César Vacchiano / Ingeniero y analista

Desde que la invasión de Ucrania abrió una crisis energética en Europa a consecuencia de la extrema dependencia de algunos países de la UE de los suministros de Rusia, las innovaciones sobre otras fuentes energéticas limpias no han dejado de formar parte del discurso político.

La utilidad del hidrógeno como fuente de energía, no se discute en el medio plazo y su demanda futura será consecuencia de importantes modificaciones en la industria y en los equipamientos de empresas y familias, aunque tardará décadas en consolidarse. El protagonismo de nuestro gobierno al respecto podría calificarse de coherente con la llamada Agenda 2030, pero lamentablemente es la propia Agenda la que cuenta con más papeletas de incumplimiento al ser un documento de la improvisación.

La creación de un trasvase de hidrógeno entre nuestra península y el núcleo europeo, ha concentrado el interés del presidente Sánchez hasta el punto de alimentar el concepto de una garantía para la sustitución de las dependencias alemanas del gas ruso. Sin embargo, a pesar de la profusión de medios para difundir la iniciativa española, las dificultades no dejan de aparecer.

En primer lugar, por razones técnicas de base, la primera de las cuales es la condición de que exista un parque de generación eléctrica excedentaria, es decir, la posibilidad frecuente de que el país productor de hidrógeno supere las necesidades de su demanda de electricidad, porque es un hecho conocido, que la obtención del gas exige un consumo intensivo de electricidad en un proceso que se estudia en la física elemental llamado electrolisis. Obviamente son las grandes empresas generadoras de electricidad las mejor preparadas para disponer de excedentes y abordar proyectos de producción de hidrógeno, pero son necesarios pasos previos e importantes inversiones para construir un parque de generación con fuentes renovables que permita reducir a mínimos los consumos de gas en los ciclos combinados y permitir la aplicación de los excedentes generados en las plantas eólicas y fotovoltaicas a la nueva fuente limpia que ahora nos seduce.

Francia, que dispone de generación eléctrica de base nuclear y que ha programado la construcción de nuevos reactores junto con nuevos parques de generación eólica, también se plantea la producción del gas limpio, ha visto la oportunidad de la conexión ibérica como mecanismo de seguridad para sus necesidades y como fuente de negocio al poder suministrar a Alemania, sin cuyo acuerdo de participación no se habría incorporado al mismo. Nuestro protagonismo se enfrenta así a una necesidad de financiación desde los presupuestos europeos junto con la necesaria generación de excedentes de electricidad en España y Portugal, lo que puede dar lugar a protestas del consumidor si se mantienen altos precios en las tarifas.

El planteamiento ideológico del Gobierno que ha planificado el cierre de nuestras centrales nucleares a lo largo de la próxima década es un problema añadido. En la actualidad su producción cubre algo más del 20% de la demanda y es un poderoso factor de contención del precio de la electricidad; por ello, el apagado de esa fuente de suministro va a suponer inestabilidad para las redes de transporte, apelación creciente a la generación con gas e impacto negativo en la capacidad de producción de hidrógeno.

Por si fuera poco, la taxonomía aplicada por la UE que considera las inversiones en la energía nuclear homologables con los planes de otras energías renovables, se va a convertir en un nuevo motivo de conflicto con los intereses franceses, que apoyarán sin duda la producción de hidrógeno con los excedentes de su generación eléctrica en un parque nuclear reforzado. Si el antagonismo entre la postura ideológica en España y el pragmatismo francés no se resuelve a corto plazo podríamos llegar a concebir una conexión válida para suministros de ida y no reversible para las necesidades puntuales de nuestro país, lo que implica, un riesgo de financiación con fondos europeos y de viabilidad para todo el proyecto. Suponer que las soluciones con hidrógeno van a concebirse sin interconexión con el resto de Europa es un error de partida.

Grandes proyectos en el País Vasco, Andalucía o en Levante se verán afectados sin las conexiones necesarias con los núcleos europeos de consumo. ¿Quién pide ahora cuentas a los responsables del gobierno de Zapatero por sus subvenciones fotovoltaicas generadoras de pleitos internacionales? ¿Quién pedirá cuentas dentro de diez años por las decisiones de hoy?

(Para más información, Bajalica Green Planet SL. Defensa del Medio Ambiente Tel.: 91 856 01 77, bajalica@bajalica.es, www.bajalica.es)