Estamos sujetos a nuestra propia escala de color

Ino Crespo / Asesora de imagen

El color es luz, sin luz no hay color”. Es una teoría muy básica y además muy cierta.

Ya en otros artículos te he hablado de la importancia del color a la hora de elegir qué ponerte, porqué estamos sujetos a las leyes naturales de nuestra propia escala de color según nuestros tonos de piel, ojos, cabello y cejas. Es decir cómo nos favorecen o desfavorecen, los distintos colores en función de nuestro físico.

Hoy quiero hablarte de su influencia, de cómo los elegimos casi de forma inconsciente a la hora de vestirnos.

En muchas ocasiones descubrirás que pensabas ponerte una ropa, y, sin embargo, abres el armario y sin saber por qué eliges otra totalmente diferente. Pues, probablemente, es porque ese día te sientes verde, o rosa, o tienes un día negro, y es que la psicología de los colores existe.

El color blanco además de pureza trasmite, cercanía, confianza y amplitud de miras. Puedes combinarlo para rebajar la dureza del negro, ya que este, además de considerarse elegante, da sensación de poder, de autoridad, pero también se usa para pasar desapercibido en ocasiones, por ello se elige en situaciones solemnes y como imagen de luto. Combinado con otros colores, les aporta elegancia, pero ¡cuidado con las entrevistas de trabajo! puede resultar excesivo y distante. Y, en ocasiones, tristes. Asegúrate de combinarlo bien.

El gris es el color de la ponderación, según su nivel de saturación, se verá más elegante, si tiende a oscuro, y si es claro dará una imagen serena y clásica. ¡Cuidado si estás triste! porque es un color falto de energía.

El marrón es el color de la neutralidad por excelencia, del no arriesgar, es difícil de combinar y que solo favorece a pieles de paleta cromática cálida, ya que, a los tonos fríos, le resta luminosidad. Si te favorece es un color que transmite confianza.

La versión clara del marrón es el beige, su influencia es cálida y serena, y, aunque más combinable, sigue las mismas pautas que su hermano mayor, el marrón, en cuanto a restar luminosidad en pieles amarillentas.

El rojo, además de ser apasionado, trasmite energía, le da fuerza a la mirada, le imprime carácter a la imagen, solo habrá que evitarlo en situaciones que requieran de apaciguamiento y relax.

Su complementario, el verde, es el color de la naturaleza, la ponderación y la salud, suele dar una imagen vibrante y serena a la vez, según si su composición es más cargada de amarillo o azul. Solo tienes que tener cuidado si tu tono de piel es rosado ya que el verde lo potenciará.

El amarillo además de alegría trasmite positivismo. Al ser un color vibrante puede resultar excesivo para ojos más conservadores. Es ideal para transmitir jovialidad y cercanía. La unión del rojo y amarillo da como resultado el naranja, no en vano se le considera el color de la energía. Su utilización transmite positividad.

Al azul se le considera el color de la serenidad por excelencia, sobre todo en su versión clara, que aporta una imagen de tranquilidad y control. El azul marino da una imagen sobria, aunque un tanto clásica, como curiosidad te diré que es el único color oscuro que no adelgaza la figura.

El violeta es misterioso, sereno y vibrante a la vez, según su composición e intensidad entre el azul y el rojo. Es atractivo y atrevido por lo tanto no apto para todos los públicos. Y por último el color más sereno y divertido a la vez, el rosa, tan identificado con la feminidad y que tanto favorece a los hombres especialmente a los morenos. Puede transmitir una imagen dulce y aniñada, si es claro, o darte energía y vitalidad en su versión fucsia.

Ya sabes también aquí puedes aplicar el ver las cosas según el color del cristal que acompañe tu ropa cada día. Te has preguntado ¿por qué casi siempre elegimos los mismos colores cuando nos compramos las prendas de vestir? De esto hablaré en otra ocasión. Si quieres saber algo concreto de tu imagen respecto de los colores. Escríbeme ino@inopeluquerias.com.