La inteligencia artificial (IA) ha revolucionado nuestras vidas, aunque no es reciente, lleva con nosotros tanto como los propios ordenadores. Desde su conceptualización en una conferencia hace más de 80 años, la IA ha evolucionado y se ha integrado en nuestra rutina cotidiana de maneras que a menudo pasan desapercibidas. GPS, buscadores de Internet o asistentes virtuales de nuestros móviles son ejemplos claros de su aplicación. Sin embargo, el auge reciente de la denominada como IA generativa ha transformado la percepción pública, impulsando un interés renovado en sus capacidades. Este fenómeno plantea interrogantes sobre cómo la IA cambiará nuestra manera de actuar en el futuro más cercano. Acompáñenos en este recorrido.

Siendo fieles al refrán ‘Algo tendrá el agua cuando la bendicen’ nos preguntamos ¿qué tendrá la Inteligencia Artificial que hasta el hombre más poderoso del mundo, Donald Trump, elegido presidente de los Estados Unidos por segunda vez el pasado mes de enero, ha sucumbido a sus encantos promoviendo la estrategia ‘Stargate’ junto a OpenAI, Oracle y SoftBank con una inversión de hasta 500.000 millones y se ha hecho acompañar de los gigantes de la tecnología como Elon Musk, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos, etc.? Lo que está claro es que el dominio de la IA se lo reparten entre EE.UU. y China, como se ha podido comprobar tras la aparición de la aplicación gratuita DeepSek el pasado mes de enero, provocando incluso la caída de la Bolsa de Wall Street con su app ChatGPT.


Pero vamos a empezar por el principio de esta revolución tecnológica cuanto menos histórica y que aún no ha tocado techo ni conoce límites. Aunque a todo el mundo le suena el concepto de Inteligencia Artificial (IA en español, AI en inglés), no está de más comenzar este reportaje definiéndolo. La inteligencia artificial se define como la capacidad de una máquina para imitar funciones cognitivas humanas, como el aprendizaje, el razonamiento y la resolución de problemas. Este concepto no es nuevo; de hecho, se remonta a hace más de 80 años. En 1956, durante una conferencia en Dartmouth, se acuñó el término “inteligencia artificial” y se sentaron las bases para el desarrollo de programas informáticos que buscaban replicar la inteligencia humana. Para el catedrático de Tecnologías y Sistemas de Información de la Escuela Superior de Informática de Ciudad Real y nuevo director del Campus Digital Compartido del G-9 Universidades, Carlos González Morcillo, “cualquier programa informático que sea capaz de resolver un problema que sólo pueden resolver los seres humanos sería un programa de inteligencia artificial”.


Desde entonces, la IA ha evolucionado significativamente. En sus primeras etapas, se centró en la solución de problemas matemáticos y lógicos. Sin embargo, con el avance de la tecnología y la digitalización de la información, la IA ha encontrado aplicaciones en una variedad de campos, desde la medicina hasta el entretenimiento. Hoy en día, la IA no sólo se limita a tareas complejas, también se ha integrado en nuestra vida cotidiana de maneras que a menudo pasan desapercibidas y que son de uso cotidiano, como el GPS de nuestros vehículos, los buscadores de Internet, el asistente virtual de los móviles, las plataformas de streaming e incluso los electrodomésticos, “las lavadoras van provistas de chips o módulos de IA para decidir la cantidad óptima de agua o de detergente, o la mejor temperatura; en tu profesión de periodista, las cámaras fotográficas incorporaron hace años sistemas de autoenfoque; hay micrófonos que eliminan ruidos o chips específicos en los smartphones para la optimización de determinadas tareas”, explica el catedrático.


Como se ha dicho, la IA se ha convertido en una herramienta omnipresente y compañera imprescindible y a veces invisible en multitud de tareas. Citemos algunas de las más habituales, aunque con el tiempo se van añadiendo nuevos usos en respuesta a la constante evolución de la propia IA.


Asistentes virtuales como Siri, Alexa y Google Assistant utilizan IA para entender y responder a las consultas de los usuarios, facilitando tareas cotidianas como la gestión de calendarios, la búsqueda de información y el control de dispositivos inteligentes.
Plataformas como Netflix y Amazon emplean algoritmos de IA para analizar el comportamiento del usuario y ofrecer recomendaciones personalizadas, mejorando así la experiencia del cliente. Servicios como Google Translate emplean IA para traducir texto entre diferentes idiomas de manera rápida y eficiente.


Las aplicaciones de reconocimiento facial y de voz incluyen IA permitiendo desde la seguridad en dispositivos móviles hasta la accesibilidad para personas con discapacidades. Aplicaciones de fotografía y redes sociales utilizan IA para identificar y etiquetar personas en fotos, así como para mejorar la calidad de las imágenes. La creación de imágenes es también otro de los usos muy utilizados.


En el ámbito empresarial, la IA se aplica para automatizar tareas repetitivas, optimizando la eficiencia, aumentando la productividad y reduciendo costos. Esto incluye desde la gestión de inventarios hasta la atención al cliente a través de chatbots. También se usa para analizar grandes volúmenes de datos, identificar patrones y tomar decisiones informadas en áreas como marketing y finanzas.


En el sector del transporte, los sistemas de navegación, como Google Maps, utilizan IA para calcular rutas óptimas y prever condiciones de tráfico, mejorando la experiencia de conducción. Asimismo, es fundamental en el desarrollo de coches autónomos, con sensores y algoritmos para navegar y tomar decisiones en tiempo real.


En cuanto al campo de la medicina, la IA se utiliza para diagnosticar enfermedades, analizar imágenes médicas y personalizar tratamientos.


Las aplicaciones más utilizadas son ChatGPT, ahora DeepSek, Claude o Gemini (gratuita), entre muchísimas otras.

Edad dorada de la IA.- ¿Por qué ahora y no antes, si lleva tanto tiempo entre nosotros, la IA está en boca de todos? González Morcillo nos lo explica: “en los últimos tres o cuatro años, estamos asistiendo a una aceleración bestial de los desarrollos de inteligencia artificial, llegando a catalogar el presente de nueva edad dorada o momento histórico de la IA”. Esta revolución se ha producido por tres causas objetivas: la primera, el descubrimiento de un algoritmo denominado ‘Transformers’ por parte de Google hace 7 años; en segundo lugar, la subida y el acceso del 99,99% del contenido o los datos generados por la Humanidad en Internet en los últimos 20 años, y tercera, la potencia de los ordenadores la cual, según la ley de Moore, se duplica cada dos años. Este campo abonado, explica el catedrático, “reúne las condiciones idóneas para una eclosión de los métodos de IA impensables hace apenas un lustro; pero no la IA en general, en realidad la que está impresionando al mundo es un subcampo muy específico conocido como IA generativa”.


En el terreno de lo práctico, los beneficios de su uso en tareas incluidas en el día a día de numerosos colectivos profesionales son cuantiosos. La ventaja más evidente es el incremento de la productividad e incluso de la calidad de los proyectos. Elaborar un alegato de defensa en un juicio, resumir gran cantidad de documentación, redactar en base a un estilo concreto, responder a un email, traducir cualquier texto “en esta tarea llega a un nivel prácticamente nativo” y así un largo etcétera, son algunas de las tareas que puede realizar la IA con total solvencia. Hasta tal extremo ha llegado su solvencia, nos indica el también investigador consultado por Ayer&hoy, que la IA resolvió con una calificación superior al 9 un examen de acceso a la Abogacía de los graduados en Derecho en Estados Unidos. El propio Carlos González utiliza IA desde hace 3 años en su labor profesional diaria como catedrático de Universidad y como colaborador en un programa de radio y procesos que habitualmente los realizaba en una hora, la IA los resuelve en 5 o 10 minutos.


Por todo lo anteriormente comentado y muchísimas otras razones, el experto en IA considera que se debe de utilizar esta herramienta, “no subirse al tren o hacer un mal uso de la misma puede suponer una pérdida de oportunidades para profesionales, empresarios, profesores, estudiantes avanzados…”. Asemeja la IA a la convivencia del ordenador y la escritura a mano, “para ciertas cosas está bien escribir manualmente, pero por lo general lo hacemos en una computadora, nuestro tiempo no es infinito y las exigencias son cada vez mayores en el trabajo y en la sociedad”.


IA sí pero siempre desde la supervisión del ser humano, defiende González Morcillo, porque la eficiencia de la IA no es lo mismo que la eficacia final del trabajo, aclara, “una cosa es ser eficientes en el proceso, en menos tiempo y con mayor calidad, pero es óbice que el ser humano debe decidir el resultado más eficaz para el propósito que se buscaba, supervisando, retocando y validando el proyecto de la IA”.

La IA, un asistente súper inteligente.- El uso de la inteligencia artificial no es complicado, pero requiere una formación o pautas básicas para ir directamente a lo que cada persona busca o necesita. El catedrático de la UCLM avanza que la IA precisa de unas instrucciones muy concretas “cuanta más información le facilites y más explícito seas para poder utilizar un gran modelo del lenguaje, el resultado final será mejor; por ejemplo, si le pides un trabajo sobre la I Guerra Mundial sin más, te facilitará información igual que si lo buscaras en la Wikipedia, pero si le concretas que quieres que actúe como un profesor experto en historia para dirigirse a alumnos de 8 años y que relacione el impacto socioeconómico de la contienda en Europa y las implicaciones en España, y además le limitas el proyecto a 500 palabras, el trabajo mejorará ostensiblemente”. La primera orden sobre la I Guerra Mundial en general sería una orden blanda, mal hecha, mientras que lo segundo afina mucho más y va directo a lo que la persona está buscando.


“Debemos pensar que la Inteligencia Artificial actúa como si fuera un asistente o ayudante súper inteligente que está a tu lado, pero que no lee tu mente, por lo que le debemos detallar casi al milímetro la orden u órdenes que queremos que ejecute en todo momento, siempre siendo supervisado y validado a posteriori”, añade el profesor.

¿Conlleva riesgos la Inteligencia Artificial?.- La respuesta de González Morcillo es clara: sí, y el por qué también lo es: “por el modo de entrenamiento que se ha utilizado a la hora de construir estos sistemas”. Abundando en ello, nuestro catedrático consultado recuerda que la IA ha leído millones y millones de contenidos volcados en internet “sea la biografía de Leticia Sabater o las opiniones de Foro Coches, y también todos los libros que hay, que son millones, desde los más serios hasta los que dicen cualquier tontería”. La propia empresa creadora de ChatGpt 3.5 (gratuito hasta hace unos meses, ya no), OpenAI, expuso el modo de entrenamiento de esta aplicación, a través de un gran cerebro artificial alimentado durante meses de una selección de libros en inglés y otros idiomas de dominio público disponibles en internet más una recopilación de millones de páginas web.
Por tanto, advierte nuestro investigador de cabecera que la información que ha leído o procesado ese gran cerebro no siempre es cierta o del todo correcta, “hay que tener en cuenta que en la Red hay de todo, informaciones de terraplanistas, puntos de vista políticos de un color y de otro, extremistas…, por lo que, si a la hora de dictar una orden o solicitud no se es muy concreto, puede que el resultado no sea 100% fiable”.


Otro riesgo importante y desconocido para la mayoría de las personas es la transmisión de tu información o contenidos profesionales o personales a ordenadores o servidores del otro lado del mundo. Cuando se hace uso de un ChatGpt o cualquier otro sistema alojado en la Nube, esa documentación se comparte con otro ordenador ubicado con toda probabilidad en China o Estados Unidos. El catedrático lo ejemplifica de la siguiente manera: “en un acto tan común e inocente como hacer una foto a tu bebé en la bañera y pasarla vía Whats’App a tu pareja, no interviene la Wifi de casa, sino otros muchos elementos, ya que dicha imagen ‘viaja’ gracias a la antena móvil del barrio, por repetidores de Madrid y Portugal, a través del cable instalado bajo el océano Atlántico hasta llegar a California donde se guarda en un servidor que, magia, identifica el teléfono móvil de la pareja haciendo el viaje de vuelta; ello no quiere decir que la fotografía sea pública, sino que está guardada en un servidor u ordenador que no te pertenece ni controlas”.


En todo momento, el catedrático de Universidad lanza la idea general de que los usuarios de Internet y de IA deben, debemos, ser conscientes de los datos que se dan, a quién, con quién se comparten y para qué. Premisas básicas para evitar cualquier problema futuro. En la memoria de muchos está, no hace tanto tiempo, aquel ensayo de compra de datos biométricos de la retina en España a cambio de dinero en metálico (100 euros) o criptomonedas, “mucha gente se lanzó a hacerlo, pero antes hay que meditar quién va a usar estos datos y para qué, porque la biométrica se asemeja a una firma digital, e igual que no dejaríamos que nadie firmara un documento por nosotros, no debemos dejar que nos escaneen la retina”, afirma tajante Carlos González Morcillo.

¿Van a desaparecer algunas profesiones por la IA?.- “No exactamente”, comenta el catedrático de la UCLM. Los avances de la IA, como prevén los expertos, serán exponenciales, por lo que es importante que profesionales y distintos sectores estén al tanto de lo que se cuece en materia tecnológica, por el futuro de empresas y actividades económicas, “la IA ha venido para quedarse, de modo que tareas que antes se llevaban a cabo íntegramente por el ser humano, se harán, se van a hacer o ya se están haciendo en una cooperación hombre-máquina, como por ejemplo el tratamiento de textos que tú, como periodista y yo como catedrático, utilizamos a diario”. Pero las posibilidades son innumerables.


En opinión de González, no es una cuestión de que este sistema informático expulse a personas de su puesto de trabajo, sino que el nivel de exigencia sea mayor con mejores indicadores de calidad, “cada vez que se produce una revolución tecnológica, ésta se traduce en la realización de más tareas o acciones en el mismo tiempo, de ahí que o se aprende a hacer un buen uso de todas estas herramientas, o te van a pasar por la izquierda”, explica gráficamente.


En la Universidad de Castilla-La Mancha, en la Escuela Superior de Informática de Ciudad Real se dieron multitud de programas formativos al profesorado hace dos años para que, en el curso actual, la IA sea una herramienta más y esté totalmente implantada, ha recordado el profesor. La sociedad también verá cambios. Desde el verano de 2024 se pusieron a la venta ordenadores con chips específicos integrados de IA, que se podrán utilizar sin necesidad de tener conexión a internet.

La IA en la educación, mejor a edades avanzadas.- La generación de contenidos para una clase de Universidad con Inteligencia Artificial es sumamente sencilla, “cualquier docente puede grabar una clase y generar unos apuntes de modo semiautomático -deben ser validados por el propio docente-, proporcionándole ejemplos, explicaciones de conceptos, generación de metáforas, listados de ejercicios, preguntas de autoevaluación…”. También cambian las formas de evaluar al alumno, donde el tutor o el profesor universitario debe ser consciente de que el estudiante tiene al alcance de la mano las herramientas de IA que puede utilizar en la preparación de trabajos y proyectos en casa, “una cosa es adquirir una competencia básica y otra muy distinta el uso de tal o cual herramienta para resolver determinada tarea”.


En ningún caso la IA sustituye al aprendizaje humano en los inicios, con aprender a leer o dominar idiomas, “no porque la IA haga una redacción impecable o traduzca un texto del español al inglés, los escolares van a dejar de formarse en este aspecto”. De ahí que para González Morcillo la IA no deba ser herramienta de uso común en las etapas iniciales de la educación, sí en la Universidad pero en los últimos cursos, “la capacidad humana está imbricada directamente con el manejo de determinadas destrezas como el uso del lenguaje, la analítica de cálculo o la expresión en un idioma extranjero; aunque la calculadora nos dé el resultado de una operación matemática, la persona debe de tener el conocimiento intuitivo adquirido para discernir que ese resultado es el correcto”, apostilla.


En definitiva, la Inteligencia Artificial ha venido para quedarse. Todos los especialistas e investigadores de estos procesos informan de la gran aceleración de los desarrollos de la IA desde 2021, por lo que el futuro puede ser enormemente interesante, ya lo está siendo a tenor de las miles de noticias en medios de comunicación y redes sociales sobre las enormes posibilidades de esta revolucionaria herramienta informática.

Aspectos negativos de un robot humanoide haciendo tareas en casa

Para escribir este apoyo he querido comprobar de primera mano cómo funciona el ChatGpt, para ello le he pedido que me escribiera un texto de 500 palabras sobre los aspectos negativos de tener un robot humanoide realizando tareas domésticas en casa y esto es lo que me ha redactado:
Los robots humanoides domésticos han sido presentados como una solución revolucionaria para asistir en tareas del hogar y mejorar la calidad de vida de las personas. Sin embargo, a pesar de sus avances tecnológicos y de las promesas de conveniencia y eficiencia, existen varios aspectos negativos que podrían afectar a las familias y la sociedad en general.
En primer lugar, uno de los problemas más evidentes es el costo elevado de estos dispositivos. Los robots humanoides, aunque cada vez más accesibles, siguen siendo productos de lujo que solo una fracción de la población puede permitirse. Este alto precio implica que, aunque en el futuro puedan estar disponibles de manera más generalizada, en el presente solo unos pocos pueden disfrutar de los beneficios de tener un robot en casa.


En segundo lugar, la dependencia de estos robots puede llevar a una disminución en la interacción humana y la conexión familiar. Los robots diseñados para realizar tareas domésticas, como limpiar, cocinar o incluso ofrecer compañía, podrían reemplazar actividades cotidianas en las que los miembros de una familia interactúan entre sí. Esta sustitución de tareas humanas por máquinas podría afectar la dinámica familiar, reduciendo el tiempo que las personas pasan juntas y afectando la calidad de las relaciones interpersonales. Además, está la preocupación de que estos robots humanoides puedan contribuir al aislamiento social. Si bien algunos de ellos están diseñados para interactuar con los usuarios, ofrecer conversación o realizar actividades, no pueden sustituir la calidez, empatía y comprensión que proporcionan los seres humanos. Las personas podrían llegar a preferir la interacción con un robot, especialmente aquellas que ya se sienten solas o marginadas, lo que puede llevar a un mayor distanciamiento de la sociedad.


Otro aspecto negativo es la vulnerabilidad a problemas de privacidad y seguridad. Los robots humanoides suelen estar equipados con cámaras, micrófonos y otros sensores para realizar sus funciones correctamente. Esto plantea un riesgo potencial de que estos dispositivos puedan ser hackeados o utilizados para espiar a las personas en sus propios hogares. La información recolectada por estos robots, como los hábitos, comportamientos y preferencias de las personas, podría ser utilizada con fines comerciales o incluso caer en manos equivocadas, lo que representa una amenaza para la privacidad de los individuos.


Desde una perspectiva laboral, los robots humanoides domésticos también podrían contribuir al desempleo en ciertos sectores. Si bien la automatización de tareas domésticas podría aliviar la carga de trabajo de las personas, también podría reemplazar a trabajadores que realizan actividades como la limpieza, la asistencia a personas mayores o el cuidado de niños.
Finalmente, el hecho de que los robots humanoides estén diseñados para imitar comportamientos humanos plantea dilemas éticos. ¿Hasta qué punto es adecuado que una máquina sea tratada como si fuera una persona? La relación entre los seres humanos y estos robots podría distorsionar la percepción de lo que significa la humanidad, creando confusión sobre lo real y lo artificial.


En conclusión, aunque los robots humanoides domésticos prometen hacer nuestras vidas más fáciles, es crucial considerar los efectos negativos que podrían tener en las relaciones humanas, la privacidad, el empleo y la ética. El futuro de la robótica en el hogar debe ser cuidadosamente gestionado para evitar que sus beneficios se vean opacados por sus potenciales riesgos.


Texto: Oliva Carretero Ruiz. Fotos: Pixabay/Ayer&hoy