La centenaria historia de un centro abierto a la educación más exigente

La atención personalizada al alumno, el nivel de exigencia académico, el trabajo bien hecho del cuerpo docente, la apertura a la ciudad y el fomento del deporte han sido siempre las constantes del colegio Nuestra Señora del Prado-Marianistas que ya supera su primer centenario de vida.

El germen comenzó en plena Feria de Agosto de Ciudad Real de un 1914, cuando se inauguraba en la calle de La Mata (antes Saúco Díez), 16, el Instituto Popular de la Concepción, tal y como recogía el diario El Pueblo Manchego: “…Al conjuro mágico de un alma consciente de las necesidades de su tiempo va a promoverse una explosión pedagógica que transformará a los niños de Ciudad Real en hombres aptos para dominar sus pasiones, capacitándose para las luchas del vivir”.

Este centro de beneficencia social para  los hijos de los obreros se crea en cumplimiento del legado de la marquesa doña Concepción Medrano Maldonado y es adquirido por el obispo don Remigio Gandásegui por 20.000 pesetas. Un edificio que había albergado un cuartel de la Guardia Civil y mucho antes había sido Casa de la Moneda fundada por el rey Alfonso X el Sabio.

Izq.: El primer lugar donde estuvo el colegio, en la calle de la Mata. Dcha.: Vista aérea de las actuales instalaciones.

El sucesor del obispo, don Francisco Javier Irastorza, es el que solicita que la congregación marianista de España se haga cargo de este centro conocido como La Popular. Así, a inicios de 1916 llegan los tres primeros marianistas: Ambrosio Santidrián, Julián Díaz de Guereñu y Carlos López, éste último será el primer director del colegio Marianista en Ciudad Real. En ese primer curso la matrícula de alumnos creció de los 20 iniciales a 120, “la enseñanza de los marianistas era muy atractiva, la gente quería que sus chavales estudiaran en el colegio, eran pioneros en todo, con una educación muy cercana para la gente más necesitada”, comenta el actual director, Javier Poncela.

Otro espaldarazo importante a la consolidación de los marianistas por la calidad de su enseñanza vendría de la mano de su segundo director: Carlos Eraña, que llega en septiembre de 1917 hasta 1927, “revoluciona toda la educación y tuvo tal peso educativo en Ciudad Real que se le dedicó otro colegio”, afirma el exalumno y profesor Ángel Rivero. Con Carlos Eraña en La Popular funcionan 8 clases, 4 gratuitas y 4 de pago, y se oferta otro tipo de enseñanza como talleres de carpintería, imprenta, agricultura, academia popular de magisterio y clases de alfabetización e instrucción general para adultos. En 1924 había 326 alumnos.

Tras Carlos Eraña será director Lino Esquibel que adquirirá por 300.000 pesetas el asilo de las Hermanitas de los Pobres en la carretera de Miguelturra (hoy paseo Carlos Eraña) y fundará la asociación de antiguos alumnos. Estamos asistiendo al nacimiento del colegio marianista Nuestra Señora del Prado que hoy conocemos.

La amplia huerta del asilo se transformará en campos de deporte, con la ayuda de los alumnos, merced a la apuesta deportiva del entonces director, Ciriaco Alzola. Apuesta por el deporte, balonmano, baloncesto, fútbol…, que ha sido, es y será una constante en la historia del centro, con títulos tan importantes como el campeonato nacional de balonmano, o las olimpiadas marianistas.

Izq.: Los primeros marianistas en Ciudad Real (febrero 1916). Dcha.: actual claustro de profesores en el colegio con el busto de Carlos Eraña detrás, y con el director actual, Javier Poncela.

Ocupación y restauración del colegio.- Llega la República y, por mandato legal, se prohíbe a los religiosos dedicarse a la enseñanza, pero los marianistas siguen dando clases vestidos de seglares y creando una sociedad anónima bajo la titularidad de dos ciudadanos católicos. Baja la matrícula a 140 alumnos ante el temor de que el centro haya perdido su identidad católica. Comienza la guerra civil y el colegio es confiscado para cuartel de la Guardia Civil, luego para la Guardia de Asalto, se pierden importantes tesoros de la biblioteca, del gabinete científico y del museo prehistórico y obliga a la dispersión de la congregación marianista. La persecución acaba con 8 marianistas fusilados, uno de ellos será Carlos Eraña que se había refugiado en Ciudad Real, en una fonda de la calle de la Cruz, procedente de un colegio de Madrid.

En la posguerra, los marianistas se ocupan de la restauración del colegio, la capilla, la construcción de otros pabellones para albergar más alumnos, la creación de un internado, con comedor, cocina… y una piscina, la primera de carácter público en la capital.

En 1968 el arquitecto Luis Moya erigió un edificio de tres plantas, de hierro y cristal que actualmente está protegido por Patrimonio “se considera un edificio emblemático de la época y está protegido hasta el color”, indica Ángel Rivero. También la fachada histórica del centro estuvo protegida aunque no lo está en la actualidad.

En los primeros cursos de los 80 la matrícula del colegio Nuestra Señora del Prado se abre también a las niñas.

En septiembre de 2014, siendo director Gregorio Pérez, se inaugura el nuevo colegio construido en la misma parcela con nuevos pabellones de gobierno, de infantil y primaria, polideportivo, pistas de deportes, capilla, salón de actos… El anterior edificio queda vacío salvo la ocupación que hace la comunidad marianista y algún uso que se le da a la antigua capilla.

Izq.: Alumnos del curso 1959-1960. Dcha.: Equipos y categorías de deporte en el colegio: balonmano, baloncesto, etc.

En la actualidad, casi 1.400 alumnos de 0 a 18 años ocupan sus aulas. Una enseñanza de calidad que le ha alzado como uno de los cien mejores colegios de España, donde se valora el nivel del profesorado, las titulaciones, el nivel de los alumnos, etc. “Ya lo decía nuestro fundador, tenéis que estar en el mundo sin ser del mundo, tenemos que dar lo mejor de nosotros a la sociedad y con los nuevos tiempos, nuevas metodologías, no nos vale lo que hacían nuestros hermanos hace 60 años”, concluye Poncela.

Texto: Oliva Carretero

Fotos: Colegio Nuestra Señora del Prado-Marianistas