Una casa transmite sensaciones y emociones. Por eso es importante cuidar y mimar cada rincón del hogar. Con este libro podrás darle personalidad a tu vivienda”. Este es uno más de los miles de mensajes que recibimos constantemente incitándonos al cambio, a la renovación, a no estarnos quietos. Mensajes que pueden ir dirigidos a la realización de viajes (especialmente si es época de vacaciones), al aprendizaje de idiomas (si el curso está a punto de empezar), a visitar un nuevo restaurante (para probar nuevas sensaciones y estar siempre en vanguardia social), cambiar de pantalla de televisión (para integrarnos en las tecnologías del futuro y no quedarnos atrás) o a renovar nuestro hogar (coincidiendo con el buen tiempo o la celebración de cualquier feria del mueble). Son consejos totalmente “desinteresados” e, incluso, a veces, auténticas órdenes, ante las que nuestro espíritu consumista obedece a ojos cerrados. O no tanto.

Decía Renueva tu hogar es el contenido de este reportaje y el motivo de su publicación podría ser que julio sea un mes muy adecuado para realizar reformas, tanto por el buen tiempo climático como porque muchas familias aprovechan las vacaciones para dar un nuevo aire a su vivienda. Pero ¿es necesario, o casi obligatorio, este cambio? ¿Quién lo hace y por qué? Veamos.

Al parecer ni es algo obligatorio ni todo el mundo lo hace. O, tal vez sí sea obligatorio, pero no en este momento ni, tal vez, todo el mundo pueda hacerlo. Es lo que se desprende de las diversas opiniones que hemos recabado de los ciudarrealeños. Por ejemplo, María Ugarte, una funcionaria que no cree que sea necesario hacerlo cada cierto tiempo y que, si se hace, debe ser más que por necesidades estéticas por motivos funcionales, prácticos. De ahí que no cambie su hogar con frecuencia y lleve varios años sin tocar nada. “Además tengo niños pequeños y rompen y manchan mucho, así que hasta que no llegue el momento de hacerlo por obligación, cambiaré solo lo que sea estrictamente necesario. Y si tuviese que hacer cambios los haría de mobiliario o de ubicación, siempre para que sea una vivienda más práctica, no por capricho de cambiar la decoración porque una me guste más que la otra. No sigo las modas ni me preocupa cómo estas evolucionen. No me dejo llevar en este sentido. Lo que compré en su momento lo hice a mi gusto y con la idea de que me tenía que durar muchos años. Soy una persona práctica. O al menos lo intento”, afirma con contundencia.

Está claro que María Ugarte no va a comprar (de momento) ese libro que “dará personalidad a su casa”.

Sin embargo no es el caso de Javier Fernández, un profesor que, curiosamente, opina todo lo contrario. “Creo que debe renovarse el hogar por lo menos una vez al año. Aunque solo sea cambiar muebles de sitio y tener la posibilidad de crear espacios nuevos. Y esto debe hacerse, como mínimo, por la propia salud mental de cada uno. Reorganizar la casa es reorganizarnos nosotros mismos a nivel psicológico. Puede ser en el paso que se da del verano al invierno y al revés. Los cambios no tienen por qué ser en profundidad, basta con que sean superficiales. Con cambiar un mueble de sitio y trasladar una estantería, ya hay cambio suficiente. Esto implica por sí mismo una modificación de la conducta. Y por supuesto  no tiene nada que ver con el dinero. Personalmente cambio cada año, como mínimo una habitación, aunque solo sea trasladando los muebles de una a otra. Es verdad que estos cambios muchas personas los hacen simplemente por seguir modas, algo que se demuestra por el tipo de muebles que se  están fabricando ahora, low cost, que permiten sustituirlos fácilmente de un año para otro. También es verdad que esos muebles no duran “como los de antes”. Estamos en una sociedad de consumo y si nos proponen cambiar algo lo hacemos rápidamente, sin dilación. Y eso pasa también con los electrodomésticos. En este sentido nos tienen enganchados. Es difícil distinguir entre lo que decía al principio de lo bueno que es cambiar por nuestra propia voluntad, de esos cambios que ya hacemos automáticamente porque la sociedad de consumo nos los impone”.

Pero como podemos ver en esta opinión, aparentemente tan segura, se nos abren dos grietas que nos llevan a la duda. La primera es esa sociedad de consumo que nos obliga a cambiar sin que nosotros lo decidamos realmente, con lo que ya no es una decisión propia (el ejercicio de la propia libertad para decidir sobre nuestro hogar y su sana distribución) sino algo que se nos impone desde fuera negándonos precisamente esa libertad y haciéndonos caminar por la señalada senda de los corderitos en rebaño.

Y la segunda es el dinero. Se cambia si se tiene dinero. Si no, la cosa suele complicarse.

Así se manifiesta Mary Paz Rodríguez, una dependienta que sabe muy bien lo que cuestan las cosas. “Creo que depende del dinero que se tenga. Si uno se lo puede permitir me parece muy bien que se cambie cada cierto tiempo. Pero también con los mismos muebles y unos cuantos complementos, con apenas gasto, se puede modificar la decoración y el aspecto total de la casa. Yo, hasta el momento, lo único que he podido hacer es cambiar los muebles de posición. También renuevo de vez en cuando las pinturas de las habitaciones. Me gusta y no es caro. Claro que también lo hago porque así no me aburro. Las pinto yo misma”.

En fin, que tal vez la virtud esté en el sentido común, como muy bien lo manifiesta Deyanira Sterling, una médico que se toma estas cosas como si fuese el diagnóstico de una enfermedad grave pero nunca mortal. “Creo que cada cierto tiempo debe cambiarse, tanto por la propia satisfacción de uno mismo como, lógicamente, si está en mal estado. Según los factores que se vayan presentando voy cambiando, tanto los muebles como la decoración, ya sea la pintura de las habitaciones o los pequeños detalles. Pero como además la mayoría de los cambios necesitan dinero, que uno disponga de más o menos recursos, termina influyendo en ello”.

Resumiendo, que lo de renovar el hogar va tanto en gustos como en necesidades. En cuanto a las modas hay quien opina que lo mejor es comprar un mobiliario que no se pase de moda. Así se evita tener que cambiarlos por ese motivo. Y para aquellos que les guste la renovación se aconseja cambiar complementos  fáciles, sencillos, antes que tener que sustituir los muebles. Con estas pequeñas modificaciones se da una alegría a la casa, ya sea con unos cojines de colores o unas plantas, dejando las grandes reformas para cuando haya verdadera necesidad, no por gustos personales. Estos pueden satisfacerse con ligeros cambios, cada cierto tiempo, sencillos y baratos. Finalmente hay personas que consideran que en la vida hay cosas mucho más importantes que cambiar las cortinas todos los años.

Pero vamos a suponer que hemos decidido hacer la reforma, ya sea relativamente pequeña como cambiar el cuarto de baño, o mayor, en profundidad de la vivienda, ¿quién la hace?

Hace unas semanas el diario Expansión publicaba una información en la que, entre otras muchas cosas, se decía que “en España, el parque de viviendas envejece a un ritmo del 2% anual, haciendo que las reformas sean la opción preferida en lugar de la construcción de obra nueva. En concreto, el 64% de los españoles recurre al hazlo tú mismo como vía de ahorro para mejorar sus viviendas, según los datos de la European Federation of DIY Manufactures. Así, los arreglos hechos por los propios hogares mueven unos 1.000 millones de euros al año, el 6,3% del gasto total de las familias en materiales de construcción y equipamiento. Ante esto, la Asociación de Distribuidores de Cerámica y Materiales de Construcción (Andimac) ha lanzado un mensaje de advertencia: hay reformas en las que, como afirma el dicho popular, lo barato sale caro.

En definitiva, que nada como ponernos en manos de un profesional si queremos que la obra salga bien y, además, no excesivamente cara.

En manos del profesional

Según manifiesta a Ayer&hoy María Encarnación Mela, presidenta del Colegio Oficial de Decoradores y Diseñadores de Castilla-La Mancha, “el tiempo no existe. Ni tampoco las modas. La decoración es atemporal y en este momento estamos viviendo un volver a empezar y en esta situación todo nos vale. Este punto es muy importante y me gustaría que todo aquel que está leyendo este reportaje se plantee seriamente qué es lo que habitualmente le están vendiendo como decoración”.

No quiere esto decir, apunta María Encarnación, que los productos que en este momento están en el mercado sean malos, al contrario, se están consiguiendo las mejores calidades de todos los tiempos, ni que las distintas tendencias sean una tomadura de pelo, sino que estas ofertas que nos presenta el mercado necesitan un alto poder económico y debemos encontrar productos a la medida del consumidor medio. Y aquí es donde entra el profesional de la decoración, el cual sabe moverse como pez en el agua entre tanta oferta, moda y tendencia, aportando sus conocimientos para poner en la tierra esas decoraciones que parecen destinadas al cielo.

“Nosotros conocemos los canales y los caminos para llegar al mejor precio. Es verdad que algunas veces los clientes no se dejan guiar, o utilizar profesionales que les recomienda el decorador, porque tienen conocidos, muchas veces el socorrido cuñado que todo lo sabe, y en ese caso poco podemos hacer”, afirma Encarnación. La realidad es que, bien por desconocimiento, o bien porque se considera que el decorador es muy caro, muchas personas no acuden a este profesional para realizar el cambio en su hogar, error del que suelen darse cuenta cuando, una vez terminado el trabajo, comprueban que un presupuesto que ellos habían manejado se ha triplicado, con el agravante, a veces, de que el resultado final tampoco les satisface. “Nuestra baza fundamental es la economía. Y siempre nos ajustamos a lo que el cliente se quiere gastar. Como controlamos a todos nuestros proveedores siempre controlamos el precio. Sabemos hasta donde podemos llegar y el cliente sabe también cuál va a ser el resultado final justo con su presupuesto. Y si con este no conseguimos lo que el cliente desea, no seguimos adelante” comenta la presidenta de los decoradores. “Lo que al final siempre nos suelen decir los clientes es que no se han gastado más de lo que se proponían y que si lo han hecho, siempre ha sido de forma consciente, nunca por gastos incontrolados” comenta Encarnación.

Es verdad que muchos clientes saben muy bien lo que desean comprar pero, al meterse en un mundo mucho más complejo de lo que desde fuera se pueda suponer, terminan cometiendo errores de bulto. A veces puede parecer que quedan satisfechos, pero la realidad no es así. “Su ego queda satisfecho, pero saben que no han llegado a donde deberían llegar. En el fondo saben que no era eso lo que querían. Muchas veces se toman decisiones unilaterales en situaciones en las que son varias personas las que deberían haber decidido. Pasa con frecuencia en los matrimonios cuando es solo uno de los dos los que decide los cambios. Al final el otro queda decepcionado y lo acepta porque no le queda más remedio, pero el objetivo principal del cambio, que es lograr el bienestar de todos, no se consigue. No se puede decidir la decoración de un hogar anulando a varias partes. Y esto es algo con lo que me encuentro con mucha frecuencia” nos confiesa Encarnación.

Otro de los puntos de discusión sobre los cambios en el hogar es si son las mujeres las que deciden. Existe la creencia de que al ser ellas las que más están en casa son las que determinan su organización y decoración. Y sin embargo por la experiencia que Encarnación tiene no es así. Lo ideal es, siempre desde el punto de vista del decorador profesional, que sean los propios interesados los que opinen. Por eso para cada habitación se hará, más o menos, lo que diga quien la vaya a usar, tomando en cuenta al grupo en lugares de uso más común, como el salón o la cocina, puesto que estos sitios son los que más se comparten. Eso sí, no se puede decidir nada si no se aporta información a todos los miembros interesados.

¿Y cuál sería esta información? ¿La mayoría de las personas está capacitada para decidir? Encarnación opina que la mayoría de las personas no recibe formación sobre decoración y desconoce las reglas más elementales que, según la presidenta del Colegio de Decoradores de Castilla-la Mancha, serían las siguientes:

  • Orden  y coherencia, lo cual marca al resto de los puntos.
  • Equilibrio. Existen muchos ángulos en las viviendas. Mucha línea recta, esquinas que crean discrepancias y malhumores. Conflictos.  En las casas del siglo XIX se utilizaban mucho las curvas. Y tenía su porqué. Por eso hoy debemos incorporar a la decoración elementos curvos utilizando para ello el mobiliario. Se habla mejor en una mesa redonda que rectangular. Y es algo que se sabe de toda la vida. La línea recta aporta frialdad y hostilidad lo que provoca que las personas deseen abandonar esa habitación. Suele aplicarse a aquellos lugares en los que hay mucho tránsito (oficinas y despachos oficiales, con la finalidad de que la gente permanezca lo menos posible en ellos.
  • Incorporar plantas y flores, una forma de crear conexiones entre las personas y aliviar las emociones negativas. Es muy importante cambiar la clase de las mismas cada cierto tiempo. Son una forma de conectar con la tierra.
  • Utilizar los olores, caso de velas o inciensos, ya que evocan sentimientos y recuerdos.
  • La pintura, a través de la cual se realiza una terapia para cada persona. Estamos hablando de los colores. La pintura nos equilibra y ordena basándose en la coherencia de los colores.
  • Telas y tapicerías. Edredones y cojines. A través de ellos recibimos las sensaciones táctiles.
  • La luz natural es importantísima para crear ambiente en una casa. Los espacios se hacen más amplios y la energía del sol y del aire, cuando penetran por nuestras ventanas, renuevan todo.
  • Personalizar con cuadros y fotografías. Ambos nos evocan de forma constante una belleza.

Lo normal es que esta relación de puntos importantísimos para logar un hogar acogedor, un lugar donde sentirse a gusto, no sean conocidos por el ciudadano medio, y solo los expertos profesionales pueden hacer uso de estos conocimientos. Estos puntos son vitales para cualquier transformación de un espacio donde vivir.

Debemos tener en cuenta que estos puntos no conllevan por sí a un gasto económico enorme, a una gran inversión en muebles u obras. Ni siquiera nos llevan a una transformación real de una habitación. Simplemente nos ayudan a cambiar un entorno a través de cosas que son de sentido común y que hemos olvidado.

Otro aspecto muy importante, que debemos tener en cuenta en el mundo de la decoración, es los grandes cambios ocurridos en los últimos cinco años como consecuencia del enorme crack económico, la famosa crisis cuyas secuelas todavía nos envuelven. Y este cambio consiste en que la vivienda habitual se está convirtiendo en lugar de trabajo. Trasladamos la oficina al propio hogar con lo que ello conlleva de permanencia constante en el mismo ambiente y las mismas personas prescindiendo de las relaciones que, antes, se desarrollaban en el lugar tradicional laboral. ¿Cómo adecuamos nuestra casa para que no nos agobie? Porque ahora estamos viendo sus paredes las 24 horas del día. Este reto solo se puede superar de una  forma que podríamos definir como “sana” a través de los profesionales de la decoración, de los creadores de espacios acogedores, ya que estos se están reduciendo de forma continua, se invaden los del otro miembro de la familia y los enfrentamientos están a la orden del día. Es lo que normalmente conocemos como “marcar territorio”. Y este es el reto actual. De los profesionales creadores de espacios  y de los propios usuarios de los mismos que deben  prepararse para un futuro que nada tiene que ver con lo que durante siglos ha sido lo normal.

Pero, ¿cuánta gente de la calle acude hoy a un decorador? Lo habitual es que quienes acudan hoy a un profesional de la decoración sean personas con un nivel económico, y cultural, medio alto y que saben muy bien lo que quieren. A la vez son exigentes con el trabajo de los profesionales. Pero esto ocurre en los últimos tiempos, ya que antes de la crisis, cuando el dinero se movía con gran fluidez, no estaba tan encasillado el cliente como ahora. Sobre todo en el montaje de locales donde desarrollar un pequeño negocio, caso de bares, peluquerías o tiendas en general. Hoy día eso ha desaparecido y la decoración profesional se ha refugiado en la élite económica y cultural.

Internet también se ha convertido en fuente de inspiración para muchos particulares que, por su cuenta y riesgo, deciden montar estos locales, o modificar su hogar, tomando de acá y de allá, con unos resultados que, como más arriba se decía, en el mejor de los casos satisfacen su ego pero que en la mayoría de las veces no cumplen las normas elementales de lo que sería un trabajo correcto y, mucho menos, excelente. Al fin y al cabo nos limitamos a poner lo que otros han puesto y lo de los demás no tiene por qué ser lo que nos conviene a nosotros.

En definitiva, nos encontramos en un momento de importantes cambios sociales y esto también está afectando al propio hogar, a su decoración, remodelación y adaptación a lo que cada cual pide del mismo.

Reformas de cocina y baño

Alberto Nieto Navas, gerente de Nieto Reformas e Interiorismo, con más de 30 años de experiencia en el sector de la construcción y de las reformas de viviendas, comenta para Ayer&hoy algunos detalles relacionados con las actuales modificaciones que se realizan en el hogar.

“En la actualidad la mayor parte de las pequeñas reformas se concentran en las cocinas y los baños. Pero en realidad siempre ha sido así. A esto debemos sumar, aunque ya en menor cantidad, la reforma integral de viviendas” afirma Alberto, quien nos aclara que los motivos que llevan al usuario a modificar estas partes de la vivienda se debe, o bien por necesidad, al sufrir ambos los desperfectos del uso diario y del paso del tiempo, o bien por cambiar la imagen, sustituyendo elementos que están en perfecto uso por otros mejores, más novedosos o de tecnología más avanzada, como puede ocurrir con las cocinas. Con respecto a los cuartos de baño lo más habitual es la sustitución de las bañeras por las duchas. De hecho las bañeras están cayendo en desuso y solo las parejas con niños pequeños suelen hacer uso de ellas. “Otra de las cosas que se están haciendo en los últimos tiempos es cambiar las puertas. Ahora se elige mucho el color blanco. Los cambios pueden iniciarse por deterioro de una de ellas y, posteriormente, por estética se cambia el resto”, nos comenta Alberto.

“Punto importante a tener en cuenta es que con el paso del tiempo los materiales son cada vez de mejor calidad, tanto en sus componentes como en su diseño, con lo que animan a la gente a probar cosas nuevas. Puede ser el  caso de las ventanas (tanto en los vidrios como en el metal) y su relación con la eficiencia energética. Y aquí no estamos hablando de las de hace cuarenta años, si no de las que hoy tienen menos de diez. También podemos hablar de los azulejos, que han cambiado tanto el formato como el grosor, siendo mucho más finos y extensos” afirma Alberto, reconociendo que “esta es la tendencia que hay ahora, dentro de unos años ya veremos”.

Texto y fotos: Ayer&hoy