Para personajes singulares ninguno como Kant. Es el primero y más importante representante del criticismo y precursor del idealismo alemán y está considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía universal. Pues bien, este filósofo nacido en la antigua Prusia, no destacó jamás por su físico, pues tenía un cuerpo pequeño, una gran joroba, falta de visión en ambos ojos, cojeaba con la pierna izquierda y además tenía algún bulto que otro por el cuerpo. Pero no solo tenía defectos físicos, sino que también actuaba de manera extraña en momentos de la vida cotidiana. La puntualidad era una de sus grandes manías, esta llegaba a ser tan grande que incluso no aceptaba retrasos de más de dos minutos. Si el invitado a la comida no había llegado en el momento acordado, no tardaba en devorar el plato así como echar su respectiva siesta.

También curioso lo que hacía en los días impares de los meses pares, (es decir, los días 1, 3, 5… de febrero, abril,…), colocaba un palo rasgado en la puerta de su casa. Esta tradición, cuyo motivo se desconoce, fue puesta en práctica desde la infancia hasta la muerte de Kant, sin que hubiera ninguna excepción en ningún día, así como su paseo de tarde, donde el filósofo, con una puntualidad más propia de un reloj suizo, trazaba un paseo que siempre era el mismo recorrido y a la misma hora, excepto los días 16 de marzo, fecha de la muerte de su madre.