Sagrario Pérez de Agreda Galiano / Farmacéutica, Centro de Información del Medicamento del COF de Ciudad Real

Desde el inicio de la pandemia se ha venido insistiendo en la realización de test como una de las mejores herramientas para contener los contagios. Es fundamental conocer quienes están pasando la enfermedad con síntomas o de forma asintomática con el fin de evitar su propagación.

A lo largo de los meses, nos hemos ido acostumbrando a términos como PCR, test de antígenos o test de anticuerpos, pero a veces no tenemos muy claro en qué consiste cada prueba.

Por un lado, tenemos pruebas que detectan partes del virus: PCR y test de antígenos, y por otro, pruebas que detectan la respuesta del organismo a un contacto con el virus: test de anticuerpos.

La PCR es la técnica de referencia y de elección para el diagnóstico de COVID-19. Mediante esta técnica se localiza y amplifica un fragmento de material genético del virus extraído de una muestra nasofaríngea del paciente. Se trata de una prueba de alta sensibilidad y especificidad, capaz de detectar cantidades muy pequeñas del material genético del virus.

Los test de antígenos detectan proteínas de la superficie del coronavirus en una muestra nasofaríngea del paciente, obtenida de la misma forma que la que se usa para la PCR, aunque próximamente van a estar disponibles test rápidos de antígenos para hacerlos en saliva.

Un resultado positivo, en un test de antígenos, significa que el paciente tiene carga viral suficiente, que está infectado. Su principal ventaja, es que son pruebas mucho más rápidas que la PCR y se pueden llevar a cabo en unos minutos, sin necesidad de equipamiento específico.

Las pruebas de anticuerpos detectan inmunoglobulinas, es decir no miden la presencia del virus en el organismo sino la respuesta frente a él.

Cuando una persona es infectada, su sistema inmunitario reacciona produciendo inmunoglobulinas o anticuerpos. Aproximadamente a la semana de haberse producido el contagio aparece la Inmunoglobulina M (IgM), que desaparecerá generalmente después de un mes, mientras que la inmunoglobulina G (IgG) aparece por regla general después de 2 semanas del inicio de la infección, pudiéndose mantener durante meses.

Existen dos tipos de prueba de detección de anticuerpos frente al SARS-COV-2. Una es lo que conocemos como serología, en la que el analista, en una muestra obtenida por extracción de sangre, cuantificará los tipos de anticuerpos en caso de haberlos. La segunda forma es lo que conocemos como test rápidos, en los que en una gota de sangre obtenida por un pinchazo en el dedo se determina si existen o no anticuerpos, no cuantos hay.

Recientemente han aparecido para su venta en farmacia test de autodiagnóstico para la de detección de anticuerpos frente al SARS.

Se trata de una prueba de autodiagnóstico, de venta con receta, en la que el paciente puede determinar con una gota de sangre si tiene IgG, IgM o no tiene ninguna de las dos. Es decir que lo que determinan es si el paciente ha tenido o no contacto con el virus.

Este tipo de test tienen la ventaja de su rapidez y de poderlos hacer en casa, pero hay que ser cuidadoso con los falsos negativos ya que si se hacen antes de que pase una semana del contagio es posible que no haya dado tiempo a que se formen inmunoglobulinas y por lo tanto no se detecte nada.

Podemos concluir diciendo que nos hagamos o no nos hagamos los test, es importante que mantengamos de forma estricta el uso de las mascarillas, la distancia social y cualquier otro tipo de recomendación de las autoridades sanitarias encaminada a la contención de esta pandemia.