Las apenadas nietas y viudas han acompañado el cortejo fúnebre por las principales calles de la localidad.
Los argamasilleros han celebrado el tradicional entierro de la sardina o también llamada “la agüela”, con el que se pone fin al periodo de desinhibiciones del Carnaval y comienza para los católicos el periodo de cuaresma.
El Déjà vu del entierro de la sardina ha vuelto a congregar en este miércoles de ceniza a decenas de plañideras, afirmando ser nietas de la difunta, aunque debajo de las negras e improvisadas indumentarias, siempre hay alguna que otra sorpresa que hace dudar del género de muchas de las apenadas familiares, y también muchas que afirmaban ser su viuda, lo que dice mucho de la promiscuidad de la fallecida sardina.
Para que la localidad pudiera despedirse de ella, el cortejo fúnebre, al ritmo de la Charanga Metálica, ha partido desde la plaza del Rollo para recorrer algunas de las calles más céntricas de la localidad, haciendo una breve parada frente al Ayuntamiento donde un párroco, que acompañaba el cortejo, ha dirigido unas palabras a los apenados familiares, donde a pesar del momento no ha salido muy bien parada la difunta.
De nuevo de vuelta a la plaza del Rollo, se ha procedido a comprobar la intensidad del llanto del acompañamiento, así el “Grupo más llorón”, el de Los Imprevistos, compuesto por un mínimo de 12 miembros, se ha llevado 120 euros para sobrellevar la pena y unas consumiciones en dos de los bares más próximos a esta plaza, además de poder degustar las sardinas asadas con las que el Ayuntamiento ha invitado a todos los asistentes.
Como no podía ser de otra forma, habiendo cumplido todos los presentes con “la agüela”, los empleados municipales han procedido a quemarla, ante la atenta mirada de las monitoras del Centro Infanto-Juvenil, que este año han sido las responsables de hacerla.