eventos, el resto nada, hasta conservamos los muebles que mandó hacer”, puntualiza Laura Verdasco.

En fogones.- Además de ser fieles a la decoración de Agustín Verdasco, también siguen su tradición en los fogones. Su especialidad siempre ha sido el cocido madrileño elaborado a fuego lento y con cariño para que sus clientes disfruten de este plato tan típico como se hacía antes, en ollas de barro. Los platos de cuchara, las carnes, los pescados sin olvidarnos de los espectaculares asados en el horno de leña, son un imprescindible en La Cañada, comida tradicional española cien por cien. Pero no dejan de lado los platos más actuales como el tartar de atún porque al igual que la vida, los gustos en comida van cambiando, eso sí, sin olvidarse de sus raíces.

Terraza e interior de La Cañada Restaurante.

Laura Verdasco no conoció a su abuelo, pero su padre le ha transmitido los valores que aprendió de él, “la constancia y el trabajo es lo más importante que me ha enseñado mi padre. A él le sigue gustando estar aquí, siempre se lo digo, creo que nunca se va a jubilar porque desde que murió su padre vive por y para esto. Para mí es un orgullo tener un padre así, que a día de hoy siga en el restaurante y que sea tan trabajador. Le puedes ver limpiando copas, en la cocina, barriendo, no se le caen los anillos y, eso para mí en un jefe o en una persona que lleva un negocio, hacer todos los trabajos y que tus trabajadores lo vean, es muy importante. A mis primos y a mí, desde que éramos adolescentes, nos ha tocado hacer de todo en el restaurante si queríamos ganar un dinero extra, es una cosa que nos ha enseñado nuestra familia y creo que son unos valores que enseñaría mi abuelo en su día a mi padre y a mis tíos”. Asimismo, Laura Verdasco nos confiesa, sin pensárselo ni un segundo, que le encanta su trabajo, que siente felicidad, “a mí me gusta, vengo feliz a mi trabajo, es verdad que tengo que estar aquí todos los días, pero es que lo disfruto”.

En cuanto al futuro del restaurante, nunca se sabe si habrá una cuarta generación, a Laura le importa el presente después de toda esta pandemia sanitaria que estamos viviendo, pero lo que tiene claro es seguir el día a día y sobre todo no perder la esencia que dejó en herencia su abuelo, Agustín Verdasco y que tanto su padre Fernando como sus tíos, han sabido transmitir a todos sus hijos.

Jardines y exteriores del histórico establecimiento.

Texto: Ayer&hoy Fotos: Cedidas por La Cañada Restaurante