Dr. Luis Alberto Marín Morales / Traumatólogo Cofundador de MAETRA

La artroscopia es una técnica que permite ver y tratar las articulaciones con un tubo y una cámara. Esta definición, de apariencia sencilla, engloba multitud de peculiaridades que ahora veremos. Para ello se realizan pequeñas incisiones alrededor de la articulación por donde se introduce un instrumento llamado artroscopio, que es un tubo delgado con una cámara y una luz en su extremo. Esta cámara proyecta imágenes del interior de la articulación en un monitor, permitiendo al cirujano ver directamente el interior de la articulación sin hacer grandes incisiones. Las cámaras, pinzas y otros utensilios muy pequeños que se introducen en este procedimiento permiten manipular el interior de la articulación sin tener que abrirla completamente. Las primeras intervenciones de artroscopia se realizaban solamente en la rodilla, ya que es la articulación más grande del cuerpo humano y la que más dolencias y patologías sufre. Al poco tiempo se comenzó a realizar artroscopias de otras articulaciones como el hombro y la cadera, hoy en día se realizan artroscopias de casi todas las articulaciones, codo, tobillo, muñeca, incluso de las más pequeñas. La artroscopia fue inventada por el japonés Prof. Dr. K. TAKAGI (1918) de la Universidad de Tokio, utilizando un cistoscopio con el que observó el interior en la rodilla de un cadáver. En el año 1938 se realizó la primera exploración artroscópica en Japón sobre un paciente. Las indicaciones más frecuentes de la Artroscopia son:

– Rodilla: Lesiones meniscales, roturas de ligamento cruzado anterior y extracción de cuerpos libres articulares.

– Hombro: Lesiones del manguito rotador y luxaciones recidivantes de hombro.

– Cadera: Lesiones del labrum así como pinzamientos femoroacetabulares.

– Tobillo: Osteocondritis e inestabilidades articulares.

– Muñeca: Lesiones del Fibrocartílago articular.

En cualquier caso, las indicaciones de la artroscopia han ido aumentando con el paso de los años. En un principio se limitaban a lesiones meniscales de rodilla, mientras que hoy en día hay pocas lesiones articulares que por lo menos de inicio no se valoren de forma artroscópica.

Al tratarse de una técnica mínimamente invasiva, la estancia hospitalaria es menor y la recuperación es mucho más rápida y las complicaciones de la artroscopia son mínimas. La mayoría de los pacientes intervenidos pueden abandonar el centro quirúrgico el mismo día de la intervención. Además, las pequeñas incisiones ofrecen mejor resultado estético, sobre todo en zonas expuestas del cuerpo. Sin embargo, vale la pena recordar e insistir en el hecho de que los pacientes que se someten a cirugía artroscópica pueden tener diagnósticos muy diferentes y condiciones particulares previas que condicionan su estancia en el hospital y su tiempo global de recuperación.

Si bien es cierto que la artroscopia ofrece solo ventajas, debemos tener en cuenta que, aunque mucho menos invasivo, es un procedimiento quirúrgico como cualquier otro y, por tanto, debe ser desarrollado sólo por cirujanos especialistas en Traumatología y Cirugía Ortopédica. Durante una artroscopia pueden surgir problemas imprevistos o la necesidad de abrir la articulación si resulta imposible resolver el problema mediante las pequeñas incisiones. En estos momentos, sólo un cirujano que domine también el resto de las técnicas quirúrgicas de la especialidad podrá llevar a buen término la intervención.