Su bisabuelo en 1890 ya se dedicaba a la venta de periódicos en Pozuelo

Los papeleros, como se les ha conocido a esta familia en Pozuelo de Alarcón, siempre han estado ligados a la venta de periódicos. Antonio López Gómez es el nombre de Antoñito El Quiosquero, que nos cuenta que el abuelo de su padre ya se dedicaba a la venta de prensa allá por el año 1890. El reparto en carro y en bicicleta era muy habitual por aquellos entonces, “cuando yo empecé a venderlos, en el año 50, que ayudaba a mi padre, valían 50 céntimos de peseta. Además mi padre no era vendedor ambulante, sino que estaba catalogado como corresponsal de prensa. Había periódicos matutinos y vespertinos. El ABC, el Marca, El As, El Arriba y El Alcázar venían por la mañana y por la tarde se vendían El Informaciones, El Pueblo y El Madrid. Al ser mi padre corresponsal en la zona era él el único que podía hacer el reparto por la localidad e iba al quiosco del pueblo, que era de su hermano, a dejar los periódicos. Sólo el periódico ‘Ya’ hacía corresponsal de zona a cualquiera que lo quisiese vender pero los demás periódicos era mi padre quien los distribuía al resto. Cuando ya llegaron las distribuidoras, cambió todo. Recuerdo que con 12 ó 13 años, el Informaciones, que era un periódico vespertino, me daba todos los veranos, los meses de julio, agosto y septiembre, una peseta al día por llevar una gorra que ponía Informaciones”, nos cuenta Antoñito.

Izq.: Antonio con Forges en el quiosco. Dcha.: Su padre Antonio López Ucedo en los años 60.

Antes de instalarse en el quiosco tenía su puesto de venta delante de la papelería El Broche de Oro y de un bar que se llamaba Norte, en Pozuelo Estación. En una mesa de madera ponía la prensa y la vendía. Empezó en junio de 1976 con 34 años, a coger el oficio en serio, “me bajaba a las cinco de la mañana a por los periódicos, venía, ponía la mesita esa y dejaba una lata con un cartelito que decía: ‘Por favor, llévese el periódico pero páguelo’. En esos años el periódico costaba una peseta y media”. Estuvo unos meses así hasta diciembre de ese mismo año, justo en el día de la Purísima, que empezó en el quiosco. Un quiosco de ladrillo que estaba situado al lado del muro de la Renfe, donde está el actual quiosco pero ahora, en vez del muro, está el centro comercial La Estación.

Con la llegada de la democracia, nos cuenta Antoñito que subieron al Ayuntamiento para regularizar la situación del quiosco y llegaron a un acuerdo por 50 años con un 10% de cuota. Durante esos años el nivel de vida subió muy rápido y la localidad de Pozuelo se fue desarrollando. Con los años esa prosperidad fue decelerando, por lo que se reunieron con el primer teniente de alcalde para negociar una bajada según estaba el IPC actual. Se lo denegaron. Con la construcción del pequeño centro comercial de la Estación, estuvo a punto de perder el quiosco, desde el Consistorio querían retirarlo, finalmente el cariño y apoyo de la gente hizo que firmaran para que el quiosco de Antoñito El Quiosquero no desapareciera. Terminado el contrato de los 50 años, se sacó a concurso, y Antoñito siguió como quiosquero en la Estación pero con uno nuevo.
Su hijo, como anteriormente él lo había hecho con su padre, se crió en el quiosco y en 2008 Antoñito se retira, cogiendo las riendas del negocio su sucesor. Pero, desgraciadamente para algunos sectores, los tiempos van cambiando y la prensa cada vez se vende menos y finalmente el pasado mes de noviembre el quiosco de la Estación cerró siguiendo los pasos de su primo que a finales del mes junio de este mismo año, también clausuró el quiosco de toda la vida de Pozuelo Pueblo, en la plaza del Padre Vallet.

Viñetas de Forges y Peridis dedicadas a Antonio López Gómez conocido como Antoñito El Quiosquero.

Toda una vida dedicada a la venta de prensa, un trabajo del que dice que estar cara al público día tras día es difícil, pero que le dan ganas de volver otra vez porque ha disfrutado mucho. De su mujer y compañera en el quiosco, Concepción Pérez, no se olvida y nos dice Antoñito que “si no hubiera sido por ella, yo solo no hubiera podido hacer nada”. La amistad de la gente es lo que recuerda con más cariño. Presume de haber tenido amigos de todas las clases sociales. Los humoristas gráficos Forges y Peridis le han dedicado varios de sus dibujos y viñetas, ministros e hijos de ministros que ha visto crecer y que ahora están en la política actual, el duque de Cádiz o Calvo Sotelo, han sido algunos de los que le han comprado la prensa. Pero a él le llena de orgullo el ir por la calle y que la gente le diga “¡Hola Antonio!, ¿Cómo vas Antonio? ¡Adiós Antonio! ¿Cómo vives Antonio? ¿Cómo estás Antonio? ¿Qué tal vives Antonio? Es una cosa que….”, se emociona.

Son muchas las anécdotas que cuenta Antoñito, “hoy por hoy todavía la gente me conoce por Antoñito El Quiosquero. He vendido desde chaval todos los periódicos y te lo digo con mucha sinceridad, he trabajado mucho pero he disfrutado de mi trabajo. Me da mucha nostalgia que el quiosco haya cerrado, date cuenta que son casi 130 años, según mi padre, vendiendo prensa. Me han dado a veces ganas de volver, pero claro, ya tengo una edad”, nos confiesa Antonio.

Izq.: Su mujer Concepción Pérez en 1976. Centro: Él mismo en los años 80 y a la derecha en la actualidad.

Echaremos de menos ese punto de encuentro que era el quiosco en el que además de prensa, y revistas, los niños comprábamos chuches y cromos, en donde coincidías con el vecino el domingo por la mañana y charlabas con el quiosquero de cómo estaba el país, como si fueras a solucionarlo en un momento. Echaremos de menos esas conversaciones de pasada de cada mañana. Echaremos de menos el quiosco y la figura del quiosquero. Gracias a todos los quiosqueros que seguís al pie del cañón y gracias a Antoñito El Quiosquero por todos estos años de trabajo.

Texto: Ayer&hoy Fotos: Ayer&hoy, Cedidas por Antonio López Gómez