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José Ignacio Bonet / Notario
Disculpe nuevamente, notario. Mi hijo comprará un piso y pedirá hipoteca. Pero también firmaré yo.
-¿Como avalista, señora?
-Eso dice el banco. Nada entiendo. ¿No vale con la casa?
-Señora, debe diferenciar entre deuda y responsabilidad. Esto es fundamental.
-¿Deberé yo dinero?
-No, señora es su hijo el deudor. Usted sólo pagará si su hijo no lo puede hacer y el banco se lo reclama a usted. Usted tiene responsabilidad, pero no deuda. Su hijo tiene ambas: deuda y responsabilidad.
-¿Pero no basta, para responder, con la casa que compra?
-Eso es decisión del banco. Si la deuda es muy grande y no basta con la garantía de la casa, quiere más garantías, por ejemplo la fianza de la madre de su hijo.
-Sigo sin entender.
-La deuda es la “letra”, el pago de cada mes. La responsabilidad es la consecuencia de no pagar esa deuda. Si su hijo no paga, el banco podrá subastar el piso, ¡pero quizás elija no subastar y directamente le reclame a usted! El banco escogerá lo que sea más fácil.
-Ya lo veo. La deuda es lo principal, y la responsabilidad, mía o de la casa, acompaña a la deuda.
-Exacto, señora.
-Pero si yo pago… ¿puede el banco quitarle la casa a mi hijo?
-De ningún modo, señora. Si usted paga, adiós a la deuda, por lo que adiós a la responsabilidad.
-¿Y si el banco elige subastar el piso?
-Puede hacerlo. En tal caso, el dinero que obtenga no es del banco, sino de su hijo.
-Me he vuelto a perder, señor notario.
-¿Quién tiene la propiedad del piso, aunque haya sido moroso? ¿Quién paga el IBI del piso?
-¡Mi hijo, claro!
-Por eso el dinero que el banco saque con la subasta es de su hijo. Pero como su hijo es moroso, el banco echa cuentas y devuelve a su hijo el sobrante. El piso se lo queda el mejor postor de la subasta. Su hijo pierde el piso, pero deja de ser moroso.
-Y, un suponer, si pagué yo el pufo de mi chico, ¿Le puedo reclamar a él mi pago?
-Por supuesto, señora. Pero, por favor, déjeme terminar. ¿Ha pensado usted qué ocurriría si en la subasta el banco saca menos de la deuda morosa?
-¿Pero eso es posible?
-Eso es posible, sí. Afortunadamente, en términos estadísticos, apenas ocurre en Ciudad Real.
-¡Pues que se quede el banco con el piso, leches!
-No funciona así, señora. Es muy duro, pero su hijo seguirá debiendo un pico … ¡Y usted seguirá siendo responsable! Habrán reaparecido los dos conceptos jurídicos que comentábamos cuando nos trajeron el café: la deuda y la responsabilidad. Su hijo tendrá ambas por la cantidad pendiente, aunque ya se haya quedado sin piso.
-¡Pues vaya apaño! Al menos yo ya quedo fuera.
-No señora, usted seguirá siendo responsable. Pero no se me asuste. Ya digo que una cosa es lo conceptual, lo jurídico, y otra es la realidad de la vida. La realidad, al menos en nuestra tierra manchega, es más tranquilizadora, pues es verdaderamente raro que todo lo que le he descrito, tan terrible, ocurra. Estadísticamente es muy extraño.
-¿Otro café?
-Venga, con una magdalena.
-¿Y si hay tanto riesgo, por qué se arriesga el banco, señor notario?
-Esa es la gran pregunta. El primero que sabe que el riesgo es mínimo es el banco, pues es quien ha estudiado la operación y confía en que su hijo sea solvente durante los treinta años del préstamo. Caso contrario ni daría el dinero.
-Y, no lo quiera Dios, ¿si mi hijo fallece, debo yo el dinero?
-No. Lo deberán sus herederos (tendrán deuda y responsabilidad), pero usted seguirá siendo fiadora (tendrá solamente responsabilidad). Pero nuevamente esté tranquila, porque para evitar ese riesgo adicional (y de cascar nadie se salva), su hijo firmará un seguro. Así que el banco cobrará del seguro y, nuevamente, adiós deuda y adiós responsabilidad.
-Oiga y… ¿por qué hay que ir a Notaría dos veces para firmar? En mi época había una sola visita.
-Porque lo dice así una Ley nueva de 2019. Es una norma que desglosa la tramitación: primero vas al notario, te explica todo y te informa, estando totalmente prohibido que a esa primera visita concurra el banco.
-¿Para que así no te coaccione si preguntas?
-Exacto, el banco, antes de esa primera visita, ya se ha mojado entregando un dosier completísimo para que su hijo y usted estén perfectamente enterados de lo que van a firmar.
-Ya. Ahora creo que sí comprendo. ¿Puedo consultarle más cosas si me surgen otras dudas?
-A mí o al notario que usted elija, señora. Encantado.