Paulino Sánchez
El Lobillo es una aldea ubicada en el término municipal de Argamasilla de Alba, pero en la que las numerosas casas habitadas lo están por familias de solaneros, que desde hace unos dos siglos labran las tierras que fueron adquiriendo sus antepasados y que continúan cultivando, manteniendo las casas en las que ya no habitan permanentemente, pero que conservan con cariño, como lo hacen con la fiestas que recuerda las de otros tiempos, pero que han recuperado desde hace siete.
Y un año más se han reunido a mediados de agosto para compartir doce horas, comiendo, bebiendo, escuchando música, jugando con el sorteo de los bingos y, sobre todo, conviviendo como lo hicieron sus antepasados, que pasaban meses y meses en la aldea, algo que ahora es diferente debido a los medios de locomoción.
Muchos de los asistentes posaron para la foto del recuerdo, en la plaza de la aldea, que contaba con banderitas, pancarta y la iluminación especial que les facilita cada año el Ayuntamiento de Argamasilla de Alba.
Cuatro de los “lobilleros”, dos de más edad y otros dos más jóvenes, hablaron para los medios de comunicación sobre la fiesta y la convivencia que conlleva. Los primeros recordaban otros tiempos, tanto Agapito García Uceda como Gabriel López de la Osa, el segundo incluso recordaba que era auténtico “obillero”, ya que como bien declaraba nació allí un 28 de julio, en plena feria de La Solana a la que no acudió su madre.
Los más jóvenes, como es el caso de Prado Mateos Aparicio y Gabriel López de la Osa, se mostraban muy satisfechos por la respuesta que cada año dan no sólo los que cuentan allí con propiedades o casa, sino que agradecen la visita que realizan otros vecinos de La Solana, o de cualquier otra localidad de la comarca, así como sus hijos que se han enganchado a la celebración y es normal ver cómo cada edición se cuenta con más gente joven.