Hay parajes donde parece que el devenir histórico se encuentra especialmente reconfortado. En nuestra provincia contamos con algunos de estos lugares y, sin duda, uno de ellos se encuentra en el paraje de Las Virtudes de Santa Cruz de Mudela. Al llegar a la alameda que enmarca este bello entorno rápidamente se comprende su valor al sumergirnos en un espacio donde parece que se ha detenido el tiempo.
En Las Virtudes podemos encontrar diversos elementos arqueológicos que nos revelan que este privilegiado paraje ha sido un foco de atracción, al menos, desde época romana. También contamos con algunos restos que nos remiten a la época visigoda. Recientemente se han iniciado unos estudios arqueológicos en este entorno, cuyos primeros avances apuntan hacia unos resultados muy esperanzadores, que nos hacen pensar que aún están por descubrir muchos tesoros patrimoniales.
No obstante, desde hace mucho tiempo ya son visibles en Las Virtudes elementos muy destacados, que nos remiten a dos épocas de gran interés: la Edad Media y la Edad Moderna. El santuario de Las Virtudes es el resultado de una serie de obras e iniciativas que podemos rastrear desde el siglo XIV y que alcanzarán en el siglo XVIII algunos de sus momentos más destacados. Al adentramos en el interior del santuario nos sentimos acogidos por un espacio que puede sorprendernos por sus amplias proporciones para tratarse de una ermita de origen medieval. Sólo la mirada experta será consciente de que el espacio que actualmente constituye un conjunto unitario, en realidad responde a tres momentos en los que se fue ampliando y reorganizando el espacio primitivo del siglo XIV, que conoció una primera reforma en el siglo XV cuando también se ejecutó un extraordinario artesonado mudéjar que sorprende por la maestría en su elaboración.
A finales del siglo XVII se empezó a construir el camarín que está decorado por un conjunto pictórico que constituye uno de los mejores ejemplos de pintura al fresco de todo el barroco de nuestra región. Su programa iconográfico está orientado a la exaltación de la Virgen. La calidad y sutileza en la ejecución de estas pinturas se aprecia en las sorprendentes representaciones de falsas arquitecturas que nos hacen dudar si se trata de realidad o ficción y en las magníficas escenas bíblicas y alegóricas que aparecen por todo el espacio decorado. En 1707 se realizó la espléndida verja de madera que separa la nave principal de la capilla mayor, cuya construcción se inició en 1711, siendo rematada por una magnífica cúpula que cuenta con una decoración pictórica de gran calidad y en la que ya se hace una firme defensa de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, además de representar en sus pechinas cuatro bellas escenas: los desposorios de la Virgen, el Nacimiento del Señor, la Adoración de los Reyes Magos y la Huida a Egipto.
Como extraordinario complemento al santuario, al igual que sucede en otras ermitas de la provincia, se construyó una plaza de toros, que según algunos documentos parece que empezó a edificarse en 1641 a instancias del II Marqués de Santa Cruz, don Álvaro de Bazán. De confirmarse esta fecha, se trataría de la plaza de toros más antigua de nuestro país, aunque su aspecto actual es el resultado de sucesivas remodelaciones desde el siglo XVII hasta el siglo XX, si bien su característica y llamativa forma cuadrangular se mantiene desde los inicios.
Las Virtudes nos aguarda como el amigo que quiere compartir todo lo mejor con las personas que aprecia. Su visita no nos dejará indiferentes y estoy convencido de que en las bodegas, restaurantes y balnearios del entorno encontraremos el complemento perfecto a este encuentro con la historia y el arte.