El desierto del Sahara, el más grande del mundo, tiene una historia geológica, climática y cultural muy rica. Se extiende a lo largo de unos 9 millones de kilómetros cuadrados y cubre gran parte del norte de África, desde el océano Atlántico hasta el Mar Rojo, abarcando países como Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Malí, Níger, Chad, Sudán y Mauritania. Pero el Sahara no siempre fue un desierto. Hace millones de años, esta región experimentó cambios drásticos en su clima y paisaje. Durante el Período Pleistoceno, hace unos 2,5 millones de años, el clima del Sahara fluctuaba entre fases secas y húmedas, debido a cambios en la órbita terrestre y otros factores climáticos globales. De hecho, hace aproximadamente 10.000 a 5.000 años, el Sahara era una región húmeda con abundante vegetación, ríos y lagos, como se evidencia en descubrimientos de arte rupestre que representan animales como jirafas, elefantes y cocodrilos. Esto sugiere que era un lugar habitado y fértil.