Francisco Javier Morales

Francisco Javier Morales Hervás/ Doctor en Historia

Nos encontramos de lleno en la celebración del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia, uno de los grandes personajes de nuestra historia, cuya labor reformadora sigue teniendo enorme trascendencia en nuestros días. En unos momentos en los que parece necesario buscar referentes que nos ayuden a afrontar con garantías los retos que nos propone un mundo cambiante, la figura de Teresa de Jesús cobra un renovado protagonismo y su legado nos ilustra sobre la necesidad de tomar decisiones valientes para superar el temor al cambio, proponiendo nuevas ideas que en muchos casos no fueron comprendidas, pero que abrieron una nueva forma de relacionarse con las personas y con el mundo a través de una aproximación directa e intensa con el Creador.

Para llevar a cabo esta complicada labor de renovación Teresa de Jesús comprendió que precisaba contar con unas nuevas estructuras monásticas en las que pudiese desarrollar la reforma que quería implantar en el Carmelo. Era preciso disponer de establecimientos con unas características singulares que favoreciesen la oración, el recogimiento, la reflexión y el trabajo de las monjas, y por ello uno de los principios básicos debía ser la austeridad. En 1568 Teresa de Jesús realiza su tercera fundación en Malagón, hecho en el que influyó notablemente el enorme interés manifestado por doña Luisa de la Cerda, que aportó un edificio para integrar una primera comunidad, aunque poco después se inició la construcción de un edificio de nueva planta, pues la primera casa se encontraba muy cercana al centro de la población y el bullicio no ayudaba al recogimiento de las monjas.

Convento de San José, MalagónLa fundación definitiva se construyó en unos terrenos también aportados por doña Luisa de la Cerda, localizados fuera del núcleo urbano y próximos al castillo. La propia Teresa de Jesús supervisó en varios momentos la construcción de este convento que en gran medida será modelo y referente que servirá de inspiración para fundaciones carmelitanas posteriores. Se huirá del ornato innecesario, se preferirán materiales sencillos, espacios funcionales y todo aquello que facilite el recogimiento espiritual.

Bajo todas estas premisas el encargado de diseñar el convento de San José fue un afamado arquitecto, Nicolás de Vergara, que era maestro mayor de obras de la Catedral de Toledo y que también diseñó el Hospital Tavera de Toledo. La fundación carmelita de Malagón se desarrolla en dos plantas que se estructuran en torno a un sencillo claustro central, porticado con columnas de piedra en el piso inferior y balaustrada y pies derechos de madera en el superior. En el área occidental del convento se construye la iglesia, que siguiendo los principios teresianos, es de una sola nave, que eConvento de San José, Malagónstá cubierta con una bóveda de cañón. Al acceder a la iglesia toda la atención se centra en el maravilloso retablo mayor dedicado a la Santísima Trinidad y construido en 1730 por el artista toledano Germán López. Está organizado en dos cuerpos y tres calles, destacando el grupo escultórico dedicado a la Sagrada Familia. En la iglesia se pueden admirar los retablos dedicados a Santa Teresa y la Virgen del Carmen, además del “Cristo Verde”.

No debemos olvidar que uno de los elementos fundamentales del convento de San José de Malagón es la celda en la que se alojaba Santa Teresa y que aún conserva varios recuerdos de la fundadora como la mesa, la silla y el tintero. En definitiva, tenemos sobrados motivos para visitar Malagón y su magnífico convento carmelita y de paso disfrutar de su excelente gastronomía en la que no pueden faltar las judías pinesas.