Carlos Caballero /
Arqueólogo
Colegio de Profesionales
de la Arqueología

Las murallas de Buitrago del Lozoya se ciñen al curso de un meandro del Lozoya en la cola del embalse de Puentes Viejas. Forman el recinto amurallado mejor conservado de nuestra Comunidad, que envuelve el casco antiguo de una población de origen incierto: romano o prerromano para algunos, islámico para otros, la configuración actual parece proceder de la reconquista cristiana, a partir de los años finales del siglo XI.

Al recinto se accede por la torre del Reloj, que bajo sus potentes muros esconde un acceso de tradición islámica, en eje acodado, en el que es preciso realizar un brusco quiebro antes de llegar a la parte más antigua de la población.

Nada más entrar en el recinto amurallado, en un espacio en el que a principios de este siglo se excavó un cementerio medieval, se ve la iglesia de Santa María del Castillo, con su airosa torre cabalgando entre el gótico y el mudéjar. En su interior, impecable tras numerosas restauraciones, destaca el artesonado de la nave central, originario del siglo XV.

Izq.: La Torre del Reloj protege el principal acceso del recinto amurallado. Centro: Iglesia de Santa María del Castillo. Dcha.: Torres extramuros del recinto amurallado. 

Dominando la curva del río, en el otro extremo de la población, se asoma el castillo de los Mendoza, continuamente en rehabilitación y en el que vivió el Marqués de Santillana. Su recinto, cuadrado y flanqueado por torres en las esquinas y en el centro de cada uno de sus muros, hasta hace no muchos años plaza de toros de la localidad, alberga espectáculos durante el verano y ha sido objeto de varias intervenciones arqueológicas desde los años 90 del siglo XX. En una de las más recientes se ha recuperado también un pozo de nieve tallado en la roca sobre la que se asienta Buitrago.

Apenas a unos metros de este pozo de nieve se sitúa otro de los elementos más destacados del recinto amurallado de Buitrago: la coracha, un lienzo de muro, almenado, que se desprende de la muralla y hunde sus piedras en el Lozoya para proteger y garantizar, en caso de asedio, el acceso al bien más preciado que nos proporciona la naturaleza: el agua.

Cerrando la plaza del Castillo se conserva, embutida en un discreto edificio moderno, la portada del Hospital de San Salvador, el Hospitalillo, que existía en Buitrago desde mediados del siglo XV y que hubo de ser demolido tras la guerra civil. El término Hospital, en este caso, hay que entenderlo en su sentido original, hospicio, albergue para caminantes; su memoria la recuerda un cartel en la plaza donde se encontraba.

El recinto amurallado puede recorrerse en todo su lado oeste a través del adarve, el paseo de ronda recuperado en la rehabilitación de las murallas. Bajo él se abre uno de los puentes más antiguos de Buitrago, el del Arrabal (también conocido como Puente Viejo), desde el que se aprecia una imponente panorámica del recinto, en cuyo interior existió, además, una de las comunidades judías más importantes de Madrid en época medieval.

Sobre estas líneas, La Coracha hundiéndose en las aguas del Lozoya, y portada del antiguo Hospitalillo.

Volviendo al punto de inicio de la ruta, en el lienzo de muralla que une la torre del reloj con el Castillo, puede visitarse, además, una exposición de máquinas de guerra que permiten al visitante imaginar cómo sería el asalto a una ciudadela medieval. Se recuerda también en Buitrago, anualmente, el paso de Napoleón y el papel desempeñado por la localidad en otra guerra, la de la Independencia, que tuvo en el cercano puerto de Somosierra uno de sus episodios menos conocidos.

La visita a este excepcional conjunto monumental debe completarse, ya fuera del cerco protegido por las murallas, con el Museo que alberga la sorprendente colección Eugenio Arias, que fue barbero y amigo de Picasso y que reúne varias obras del pintor malagueño. Fuera de la población, en fin, aún Buitrago reserva una sorpresa: las ruinas de la Casa del Bosque, un palacete de caza construido en el siglo XVI por los mismos Mendoza que erigieron el castillo junto al Lozoya y que, con el tiempo, acabó entre las posesiones de la Casa de Alba.