Dr. Luis Alberto Marín Morales / Traumatólogo Cofundador de MAETRA

La tendinopatía aquílea es una de las patologías tendinosas más frecuentes en el tobillo. Principalmente ocurre por un uso excesivo, pero también se presenta en personas inactivas, de mediana edad y personas con sobrepeso. Tiene una tasa de incidencia de 2 por cada 1.000 habitantes en la población adulta. Es una lesión muy común en atletas que practican carrera, marcha y salto por las continuas demandas funcionales. Las personas ven limitada su capacidad física y se ven obligados a reducir su actividad. Esto provoca efectos negativos tanto en el área social como psicológica y una merma general de su capacidad funcional. La etiología exacta de la tendinitis Aquílea no está clara y es probable que sea un proceso multifactorial, aunque se considera el principal factor causante la carga excesiva del tendón. Pero también hay factores extrínsecos como una sobrecarga mecánica excesiva, el calzado o incluso algunos fármacos como los corticoides que pueden influir en su aparición.

El síntoma principal es el dolor, llegando a limitar las actividades de la vida diaria como subir escaleras o rampas y dificultando la deambulación. En deportistas, el dolor aparece por primera vez al inicio o al final de la actividad deportiva, disminuyendo la intensidad durante su desarrollo. Puede aparecer en el cuerpo del tendón o en la zona de su inserción distal en el calcáneo, en cuyo caso estamos ante una tendinitis insercional. La rigidez también es un síntoma principal, y en ocasiones se aprecia un pequeño engrosamiento que es visible desde fuera, que se puede acompañar de inflamación y enrojecimiento de la piel.

En cuanto al diagnóstico muchas veces es suficiente con una buena anamnesis y una exhaustiva exploración clínica, observando los signos anteriormente mencionados. Es conveniente realizar un estudio ecográfico para observar el estado de las fibras de colágeno y los vasos que acompañan al tendón. Se trata de una prueba dinámica, es decir, permite ver imágenes en diferentes estados de tensión del tendón. Se puede completar el diagnóstico con una RMN y una radiografía, esta última muy valiosa en las tendinitis insercionales para comprobar si existen calcificaciones y osteofitos posteriores de tracción en el calcáneo.

Dentro del tratamiento tenemos dos posibilidades. De inicio todas las tendinitis Aquíleas se tratan de manera conservadora. Una buena Fisioterapia, acompañada de fármacos antinflamatorios y la colocación de una plantilla con alza en retropié con el fin de descargar la acción del Aquiles pueden mejorar la sintomatología en un gran número de pacientes.

En los escasos pacientes que no responden a lo anterior puede recurrirse al tratamiento quirúrgico, que va desde el mallado del tendón para disminuir la tensión y favorecer la neovascularización, asociado a la aplicación de plasma rico en factores de crecimiento. Y en los casos de tendinitis insercional puede ser necesaria la desinserción del tendón y nuevo reanclaje previa osteotomía del calcáneo para evitar el roce y producir una descarga.