Actualmente, las competencias de la educación emocional han llegado para intentar dar respuesta al problema social que vive nuestra sociedad actual. Es necesario que, desde los centros, formemos a ciudadanos que sepan reconocer y tener conciencia de sus sentimientos para poder reconocerlos, un objetivo que pasa por el desarrollo integral del alumnado. En este sentido, las competencias emocionales se definen como un conjunto de saberes que los estudiantes ponen en acción para obtener respuestas.
La educación emocional se ha convertido en una excelente oportunidad para transformar el colegio en un lugar donde no sólo primen los resultados, sino también el valor del proceso de aprendizaje, el trabajo por proyectos, la autonomía personal, las metodologías activas, la inclusión, las habilidades sociales o la resolución de conflictos de manera creativa.
Tipos de competencias.- Existen varias competencias basadas en diferentes aspectos que deberíamos tener en cuenta. Por un lado, está la conciencia emocional, basada principalmente en la empatía. Esto quiere decir que el alumnado debe desarrollar la capacidad de ser consciente tanto de sus propias emociones como aquellas de las personas que les rodea. Para que esto sea posible, lo primero que tienen que hacer es comprender sus emociones y darles un nombre. Después de esto, les será más sencillo comprender las emociones de los demás.
La regulación emocional es otra importante competencia. Consiste en ser capaces de manejar y controlar las emociones de una manera apropiada. En este sentido, los alumnos deben aprender la importancia de la expresión emocional ya que no siempre el estado interno corresponde con la expresión externa. La regulación de las emociones, por otro lado, se debe trabajar tanto el autocontrol de impulsos como la tolerancia a la frustración.
La regulación es un tema muy complicado tanto para las familias como para el equipo educativo. Por ese mismo motivo, se debe trabajar en ambos contextos para conseguir los mejores resultados. Un buen ejemplo de ello sería la creación de una rueda de emociones para recurrir a ella en los momentos en los que el estudiante se sienta desbordado y pueda gestionar mejor su emoción.
Otra competencia emocional muy importante, más aún si tenemos en cuenta el contexto escolar, es la competencia social. Para ello, hay que dominar las habilidades sociales básicas, respetar a los demás, comunicarse de forma receptiva y expresiva, compartir emociones de manera adecuada y ser asertivo.
Para llevar a cabo las competencias emocionales, es importante que se tome conciencia de la importancia que las emociones tienen en el día a día de los estudiantes. Es importante cumplir con los objetivos académicos, pero, si las necesidades básicas no están cubiertas, difícilmente se podrán llegar a otros objetivos. Por eso, estas competencias deberían ser prioritarias en la educación actual. Una buena conciencia basada en las emociones puede facilitar al máximo el desarrollo académico de nuestros alumnos.
Ejemplos de trabajo emocional en el aula.- El tiempo debe convertirse en nuestro mejor aliado. Debe ser de calidad. En ese sentido en clase es importante sacar tiempo para:
1. Reflexionar sobre lo que somos
2. Tomar conciencia de qué emoción es la que estamos sintiendo y qué nombre tiene.
3. Aprender a escuchar de manera activa y empática.
4. Regular el estrés eliminando los pensamientos negativos automáticos.
5. Fomentar el logro y la cultura del esfuerzo.
6. Marcarles objetivos que estén a nuestro alcance y que sean realistas.
Las competencias emocionales suponen un auténtico reto para cualquier docente. Cada profesor debe tener presente que el colegio no es sólo un lugar para aprender conceptos, sino una gran oportunidad para aprender emociones. Dichas emociones prepararán a cada uno de los alumnos para hacer frente a un papel responsable en la sociedad.