En la “I Justa Poética Oretania: Palabra de Vida”, no hubo ni ganadores ni perdedores, sólo salió victoriosa la poesía y todos los que tuvieron la fortuna de estar presentes y disfrutar de un gran espectáculo cultural de primer orden, ofrecido por tres poetas manchegos —José González Ortiz, Juan Camacho y Luis Díaz-Cacho—, acompañados de tres rapsodas —Presentación Pérez, Teresa Sánchez Laguna y Antonia Piqueras— y del cantautor Alfredo Jesús Sánchez Rodríguez, quienes recibieron y agradecieron el calor y la cercanía que el entregado público les trasmitió.

En el Museo del Quijote – Biblioteca Cervantina de Ciudad Real, el Grupo Oretania celebró, en el ‘Día Internacional de los Museos’, la anunciada ‘I Justa Poética Oretania: Palabra de Vida’, en la que José González Ortiz, Juan Camacho y Luis Díaz-Cacho dieron rienda suelta a sus versos, sus poemas y sus creaciones en una tarde mágica para la poesía, defendiendo sus respectivos poemarios: “Ciudad Evanescente”, “Y volverá el hombre” y “Vivir cada día”, editados por Ediciones C&G. “Palabra de vida” es el lema de esta primera ‘Justa Poética Oretania’, para cuya celebración se ha escogido tres libros que tienen la vida y el existencialismo como principal motivo.

Con la necesidad de medir escrupulosamente el tiempo a emplear por cada interviniente, debido a la programada hora de cierre de las instalaciones municipales y la imposibilidad de prorrogarlo, se iniciaban las primeras Justas Poéticas Oretania de la mano del poeta y cantautor manchego, Alfredo Jesús Sánchez Rodríguez, quien, brillantemente y con buen sentido del humor, actuó de juez mediador encargándose de velar por el buen funcionamiento de este peculiar duelo de poesía, para lo que utilizó, el arma de la música y sus estrofas.

El juez mediador, daba inicio a la justa poética tras unas palabras previas: “En esta bella función, / me dice Julio Criado, / que he de llamar la atención / al que siguiendo el guion / del tiempo se haya pasado. / / Serán bonitas palabras / las que escuchemos, sin duda, / pero hoy me toca dar pana / y he de tocar la campana / como un veraz don Cicuta. / / Así que, amigos, sabedlo, / mi papel he de cumplir: / al que se pase de tiempo / tendré que ponerle el freno / y ya no podrá seguir. // Que el tiempo es filibustero / y depende a quién le apriete / puede ser gloria o ser brete, / fugaz, eterno o ligero”.

Alfredo Jesús Sánchez, para formalizar el acto y que quedase patente el espíritu de las justas poéticas celebradas en el Siglo de Oro, dio lectura, a modo de introducción, del prólogo de un   documento, rescatado de la Biblioteca Nacional por Juan Manuel Rozas, sobre la celebración de justa o academia celebrada en Ciudad Real en el año 1678: «Sabrás lector que los ingenios de Ciudad Real, arrebatados de un plausible furor, celebraron con la mayor ostentación y con sin igual aplauso la Academia que tienes entre manos. No dudo que, entre tanto bueno, encuentres algo malo, pero bien echarás de ver que son raras las hermosuras que no tengan un lunar, pudiendo también ser providencia, al componerse de muchos versos este banquete, que no sean todos dulces, porque empalagaran al no mezclarse con agrios: paladéate con unos, como con néctares, y trágate, como píldoras los otros, porque el que no ha probado la vida amarga no puede afligirse por la dulce».

José González Ortiz, tras decir unas palabras iniciaba la primera ronda de intervenciones, en la que estuvo acompañado por la poeta y en esta ocasión rapsoda, Teresa Sánchez Laguna, defendieron el poemario “Ciudad Evanescente”, espacio virtual, patria inexistente donde se puede soñar y dar rienda suelta a la utopía, las emociones, a la vida. Es una ciudad ficción, una galaxia invisible, construida con palabras o lo que sugieren las mismas, o, mejor dicho, los diferentes matices o elementos que conforman una urbe en el sentido de pertenencia a la cultura humana. Es decir, todo lo que se reúne en el vivir de cada día: gentes, pensamientos, animales, cosmogonías, aciertos, fracasos, calles, jardines, casas, circunstancias…

Tras las intervenciones de Ortiz y Laguna, que fueron muy bien acogidas, le llegó el turno a Juan Camacho y su rapsoda Antonia Piqueras, quienes recitaron versos y poemas de “Y volverá el hombre”, poemario que aparece ante nosotros como un piélago existencial: mareas de vida que contienen muchas aguas y muchas experiencias vitales, reducibles en último término a una sola vida, una sola agua, un solo mar: lo humano que puede predicarse de cada mujer u hombre individual y concreto. Una poética humanista anunciada desde el mismo título hace posible identificarse con mensajes que nos reflejan más allá de nuestras divergencias y diversidades. Actuación que también fue cálidamente acogida obteniendo unos, más que merecidos, cálidos aplausos.

El tándem formado por Luis Díaz-Cacho y Presentación Pérez, perfectamente coordinados, encandilaron a un público que ya estaba muy motivado, ambos interpretaron con gran expresividad pasajes del poemario “Vivir cada día. Poemas de crecimiento personal” todo un libro de crecimiento personal para entender las circunstancias que nos rodean, los estados de ánimo que nos condicionan y la manera de comportarnos ante los acontecimientos de la vida, a través del instante que el verso vierte ante nosotros.

Acompañando el recitado de los poemas, el poeta, juez mediador y cantautor, Alfredo Jesús Sánchez, ofreció una selecta selección de su arte al principio del acto y entre cada uno de los bloques de recitaciones. Su magnífica intervención fue calurosamente ovacionada. Al final de la Justa les fueron entregados a los poetas sendos obsequios artesanales realizados por el conocido Alfar Arias y entregados en persona por la alfarera Graci Arias y el ceramista Ángel Leal.

Ante el éxito obtenido, el Grupo Oretania, ya se encuentra trabajando en la celebración de las segundas justas poéticas, para lo que seguirá contando con Ediciones C&G y los libros editados por esta editorial castellanomanchega.