El sueño cumplido de un quijote y su familia curtidos en batallas

Eusebio Muñoz, en la Fonda Victoria (1º dcha).

El pequeño Eusebio, como chiquete de la Fonda Victoria de Alcázar de San Juan, subía el carbón para las cocinas, recogía el hielo, las gaseosas…, empapándose de todas las enseñanzas de la vida y las de su jefe, Miguel Perea, que le enseñaba a leer. También aprendía mucho entre fogones despertando en él su pasión vital por la cocina desde bien pequeño.

Andado el tiempo y muchos años más tarde, Eusebio Muñoz Mazuecos abriría el Restaurante La Mancha en Alcázar de San Juan en 1971 que hoy, 47 años después, dirigen tres de sus cuatro hijos: Alfonso, Lourdes y Marta junto con su madre Daniela Castellanos Alcañiz, echando en falta la ausencia del padre, esposo y fundador del Restaurante cuya impronta está presente, no obstante, en todos los platos que elaboran.

Entre ambos episodios se enmarca la vida y el trabajo de Eusebio acompañado de su esposa y compañera Daniela. En la Fonda Victoria (hoy inexistente), establecimiento situado entonces junto a la estación de ferrocarril y refugio de viajantes y pasajeros, anduvo desde los 9 hasta los 15 o 16 años cuando, animado por algún viajante de la Fonda, se marchó de pinche a La Rana Verde de Aranjuez. En este famoso lugar, también cerrado actualmente, Eusebio adquirió muchos conocimientos culinarios, recibía un buen sueldo y atendía a muchos norteamericanos de la base de Torrejón de Ardoz, explica su mujer Daniela.

De La Rana Verde a la base de Torrejón
De La Rana Verde se marchó a la cocina de la base norteamericana, ya como cocinero con todas las letras. Entretanto hizo el servicio militar en Melilla y regresó con los norteamericanos, que le ofrecieron irse a Barcelona como jefe de cocina de Procali S.A., una fábrica de despiece de carne, envasado y elaborados. Eusebio y Daniela deciden casarse y establecer su hogar en Cataluña. “Nos dieron casa y todo, estaba encima de la fábrica, tenían mucha confianza en nosotros”, relata Daniela. Allí nace su primera hija, Lourdes, pero Eusebio no se quitaba de la cabeza su sueño: abrir un restaurante en su tierra.

Factura de 1974 donada por un cliente.

Reunidos algunos ahorros, deciden comprar una casa en Alcázar de San Juan y el entonces alcalde de la localidad, Eugenio Molina, le indicó a Eusebio que abrían en Puerto Lápice la Venta del Quijote, donde finalmente acabó trabajando durante seis o siete años. Él diseñó y elaboró por completo la carta de la Venta con platos manchegos tradicionales como gachas, migas, huevos con pisto, cocina de caza, siendo uno de los primeros cocineros de la zona que elaboró gachas y migas fuera del entorno hogareño, comenta su hijo Alfonso Muñoz Castellanos. Además, Eusebio se ocupó de confeccionar los platos que Cervantes recoge en El Quijote gracias a las lecturas y escenas diarias que se realizaban en la Venta, en las que también participaba.

Mientras trabajaba, también buscaba solares en Alcázar de San Juan para tener su propio restaurante. Adquiere un solar enfrente del hospitalillo de Alcázar, en la entonces Vía de Ronda, hoy Avenida de la Constitución (donde permanece en la actualidad) y, poco a poco, se va construyendo el establecimiento y haciendo realidad su sueño.

 

Finalmente, el día de San Marcos, 15 de marzo, de 1971, se inaugura el Restaurante La Mancha de Alcázar, con la alegría del sueño cumplido pero con la incertidumbre de si funcionará bien o no. Sin embargo, la buena sintonía, desde que eran pequeños, con los proveedores locales de carne, bebidas y otros productos, y la buena clientela que siempre ha respondido, ha hecho que el local no solo haya continuado abierto durante 47 años, y más en el futuro, sino que ya es un sitio de culto gastronómico en Alcázar y en toda La Mancha.

Foto izq: Eusebio Muñoz en La Rana Verde de Aranjuez (1º izda.). Foto dcha: Eusebio Muñoz en las cocinas de la base de Torrejón (1º dcha).

Para ello, Eusebio reunió un equipo muy cercano: su mujer como ayudante y camareros de confianza, dos de ellos llevan ya más de 30 años. En aquella época, recuerda Daniela, “trabajábamos de lunes a domingo, no se podía cerrar ningún día, había furgonetas de albañiles que se iban temprano a Madrid y nosotros nos veníamos a las 6 de la mañana para atenderlos”. La jefa, como la llaman cariñosamente sus hijos, se emociona cuando echa la vista atrás y refiere la suerte que ha tenido de haber conocido gente extraordinaria que siempre les han ayudado, clientes, amigos, y, por encima de todo, la vida tan feliz que ha compartido con su marido Eusebio. Hoy, a sus 80 años y 47 de lucha en el restaurante, sigue trabajando como la que más, confesando que “de aquí no me voy hasta que no me echen”.

De herencia, la pasión por la cocina
Aunque de pequeños siempre han echado una mano o han “enredado”, como dice su madre, tres de los cuatro hermanos: Alfonso, Lourdes y Marta (su otro hermano, Eusebio tiene otra profesión) tomaron definitivamente las riendas del Restaurante La Mancha en el año 2008 coincidiendo con el lamentable fallecimiento de su padre Eusebio. Con ellos, aunque se mantienen las recetas originales de su padre, se aumenta el número de platos y se incrementa la actividad de divulgación y representatividad del restaurante en eventos gastronómicos. Alfonso indica que la carta ha aumentado notablemente, “si al principio teníamos 8 o 10 platos, en la actualidad, el Restaurante La Mancha dispone de 80 diferentes, con más variedad de carnes, paletillas, piernas, chuletillas de cordero, solomillos…, ensaladas como la de perdiz escabechada, de queso de cabra, entre otras muchas, además de la implicación en cursos de hostelería, en el guiso de las Bodas de Camacho, en la Feria Internacional de Turismo en Madrid o en el mercadillo de Nuevo Futuro en Vistalegre.

Al igual que la carta, el horario ha cambiado. Los hijos han heredado esa pasión de sus padres por la cocina y trabajan de 7 u 8 de la mañana a medianoche, los miércoles, descansan. También en agosto se cogen unos días antes de la Feria. Sin duda, un restaurante familiar en el que se cuida al cliente por encima de todo, el cual disfruta mucho al sentirse como en casa.

1ª foto: Eusebio Muñoz en Procali S.A. 2ª foto: Eusebio Muñoz en la Venta del Quijote de Puerto Lápice. 3ª foto: en el comedor del restaurante en la actualidad.

Texto: Oliva Carretero / Fotos: Ayer&hoy/Restaurante La Mancha