Durante siglos se creía que la tierra era plana. Según esa teoría, el mundo terminaba en un lugar concreto donde más allá no había nada más que agua. Ese punto en el mundo fue bautizado por los romanos con el nombre de “Finis Terrae” (Finisterre en castellano) que literalmente significa “Fin de la Tierra” y que se sitúa en el noroeste de España, concretamente en Galicia. Sin embargo, más allá de aquel lugar había algo gigantesco: América. Pero Europa sólo tuvo constancia de la existencia de aquel gigante en 1492 cuando Cristóbal Colón la descubrió. El Cabo de Finisterre dejó entonces de ostentar el título de “fin del mundo”. Pero no por ello perdió su fascinación.