Dr. Luis Alberto Marín Morales / Traumatólogo Cofundador de MAETRA

Aunque no se trata de una enfermedad puramente traumatológica, es frecuente que gran parte de los pacientes que acuden a nuestra consulta refieran que, asociado a sus patologías tengan un diagnóstico de Fibromialgia, condición que complica tanto el diagnóstico como el tratamiento de sus dolencias. Hasta no hace mucho tiempo, la Fibromialgia era una enfermedad estigmatizada, tanto por la sociedad como incluso por la profesión médica, y es que el hecho de no encontrar su causa concreta nos hacía pensar que no existía. NADA MÁS LEJOS DE LA REALIDAD. Se trata de una enfermedad que puede llegar a ser tremendamente invalidante, causando en ocasiones gran limitación con afectación tanto física como psíquica. Afortunadamente, desde hace ya varias décadas, la formación de asociaciones de pacientes con Fibromialgia, ha conseguido una mayor concienciación y, sobre todo, una mayor dedicación al estudio de la misma. La fibromialgia es un trastorno caracterizado por el dolor musculoesquelético generalizado. Los síntomas, a menudo comienzan después de un evento, como un traumatismo físico, cirugía, o estrés psicológico significativo. En otros casos, los síntomas van acumulándose progresivamente con el tiempo, sin que exista ningún desencadenante.

Los síntomas principales de la fibromialgia incluyen: Dolor generalizado. El dolor asociado con la fibromialgia muchas veces se describe como un dolor leve, molesto y constante. Fatiga. Las personas que padecen fibromialgia con frecuencia se despiertan cansadas. Dificultades cognitivas. Un síntoma comúnmente llamado “fibroniebla” dificulta la capacidad de enfoque, atención y concentración mental.

La frustración de lidiar con una enfermedad que muchas veces se malinterpreta también puede causar depresión y ansiedad. Aunque las causas concretas se desconocen, muchos investigadores creen que la estimulación nerviosa repetida provoca cambios en el cerebro y en la médula espinal de las personas que padecen fibromialgia. Este cambio está relacionado con un aumento anormal de los niveles de ciertas sustancias químicas en el cerebro que transmiten señales de dolor. Hay determinados factores de riesgo asociados a la Fibromialgia; es más común en las mujeres. También los antecedentes familiares, así como otros trastornos como la artritis reumatoide, la osteoartrosis y el lupus parecen asociarse a la Fibromialgia. Antes, los médicos examinaban 18 puntos específicos del cuerpo de una persona para ver en cuántos de ellos sentían dolor al presionarlos firmemente. Las nuevas pautas del American College of Rheumatology (Colegio Estadounidense de Reumatología) no exigen un examen de los puntos sensibles. En su lugar, el factor principal necesario para un diagnóstico de fibromialgia es dolor generalizado en todo el cuerpo durante al menos tres meses. Los exámenes, tanto radiológicos como de laboratorio, suelen ser normales salvo que presenten otros trastornos asociados.

En general, los tratamientos para la fibromialgia consisten en medicamentos y estrategias de cuidado personal. Se hace hincapié en minimizar los síntomas y en mejorar el estado de salud general. No hay un solo tratamiento que funcione para todos los síntomas, pero intentar varias estrategias terapéuticas puede tener un efecto acumulativo. Como medicamentos, suelen utilizarse los analgésicos de venta libre, los antidepresivos e incluso los anticonvulsivos (gabapentina y pregabalina). La Fisioterapia, la terapia ocupacional y el asesoramiento psicológico, pueden complementar el tratamiento.