Ochenta años y cuatro generaciones dan fe y testimonio del tesón y la profesionalidad de una óptica pionera, la más antigua de Ciudad Real, con varias denominaciones a lo largo de la historia: Ignacio Navarrete, Radio Óptica Navarrete, Navarrete Ópticos, Multiópticas Navarrete, Ópticas Navarrete y, desde hace 3 años, Navarrete Visión y Audición, con Juan Navarrete hijo en la gerencia desde 2020.


Tiempo en el que han sabido implementar la tecnología y las herramientas más innovadoras para su aplicación clínica inmediata con el objetivo puesto en mejorar la salud visual de sus clientes. Padres, hijos y nietos se han beneficiado de estos avances, algo que les hace sentir especialmente orgullosos a sus creadores. Una óptica que rezuma historia y tradición, pero también progreso, fidelización, innovación, modernidad y vanguardia.

Izq. y 2ª foto: Sendos escaparates de la óptica con la segunda generación de la familia Navarrete, a partir de 1965. 3ª foto: La óptica Navarrete en la plaza Mayor. Dcha.: Otra de las imágenes históricas de la óptica Navarrete.

El bisabuelo de esta conocida saga familiar ciudadrealeña, un visionario Ignacio Navarrete, fue el fundador de esta óptica, quizás sin ni siquiera pretenderlo. Lo suyo era la droguería y la tienda-bazar que abrió en los años 20 del siglo pasado en la calle María Cristina, 3, en la misma ubicación actual, donde se podía encontrar casi de todo. En aquella época se hizo famoso lo de “si no encuentras algo por ningún lado, vete a Navarrete”, porque ofrecía productos de limpieza, perfumería, guitarras, barajas, balones… En 1945 introdujo en su bazar unas gafas premontadas. “Aquella ‘no óptica’ primera de mi abuelo vendía gafas ya hechas, metidas en cajitas, todas redondas y pequeñas; la gente se las probaba hasta que veía bien con alguna y se las llevaba”, nos explica Juan Ignacio Navarrete, propietario actual de la empresa y jubilado hace 5 años.


Tras el cierre de la droguería se continua en 1965 con una tienda de electrodomésticos y óptica, ya en manos de la segunda generación, Juan Navarrete, con el nombre de Radio Óptica Navarrete primero y Navarrete Ópticos después. Un negocio dividido, aunque conectado en su interior, con accesos diferentes desde María Cristina o plaza Mayor. En esta última ubicación, junto al Ayuntamiento viejo se puso la óptica, y durante mucho tiempo permaneció la venta de gafas de sol bajo el nombre ‘Sun Planet’”, recuerdan Juan Ignacio y Juan, padre e hijo. Con el abuelo llegaron a instalarse en 1973 los primeros gabinetes para la graduación y la adaptación de lentes de contacto, incorporándose tres años más tarde tanto Juan Ignacio como su hermana María del Rosario al negocio familiar ya como ópticos optometristas.


Con Juan Ignacio comienza la tercera generación y las denominaciones de Multiópticas Navarrete, grupo con el que permanecieron 35 años y Ópticas Navarrete más tarde. Con Juan Ignacio se derriba el edificio de María Cristina, 3, declarado en ruina, salvando la fachada, dedicando todo el edificio de tres plantas a óptica, “el sótano se dedicó a almacén y oficinas, la planta baja se quedó para atención al público y en la primera planta, consultas de optometría, lentes de contacto, audiometría, entrenamiento visual…”.

Izq.: El edificio nuevo de María Cristina, 3. Centro: Sala de terapia visual actual. Dcha.: Antiguo gabinete.


A lo largo de sus 44 años en la gerencia, de 1976 a 2020, Juan Ignacio ha vivido en primera persona la gran tecnificación del mundo de la óptica, “comenzamos con un campímetro, el primero en la provincia, o un topógrafo corneal para medir con suma precisión la curvatura del ojo, son tecnologías que implementamos en la óptica en el momento en el que surgieron, y como eso todo, para mantener un servicio de gran calidad; gracias a ello obtuvimos una certificación de calidad que nos ayudó a mejorar en todos los procedimientos”. También fue él quien introdujo la audición hace 25 o 30 años, “con el nuevo edificio reservamos un espacio a departamento y consulta de audiometría, al principio eran audífonos más grandes, ahora se han reducido muchísimo y la tecnología también se ha modernizado”, señalan ambos.


En los 80 comenzaron con la terapia visual con el fin de corregir defectos visuales, sobre todo entre los más pequeños, una práctica que mantienen hoy en día con una sala específica muy moderna y una pantalla automatizada que permite el envío de tareas en casa para que los niños entrenen y mejoren problemas visuales como ojo vago, déficit de atención, etc., “son meses de entrenamiento en casa con pautas que damos aquí, pero es plenamente satisfactorio cuando se recuperan y traen a sus hijos a la óptica por la confianza depositada”. Otro tratamiento pionero fue el uso de lentes por la noche para quitar la miopía, conocido como Orto-k. A lo largo de los 80 y 90 también nacieron otras Ópticas Navarrete en Almagro, Daimiel y Malagón, con una plantilla total de 16 profesionales.


Muchísimas son las anécdotas vividas entre las cuatro paredes de esta emblemática óptica. Juan Ignacio nos relata sin evitar una sonrisa algunas de ellas: “a una señora le hicimos su primera corrección óptica y vino enfadada reclamando que cada vez que se ponía las gafas veía su casa sucia y su casa no podía estar tan sucia; a otra mujer le adaptamos unas lentes de contacto y nos dijo que de quien se fiaba era de la peluquera, por lo que tuvimos que hablar con ella para que le transmitiera a nuestra clienta las instrucciones de cómo usar las lentillas”.


En la actualidad, ya en manos de la cuarta generación, Navarrete Visión y Audición ha integrado recientemente un biómetro que mide la progresión de la miopía con el paso de los años “lo que permite poder frenar su avance”, nos explica Juan Navarrete, para el que lo prioritario es la salud visual del cliente, que tenga una excelente visión, sin olvidar el componente estético y de moda que las gafas tienen actualmente, o incluso los audífonos, que son muy pequeños y se pueden conectar al móvil. Además, están incorporando terapia deportiva en colaboración con el Balonmano Caserío para, mediante determinados entrenamientos visuales, mejorar ciertas conductas deportivas de balonmano y poder aumentar los reflejos de los jugadores, “intentamos no quedarnos estancados porque todo evoluciona a un ritmo frenético”, concluye Juan Navarrete hijo, para quien una de las grandes satisfacciones de su trabajo es ver el rostro iluminado de un niño con sus primeras gafas o el agradecimiento de aquel cliente al que se le ha colocado un audífono.


Texto: Oliva Carretero Ruiz
Fotos: Ayer&hoy, cedidas por Navarrete Visión y Audición