Los impuestos no es algo que se haya inventado el ministro Montoro. Se han conocido desde que el hombre es hombre. Veamos a continuación algunos de los más curiosos que se imponían en la Edad Media, impuestos que, por otra parte, repercutían casi en exclusiva en el pueblo y beneficiaban a la Corona, la nobleza y el clero. Aquí van algunos…
Diezmo: gravamen correspondiente a la décima parte de las cosechas que recaudaba la Iglesia y servía para el mantenimiento del clero.
Alhondigaje: impuesto por el depósito de mercancías.
Abadía o luctuosa: derecho que tenían los curas a percibir a la muerte de sus feligreses cierto tributo de sus bienes que dejaba.
Banalidades: pago en especie por el uso de “instalaciones” del señor, como el molino o el horno.
Excusado: implantado por Felipe II gravaba a una casa/hacienda elegida por la Corona entre las de una determinada parroquia —normalmente la que más tributaba a la Iglesia—. Los diezmos que correspondería ceder a la Iglesia eran pagados al rey, con lo cual el hacendado quedaba excusado de hacerlo a la Iglesia.
Sisas: impuesto indirecto implantado en Aragón y luego en Castilla. Consistía en descontar en el momento de la compra una cantidad en el peso de ciertos productos (pan, carne, vino, harina…); la diferencia entre el precio pagado y el de lo recibido era la “sisa”.