Las cuatro Hermandades de Pasión de La Solana terminaron la Semana Santa con sabor agridulce. Maniatados por la lluvia, que impidió salir a dos de las tres procesiones de nazarenos previstas, intentan poner al mal tiempo buena cara.
“Triste y alegre a la vez porque la lluvia es necesaria”, declaraba Miguela Martínez, presidenta de la Santa Vera Cruz y Virgen de la Esperanza. En sus ocho años al frente de la cofradía reconocía que era raro no haber suspendido ninguna procesión, pero llegado el caso prefería que lloviera de verdad y no arriesgar a sacar seis pasos a riesgo de mojarse en camino. “Nosotros no tenemos alternativa en caso de lluvia a mitad de la procesión”.
“Seré hermana mientras viva y me pondré mi túnica mientras viva, aunque también me gustaría ver la procesión algún año desde fuera”, decía a la hora de su despedida. “Me llevo una experiencia muy hermosa y me quedo con las cosas buenas, que han sido muchas”. “No entré con ninguna meta más allá de mantener y representar a mi cofradía”.
Antonio Mateos-Aparicio, presidente de la cofradía de Jesús Rescatado, sí pudo dirigir la procesión de la mañana del Viernes Santo, aunque en primer lugar lamentó que el temporal impidiera la salida del resto. “Desgraciadamente nuestros compañeros no han podido salir y nosotros tuvimos la gran fortuna de que el tiempo sí nos dejó”. Incluso con una temperatura idónea, “no hacía frío y sobre todo tampoco hacía calor para los que van dentro”. Destacó el silencio y la solemnidad durante el recorrido, con una gran participación de nazarenos como es habitual en el desfile del nazareno.
Segundo año sin la procesión del Entierro
María Dolores Alhambra, presidenta de la Virgen de las Angustias, también procuraba ver el lado positivo tras suspenderse la procesión de la tarde-noche del viernes. Es su segundo año al frente de la hermandad y el año pasado también tuvieron que parar el desfile, aunque llegó a salir unos metros antes de abortar por la lluvia. Pero recuerda que “hay más años para salir y nos quedaremos con la mucha agua que ha caído y que tanta falta hacía”.
Los pasos de la Virgen de las Angustias y la Santa Cruz habían sido guardados en la ermita de Santa Quiteria a mediodía junto a los cuatro de la cofradía del Santo Sepulcro. A la hora de la procesión seguía lloviendo y la previsión a corto plazo no acompañaba. “No fue necesario ponerse de acuerdo porque esta vez no había dudas”. “Llevamos dos años sin salir y no sabemos si serán más”, bromeaba la presidenta, aunque espera que el año que viene el cielo de tregua. “Confiamos que a la de tres vaya la vencida”.
Eso sí, quiso agradecer públicamente a la hermandad del Santo Sepulcro “por abrirnos las puertas de su ermita y acoger nuestros pasos y que al menos pudieran ser visitados”. También tuvo palabras de gratitud hacia Miguela Martínez y José Merino, “ha sido un placer trabajar con ellos en la Junta de Hermandades de Pasión”.
José Merino, adiós tras 22 años en el Sepulcro
José Merino vivió su última Semana Santa como presidente del Santo Sepulcro y Soledad de la Virgen, y también de la junta de hermandades. “He intentado hacerlo lo mejor posible, con mis fallos, y agradezco a todos el apoyo que he tenido”. Atrás quedan 22 años como directivo, los 12 últimos como presidente. Considera que su misión ya está más que cumplida y por eso se marcha. Tampoco dramatiza por el hecho de no haber podido salir este año, ni el pasado, aunque sí admite que le hubiera gustado despedirse viendo desfilar por primera vez a la Virgen de la Soledad a hombros, como estaba previsto.
Por lo demás, se queda con lo bueno. “Creo que he hecho muchos amigos y he servido a la iglesia desde nuestra catequesis como cofradía de Semana Santa”. Valora que sus colegas de las Angustias agradezcan haber protegido sus pasos en Santa Quiteria pero aclaró que “la ermita es de todos, es del pueblo y también es su casa”.
Por último, como presidente de la Junta de Hermandades de Pasión destaca una cosa por encima de todas las demás: la buena relación. “Podemos presumir de que nos llevamos todos bien por una razón muy sencilla, nadie se cree más que nadie”.